lunes, diciembre 28, 2009
Me acuerdo de una invitación que nos hizo a todos los cocineros a su casa. Había preparado un pozole delicioso. ¿Qué le puso? No sé, llevaba únicamente el maiz cacahuatzintle, la lechuga y el rábano. Un pozole cocinado de esa manera es un gran mérito para darle un buen sazón.
Después, yo sólo me dediqué a hacer panadería y él cocinaba, ya no teníamos conflictos, cada uno en su lugar. Un día de su cumpleaños le preparé un pastel especial para diabéticos, me lo agradeció tanto y se hizo mi amigo.
Pasaron los años y yo me alejé, también él. De repente me hablaba por teléfono y durábamos horas y horas conversando. Pero de cocina y comida no hablábamos jamás. La comida era una vínculo entre los dos y a la vez era materia muerta.
Hoy me dan la noticia que falleció el 25, parece que dormido. Ojalá y así sea.
Todo en él era grande, grandote, como vasta también era su generosidad y disposición para cocinarle a tanta, tanta gente. Descansa en paz amigo, E.P.G.
lunes, diciembre 21, 2009
Pan de chía, zapote negro y espelta

1. Hay veces que no se me ocurre como empezar a escribir en este blog. Hay días en que el agotamiento y la cantidad de cosas que tengo que hacer me impiden hacerlo.
Y no es que se no haya material, ni ideas. La verdad es que tengo una desorganización en cuanto a mis fotos y mis recetas. Docenas de ideas que me pasan como corriente eléctrica por la cabeza y buscan de que manera aterrizar eso que imagino para poderlo plasmar en algún platillo. Este post es prueba de todas las locuras que me pasan por la cabeza. Estoy en todo: leo, escribo, cocino, fermento, germino y por si fuera poco todo esto, tengo que levantarme muy temprano para conseguir víveres y no toparme con cierres de avenidas al tránsito por razones absurdas y descabelladas, ni para encontrarme parada hora y media haciendo fila en la caja de un supermercado. ¡Ah que linda mi ciudad! Me la he pasado cocinando para muchísimas personas las últimas semanas, cierro mis manos y las tengo hinchadas (ahora las dos) de tanto y tanto cocinar. Pero eso sí, muy satisfecha.

2. Bueno, continúo. Toda esta historia comenzó con mi querida Idania, que generosamente me envió desde España un paquete con harina de espelta. La primera vez que me enteré la existencia de esta harina fue en el verano del año 1996 en Nueva York. Era yo la encargada de hacer entre muchos panes ricos unos panes rarísimos que denominaban entre otras cosas ser: Sugar Free, Dairly Free, Wheat Free, o sea algo que denominaban “pan” pero no tenía azúcar, no tenía trigo y no tenía lácteos. Sinceramente a mí me sabían como a corcho aquellas cosas extrañas, hechas con ingredientes poco usuales. Pero había que hacerlo para gente que era alérgica al gluten y que tenía otras intolerancias alimenticias. Sin embargo, me llamaba mucho la atención el origen de esa harina de espelta, o spelt. Y comencé a hacer pruebas e investigue de dónde provenía.
La espelta o spelt es un cereal prehistórico, es el abuelo del trigo. Así como en México el teocintle es el grano antecesor directo del maíz, la espelta formó parte de la dieta de los hombres en la antigüedad.
Entonces, estaba con que Idania me mandó gentilmente mi harina de regalo, porque yo pensaba que en este país no era posible encontrar esa harina. -Aunque apenas me enteré hace 15 días que en Green Corner la venden-. Es que yo, desde hacía 13 años no había vuelto a ver espelta. Fue así que esta fría mañana de madrugada, como buena panadera me levanté a recibir el solsticio de invierno con un pan muy especial.
Primero estuve preparando siete días mi fermento de masa madre para agregarla a la receta que Idania publicó en su blog, pero yo le hice sus modificaciones. En lugar de agua utilicé cerveza Guinnes, le puse chía y ¡zapote negro! para darle más color. Estuve pensando de que manera oscurecer más el pan sin añadirle colorantes artificiales o polvos de cocoa para oscurecerlo más.
2. Parece que ahora está de moda la chía. No sé el porqué, al menos yo siempre la he consumido. El otro día después que horneé mis conchas, con esa misma masa confeccioné mis panes con chía. Hice las bolas y las estiré con el rodillo y luego las cubrí de chía.

A mí me encanta en época de calor tomar agua de limón con chía y entretenerme en masticar esas pequeñas semillas resbalosas entre mis dientes. No me había fijado pero en verdad ocurre que esas semillitas te dan una sensación de saciedad y te quitan el hambre.

700 gr. de harina de fuerza






4. Otra de las cosas que hago con chía es ponerla en mis animales de barro. Con la textura rallada que los artesanos le ponen al barro y lo pegajoso de la chía hacen que se adhiera muy bien, germinando poco a poco y simulando como si fuera el pelo. Este año han tardado bastante en germinar, supongo que ha de ser por tanto frío. Estos "animalitos de la creación" como les decimos Mariana y yo los utilizo como unicos animales del Nacimiento.

miércoles, diciembre 16, 2009
Cuando ese detalle es tan importante
Ese día le pedí que fuera por unos bolillos, pero que no los comprara en Walmart, que saben y son horribles, sino que se trasladara hasta la panadería de la calle de Tacuba y Palma. Allí son crocantemente deliciosos, su corteza no se desprende como si fuera un rompecabezas entre las manos y tienen un toque dulzón bastante adictivo.
Me miró detenidamente sin decir nada por un rato, suspiró y regresó 3 horas después con ellos, sabía muy bien que las distancias no importaban si se trataba de acompañar MI BACALAO con un buen pan.
Lo único que me dijo fue: “Solamente fui porque me acordé la vez que estuvimos esperando 45 minutos en la fila de las tortillas hechas a mano en la ciudad de Cuautla. Yo te pedía que compráramos las que hacen a máquina y no estar parados tanto tiempo soportando el calor. Pero cuando comí la cecina de Yecapixtla con esas tortillas supe porqué”

domingo, diciembre 13, 2009
Comiendo en Pachuca un 12 de diciembre
Esas palabras me dijo Raúl, refiriéndose a “La Villita”, pero de la ciudad de Pachuca, Hidalgo. En pleno 12 de diciembre, después de una comida de fin de año, como si no hubiera sido suficiente todavía, nos trasladamos Gonzalo y yo hasta allá.
Es imposible que pase desapercibido este día en todo el país. Tan sólo al venir de regreso por la autopista México-Pachuca se podía distinguir en el cielo, a lo lejos “cuetes” o luces artificiales que lanzaban de los pueblos que íbamos pasando, en todos ellos había fiestas. Independientemente que se sea creyente o no, la verdad es que la festividad de la virgen de Guadalupe marca la identidad de los mexicanos.
El señor Campero fue el que me mandó buscar Raúl para los chinicuiles, y con sus buenas referencias lo encontré donde me dijo. A todo el mundo que pasaba y le hacía plática generosamente le regalaba un taco de su rica barbacoa.



miércoles, diciembre 09, 2009
Para echarse un clavado en los post pasados


martes, diciembre 08, 2009
miércoles, diciembre 02, 2009
Me sabe a canela

Tu boca de miel
Y tu piel morena
A sal de la mar
Huevos chimbos, Huevos reales, Arroz con leche, Antes de frutas, Camotes, Chongos zamoranos, Rompope, Chocolate de metate, Bienmesabes, Pan de elote, Cajetas, Flanes, Jamoncillos, Torrejas, Capirotadas, Miel para bueñuelos, Atoles, Pinole, etc.
Cuando se corta la corteza del árbol de canela, se enrosca y forma esas ramas que nos condimentan tan rico. Su origen es asiático, los antiguos egipcios las usaban para embalsamar. En Asia y Oriente Próximo se usa la canela desde la antigüedad para dar sabor a los platos de carne. Yo recuerdo con delicado placer la combinación de cordero y canela. Pruébenla en una Bastella marroquí, endulzada con azúcar glass y canela, mmmh, rico, rico. Gracias a la influencia de los árabes los cocineros europeos medievales hicieron lo mismo. ¿Se acuerdan de una película griega y turca que se llamaba El Sabor de la Vida? Allí el niño recordaba gratamente cómo su abuelo utilizaba la canela en todo momento. La canela seduce y aromatiza con dulzura.
Actualmente se cultiva canela en México, es una de las distintas especies del género de Cinnamonum, más bien es Cassia, de tallo muy grueso y el sabor es muy fuerte y un tanto amargo. Las mejores son las de Ceilán o Sri Lanka con tallos más delgados y claros. En la Central de Abastos se pueden dar cuenta de las distintas variedades de canela que se importan, hay estas de Ceilán y también hay las chinas que son como las que se cultivan en el país.
Bueno y ¿a qué se debe tanto rollo sobre la canela? Porque desde hace tiempo una de las muchas paisanas en el exterior que lee este blog me pidió una receta de CONCHAS. La concha es el pan dulce más típico de la panadería artesanal mexicana. Es un pan como todos los buenos panes dulces mexicanos, bien barroco. Con su suave y delicada cubierta de azúcar y la miga esponjosa y dulce, ahhh, la verdad es que es una delicia. Mi amiga Antoinette, que vive en Burdeos, antes, cuando venía a México se llevaba su cargamento de Conchas de “Tía Rosa”, como ya le di la receta para hacerlas ahora la prepara allá. Dice que le quedan deliciosas, sobre todo porque dice que la mantequilla que usa es de alta calidad.

OJO: ESTA MASA SIRVE TAMBIÉN PARA HACER: CHILINDRINAS, CALABAZAS y un montón de panes más que se les ocurra inventar y nombrar.
Ingredientes:
Harina 500 gr.
Azúcar 150 gr.
Sal 1 cucharadita
Levadura seca activa 2 cucharadas
Mantequlla 130 gr.
Agua tibia 400 mililítros aproximadamente
Huevo 2 piezas
10 cm de canela molida toscamente
Procedimiento
Se forma una fuente con el harina y al centro el azúcar, canela, huevos, levadura y un poquito de agua ( ESTO ES IMPORTANTE, NO SE DEBE AGREGAR TODA, TIENE QUE SER CONFORME SE VAYA NECESITANDO, NO DEBE QUEDAR AGUADA). Se mezcla poco a poco hasta obtener un premezclado, hasta entonces se añade la sal. (La sal y la levadura nunca se deben tocar directamente) Se amasa hasta formar una masa suave y elástica. Agregar la mantequilla y seguir tallando unas 200 veces hasta que se despegue fácilmente de la superficie. Dejar reposar 1 día completo en el refrigerador. Se envuelven muy bien en una bolsa de plástico bastante grande para evitar que se salga y fermente. Al otro día se sacan bolitas de masa, yo utilizo un scoop (de los helados) para hacerlos del mismo tamaño.
Ahora viene lo más difícil de todo pan moldeado a mano: EL BOLEADO.
Aquí lo que se trata es que se quite el aire, las grietas y arrugas de la masa, debe quedar tersa y sin ninguna imperfección porque cuando doble su tamaño se notaran esas arrugas y reventarán el pan en fea forma. Se colocan los dedos así y dentro de ellos y la superficie deben de girar para dejarlos perfectos. Describiendo mis dedos para bolear es hacerlos como esos señores que giran una bolita entre sus dedos, ¿dooónde quedóooo la bolitaaaaaa? ¿dóoonde quedóoooo la bolitaaaa? Hagan de cuenta algo así.
Una vez hecho estos se cubren con la pasta que lleva arriba y que es lo más rico de las conchas.
Pasta para cubrir las conchas
100 gr. azúcar glass
100 gr. de harina
100 gr. de mantequilla
Se sacan bolitas pequeñas, se aplastan con el rodillo en una hoja de plástico y se cubre con esto las bolas de masa.
Este dibujo se puede marcar con un cortador especial para dales forma de concha. o bien se pueden marcar con un cuchillo