"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

miércoles, mayo 26, 2010

La historieta más mexicana que el mole

Hay gente que acumula y organiza ciertos objetos de alguna categoría en especial y le llaman: coleccionista. Su afición se vuelve más exquisita, sobre todo, cuando son objetos antiguos y eso ayuda a incrementar su valor. Se convierten en unos expertos en el tema de la colección que ostentan. Han aprendido a clasificarla y pueden reconocer distintas versiones que a los ojos de cualquier ordinario mortal pasan desapercibidas.

Acúsome entonces que yo soy de las personas que acumula objetos. Tengo un montón de “mugres”, para la mayoría de la gente que me conoce podría pensar que solamente es “puro tilichero”. Tal vez por esa razón yo no me considero “coleccionista”, más bien podría decir que guardo ciertos objetos que por su sencillez pasan desapercibidos para los demás y que para mí representan un pedazo entrañable de mi vida. De esa forma conservo tantas cosas.

Es así que mis plantas raras, mis juguetes artesanales, mis libros y mis historietas van por delante cuando tengo una mudanza. Apegos, le podría llamar cualquiera que me juzgue, para mí son artículos indispensables.

Conservo, desde niña, una gran cantidad de historietas de la “Familia Burrón”, del estupendo “monero” don Gabriel Vargas, que acaba de fallecer el día de ayer. Gabriel Vargas mantuvo durante más de 60 años la publicación de la Familia Burrón con distintas editoriales. Cabe decir que las mejores historias de la Familia Burrón se editaron en los años 50´s, 60´s y 70´s, comparándolas con las más recientes. Me atrevo a afirmar esto porque conservo varias de esas publicaciones y puedo decirlo tan sólo por el número de carcajadas que me sacan cada una de sus páginas. Además que el tamaño de la historieta fue cambiando, esas ediciones “incunables” que atesoro de antes de los años 70´s, son unas historietas “gordas” de más de 70 páginas y con una picardía genial de su principal personaje:
Doña Borola Tacuche de Burrón.

Este es mi personaje más querido. Una mujer que ingenia y pone sabor a la vida miserable y opaca que le ofrece su esposo, Regino, un peluquero de barrio. Borola es astuta, taimada, peleonera, mentirosa, bailadora y nunca va acostumbrarse a vivir con calma su destino. Es de ahí donde Gabriel Vargas sacó materia prima para continuar tantos años publicando una historieta, que por la trama y las características de sus personajes se convierte, como él mismo lo afirmaba, en una historieta más mexicana que el mole. En ella se ve reflejada la idiosincracia de los mexicanos y en especial de los habitantes de la ciudad de México.

Recordando a algunos de sus personajes:
Borola, Regino, Foforito, Macuca, Regino chico “El Tejocote”, Ruperto, Cristeta, Susano Cantarranas, Avelino Pilongano, Doña Gamusita, La divina Chuy, Boba Licona, Bella Bellota, Robertino, Don Quirino, Don Juanon Teporochas, Don Briagoberto Memelas, Floro Tinoco “El tractor”, El conde Satán Carroña, Cadaverina, Kakiko Kukufate, Wilson (el perrito de los Burrón), Alubia Salpicón, Sinfónico Fonseca, Isidro Cotorrón, Don Pánfilo. Era todo un ingenio tan sólo el nombre de sus personajes, sobre todo de los incidentales que aparecían en un solo capítulo.

Las aventuras que Borola Tacuche iban desde vender gatos por conejos para alimentar a su vecinas de la vecindad, hasta realizar su propio tren subterraneo y llegar a La Merced por víveres. Además de capítulos que cruzaban la frontera de una complicada historia surrealista, como dejarse quitar el esqueleto por temor a andar cargando encima con “La calaca”. Imposible olvidar la manera que tenía para formar sus albóndigas sobre el suelo y de ahí a la olla hirviendo, o los “cigarros” que se hacía de papel periódico, yo creo que por imitarla a hacerlos me quité la tentación de ser una fumadora, sabían horrible. Lo que más imitaba en mi niñez era la forma peculiar de hablar de sus personajes. Fuimos generaciones que nos enorgullecíamos de esa habla costumbrista.

Por guardar estas “historias chipocludas” de la Familia Burrón mis hijas las disfrutaron y conocieron, yo espero que al menos sigan siendo reeditadas la colección de estos en Editorial Purrúa, lástima que en esta colección sólo tengan las ediciones más recientes de don Gabriel Vargas, que publicó con su propia casa editorial G.G.

En el Museo del Estanquillo, de Carlos Monsivaís, hace unos años hubo una exposición de la Familia Burrón y de don Gabriel Vargas. Tenía varias portadas originales de La familia Burrón. Además de un dibujo que el propio Vargas había hecho para un concurso escolar en la primaria. El concurso era para representar la vida cotidiana en la ciudad de México. Ya desde ahí se podía apreciar lo buen dibujante que ya era y la manera de plasmar lo más típico de los mexicanos. Yo saqué fotografías de esa exposición, y por suerte las encontré por fin para publicarlas acá.
Gloria y alegría a quién hizo de mi infancia una estación feliz. Descanse en paz don Gabriel Vargas.

lunes, mayo 24, 2010

Uno atrás de otro




Hacer filas, tener un orden, esperar formados, hacer cola, hacer trámites, esperar, tener paciencia, seguir teniendo paciencia, hacer otro trámite, tomar turno.

Qué es la cocina, si no la rutina cotidiana que nos toca día tras día. 
Así es cocinar, poner un ingrediente después de otro, uno más asombroso que el anterior. Igual que estar formado mirando la cabeza del de enfrente, con tantas historias, con una vida tan diferente a la nuestra y tan repetable.

Brochetas hawaianas

palitos para brochetas
tofú (que habrá que exprimirlo previamente entre dos tablas y una toalla, para quitarle el agua). Luego se pone a macerar con salsa soya un día antes en el refrigerador.
hongos: pueden ser champiñones o en mi caso, yo usé portobellos.
cebolla cambray
pimiento morrón rojo y verde
piña

aderezo:
nuez picada finamente
aceite de olivo
 1 limón
 1 naranja
sal y pimienta al gusto.

Pongo en el palito de brochetas 1 cebolla cambray, un tofú, un pimiento, vuelvo a pensar que color queda para contrastar la hilera, agrego otro tofú. Son brochetas de tofú, a menos que opte por no poner tofú porque no me guste, o porque no encuentro en donde yo vivo, entonces podría hacerlas mejor sin carne y mejor la lleno con más vegetales a mi gusto, pero también me gusta la carne y si mejor las hago con pollo no estaría mal, al fin y al cabo que son sabores que combinan muy bien por ser más neutros, pero... la carne se cuece a temperatura distinta que los vegetales, entonces mejor la dejo macerando con soya igual que si fuera tofú, ah pero a mí no me gusta el pollo, ¿qué estoy pensando? mejor sigo la receta y no me complico con un monólogo interior.
Para hacer el aderezo:
rallo el limón y la naranja, exprimo el limón y 1/2 naranja los mezclo con aceite de oliva, la sal y la pimienta y con esto barnizo las brochetas, las meto al horno unos 15-20 minutos y al salir las acompaño con arroz blanco.

miércoles, mayo 12, 2010

Los mejores abrazos



Hay algo que me desespera cuando alguien me da un abrazo: es no tener las manos libres para abrazarse plenamente. Sin estorbos, sin que metan los codos, simplemente acercarse y darse uno mismo con entrega y afecto. Y no hablo de esos abrazos toscos y que casi casi te levantan del suelo en un afán por demostrar superioridad física y que te palmotean con tal fuerza la espalda como si te estuvieran tocando un timbal: tambó, tambó, tambó. Yo hablo de los abrazos que se disfrutan, que son muestra de cariño pleno, ¡aahh! esos me gustan. Con esos caigo total. Con ese tipo de abrazos me enamoré.

No sé si por haber crecido en una familia que nunca se demostraba su afecto de modo físico, sea por eso que valore tanto los abrazos, pero la verdad es que son tan sanadores. Brazos, manos, pecho y cabeza entrelazados alivian el alma. Apoyo y compañía necesaria.

Entrando en materia gastronómica, el abrazo se vuelve una manera sublime de combinar ingredientes y virtudes distintas. Tú conmigo y yo contigo se enriquece. Si en el abrazo se conjugan más de dos, tres o mejor cuatro tanto mejor. Sobre todo si cada ingrediente por separado ya es de por sí un portento de sabor:

Higos
Jamón serrano
Queso de cabra
Queso roquefort



Se escogen higos no muy maduros para rellenar. Se abren en cruz desde la punta sin llegar al fondo de la base.
Se envuelven en un abrazo graso y carnivoro, esos son los mejores, los más pecaminosos.

Se rellenan de queso de cabra y en el tope un poco de queso roquefort,
se meten al horno hasta que se gratine el roquefort.

Al conjugar estos ingredientes queda un magnífico platillo para recibir los abrazos que vienen al compartir con los amigos.

domingo, mayo 09, 2010

La melodía que reposa en silencio
en el fondo del corazón de la madre
será cantada por los labios de su hijo

Gibran Khalil Gibran

martes, mayo 04, 2010

Una receta rica y una historia inconclusa

Me dijo que quería comer algo distinto y que fuera algo fresco para este calor.


Le hice unos pimientos del piquillo rellenos, los sambutí con:
Camarones cocidos que luego mezcle con jitomates deshidratados fritos con ajo y romero. Los piqué y quedó una pasta muy rica. Los pimientos rellenos los acompañe de arroz salvaje y almendras. Todo se sirve en frío.

Eran tantas cosas que quería contarle, darle razones, ventilar mis sentimientos, pero parece que no era el momento. Tenemos una opinión equivocada de cada uno, él se queda con una imagen distinta de mí, y yo creo que ni siquiera lo conozco. Hay una parte que cada uno ha mantenido oculta, para protegerse, para ser otro. Fue por eso que terminamos hablando de temas menos dolorosos y mejor comimos y disfrutamos.
Le conté que el arroz salvaje no es un arroz, es un pasto acuático que crece en la región de los Grandes Lagos, en Canadá. Lo venden en algunos restaurantes pero la mayoría de las veces sólo dan 1 parte de arroz salvaje por 90 partes de arroz común y lo cobran carísimo. Este arroz lo tenía en el congelador, lejos de gorgojos e insectos indeseables. Tenía tanto tiempo de almacenarlo ahí, que son de esas cosas que se mimetizan de tanto verse en el mismo lugar sin que se perciba. Si quieres que nadie se de cuenta dónde está algo, ponlo en donde todo el mundo lo vea, así nadie lo verá..

La almendra la pelé, la piqué y la agregué al arroz salvaje, además de un poco de cilantro y unas cucharaditas de Salsa Lizano. ¿Cuál es la salsa Lizano?, preguntó. No lo quise confundir más y le dije que era como la Salsa Inglesa pero de sabor más rico. De todos modos no la compré aquí, era de Costa Rica.

Así que el arroz salvaje no es arroz, pasa por arroz, se tiene una percepción equivocada de él, es lo que no es. Cuando se cuece parece una diminuta palomita de maíz bien reventada, con una esencia distinta, diferente.

Ingredientes
un frasco de pimientos del piquillo, rellenos de:
1/4 de camarón
jitomates deshidratados en el horno, y luego fritos con ajo y romero

arroz salvaje cocido y luego revuelto con:
almendra pelada y picada muy fino
cilantro picado
salsa Lizano, o salsa Inglesa

domingo, mayo 02, 2010