
domingo, septiembre 30, 2007
De ensoñaciones y desengaños

jueves, septiembre 27, 2007
Respetando la receta

Y a aprender a disfrutar esa tensión de saber que la creatividad tiene un límite de tiempo. Así me pasó ayer. Horas después de haber entregado el cuento las manos me temblaban y mi estado ansiedad no tenía límite. Era una especie de euforia caricaturesca. Tal vez en honor al nombre que use de seudónimo. No se los digo porque es secreto, pero imagínenlo nomás.
Pero hay algo, una pequeña parte de mí que no funciona del todo así. ¿Por qué será que cuando se trata de comida esta personalidad indómita que corre como caballo salvaje en desbandada se desplaza en otra dirección?
Me vuelvo una mujer disciplinada, me voy abasteciendo cuidadosamente de lo necesario para preparar una comida especial, con mucha anticipación, teniendo el cuidado suficiente porque que la mayoría de los ingredientes son productos perecederos. Reflexiono sobre la combinación de los alimentos, su presentación, su cocción. Soy otra Carmen.
Pero quisiera ser así al menos en la narrativa. La base, los cimientos, la estructura, el conflicto, el giro, el desenlace del cuento los dejo envueltos en un chilaquil de historia y luego estoy chillando porque no me sale algo digno. La receta de los grandes cuentistas la dejo olvidada en el más oscuro rincón, y quiero desarrollarme empíricamente. Haciendo malabarismos en la barda de púas del vecino. Aquí ni mi agudo olfato, ni mi crítico paladar funciona. “Ah que la chingada, me tengo que ir por el camino pavimentado, encorsetada, de tacones y con traje sastre”
Duele el equilibrio, duele la encorsetada, duelen los manuales, duelen las recetas y lo peor es que no hay otra manera.
lunes, septiembre 24, 2007
El mundo huevo

Se volvió existente.
Se desarrolló.
Se convirtió en un huevo.
Permaneció por el periodo de un año.
Se partió.
Una de las partes se convirtió en plata, otra en oro.
Esa que fue plata es esta tierra.
Esa que fue oro es el cielo.
La que fue la membrana externa son las montañas.
La que fue la membrana interna son las nubes y la niebla.
Donde estaban las venas están los ríos.
Lo que era el fluido interno es el océano.
Lo que nació de este huevo es el sol.
Cuando nació, gritos y alabanzas y todos los seres y todos los deseos brotaron de él.
Por lo tanto a su salida y a cada regreso suyo, gritos y alabanzas y todos los seres y todos los deseos surgen de él.
-Chandogya Upanishad, ca. 800 BCE
miércoles, septiembre 19, 2007
No me sale el cuento, buuuuuuu.


Revisando la red me entero de esta noticia.
Una máquina despachadora de helados evalúa el grado de tristeza que tenga el cliente.
Dr. Whippy es el nombre de esta máquina de helados que fue presentado en una feria de tecnología.
Dr. Whippy hace un análisis a la voz del cliente y a varias de sus respuestas formuladas para saber su grado de tristeza y depresión. En virtud de esto, la máquina terapeuta despachará la cantidad de helado necesaria para combatirla. A mayor grado de tristeza la máquina proporcionará mayor cantidad de helado.
¿Y a cuando me ponga goooooooorda de tanto comer helado quién me va a quitar mi tristeza? ¿Comer para olvidar?, naaa.
¿Por qué mejor no inventan una máquina que me saque de la crisis cuando no me sale un cuento? Eso si es tristeza.
lunes, septiembre 17, 2007
El secreto mejor guardado

-Ni en un pinche Starbucks te lo preparan con esta espuma, además que diferencia de precios.
-¿Y te gustó la natilla express?
-¡A que delicia!, lo malo que ya empiezo a ponerme ansiosa, a una loquita como yo el café me acelera tanto como para ir a correr la maratón.
-En este mercado llega mucha gente nada más a comprar su café, vende muy buenas mezclas.
-Pues sí, nunca me hubiera imaginado que lo atendía el dos veces Campeón Nacional de Baristas de México.
Hay que preguntar por sus creaciones, como la natilla express (delideliciosa) , sus capuchinos con dibujo, o su Alegría: expreso, crema y almíbar de hoja santa. Vende buenas mezclas de café de grano y este mes de septiembre, los días 22 y 23 tiene preparado un curso intensivo para hacerte un experto en preparar café.
Café Passmar atendido por Salvador Benítez
Mercado Lázaro Cárdenas
Adolfo Prieto s/n local 237 entre Romero de Terreros y Av. México Coyoacán
Col. Del Valle
5669 1994
sábado, septiembre 15, 2007
jueves, septiembre 13, 2007
Auto balconeo

Lo que traigo a cuento comienza por aquí, sucede que de repente me gusta comprar distintos tipos de chocolates y hacer comparaciones de su calidad, en este mes patrio les tocó a los chocolates con tequila. Compré unos de la marca Turín con Tequila José Cuervo Especial. El chocolate es semi-amargo y esto se agradece porque el relleno de jarabe de tequila es bastante dulce y pega con tubo, aguantan. A estos les puedo dar un ocho en calificación en cuanto a la calidad del chocolate y consistencia del relleno, que no es demasiado espeso y se agradece ese color transparente que podría ser lógico en un chocolate con tequila.
Cuando quise sacarlos me llevé una sorpresa, no salían por el cuello de la botella los méndigos chocolates.
-Y ora? ¿Qué hago? ¿Cómo los metieron ahí? Es demasiado estrecha la salida para sacarlos.
Así me la pasé como cinco minutos sacude y sacude los cochinos chocolates, apenas logré aproximar uno en el cuello de la botella y ahí se quedo, atorado sin poder salir.
Como soy una loca atrabancada lo primero que pensé fue romper la hermosa botella. Pero me negué y seguí sacudiendo la botella con el chocolate atorado.
–¿Pues como carajos los metieron?
Fue cuando me acordé de esos barcos hechos por hábiles artesanos que se pasaban horas modelando y construyendo su diminuto velero. De algún modo tenían que haber metido estos chocolates.

Hasta que por fin se me ocurrió levantar el papel opaco que cubría el fondo de la botella y me encontré con esto:
Me dió mucho coraje y a la vez pena mi tontería. Llegue a pensar por un momento que a lo mejor había que sacarlos por abajo, pero un romantisismo idiota me impulsaba a pensar que no, que un hoyo en el fondo de la botella le daría al traste a la misma. A punto estuve de estrellar la botella contra la pared como cuando bautizan un barco.
Pasando a los chocolates, he de decir que me quedo con los primeros, la calidad del chocolate de La Suiza no es tan buena y su relleno es muy espeso y más dulce, además de tener un desagradable color verde. Sólo la espectacular botella es el mayor mérito de estos chocolates y si se los regalan a otros mensos como yo, pues hasta una aventura igual podrán vivir algun día.
No se rían, ¿a poco a ustedes no les pasan pendejadas?
lunes, septiembre 10, 2007
Carnita orgánica
Tuvo alergia al polvo común y al polvo de madera cuando adolescente. ¿Vacuna para la gripe o contra la alergia? Ni pensarlo siquiera.
Creció sana y fuerte, como esos frutos que se desarrollan sin cultivo, salvaje y primitiva. Si por alguna razón llegaba a tener algún dolor, alguna infección, todo era tratado con medicina homeopática. Se podría decir que su carne era pura, sencilla, 100% orgánica, lista para salir a la venta en cualquier tiendita de esas que están en las esquinas verdes, o en la sección de los supermercados popis. Su cabello era brillante, su piel elástica, suavecita, invitaba a degustarla a la primer mordida.
Pero esta vida es perfectamente estúpida, justo cuando estaba para ser probada por los más exigentes paladares; le cayó el chahuistle que ya venía asomándose en generaciones posteriores. Recibió el peor de los pesticidas, doce sesiones de quimioterapia y otras roñas por un tiempo. Imposible vender esa carne contaminada con metales pesados, tanto cuidado, tanta salud tirada a la calle. La última alternativa era ofertarla burlando los controles alimentarios existentes. ¿En este país, cuándo? No sería la primera vez que se ofrezcan unos muslos bien gorditos como carnita para tacos al pastor.

más carnita aquí y aquí y acá que está bien terrorífica
viernes, septiembre 07, 2007
miércoles, septiembre 05, 2007
Un cuento chilango
Tenía que hacer algo, así que la otra noche los esperé ansiosa y de antojo, con mi bicicleta lista para lograr darles alcance. A las once de la noche en punto los oí, salí atrás de ellos, sin embargo por más que pedaleaba no lograba acercarme a menos de 200 metros, dieron vuelta en sentido contrario y un automovilista me insultó por entrar a circular así en esa avenida. Finalmente con la distracción perdí su rastro.
Al día siguiente, éramos seis vecinos apostados en las esquinas formando un radio alrededor de varias cuadras, el primero que lo oyera o viera llamaría a su compañero más cercano y así de uno en uno, nos comunicaríamos para perseguir a nuestro escurridizo objetivo.
De pronto, dando la vuelta lo vi aparecer, era un hombre de rostro oscuro apenas si se veía, sólo resplandecían dos focos del triciclo, dio vuelta en el carril en contra sentido de un eje vial, no quise perder ni un minuto llamando a los vecinos y lo seguí con rabia y decisión. Puso el sonido: Tamales oaxaqueños, tamales calientitos, pruebe sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños. Por más que había preguntado nadie nadie había comprado o probado esos tamales. ¿ A quién se los vendían si desaparecían al menor intento por buscarlos? ¿A dónde se iban, dejándonos con el antojo de tamal?

domingo, septiembre 02, 2007
La escondida respuesta o el color de dios

¿De qué color es la espalda del dios que camina
por las veredas pegajosas del mercado?
¿En la nuca del dios hay
un tiempo distinto de los años que en su rostro
sin arrugas contemplamos?
No respondas ninguna pregunta
que no lleve angustia a los huesos endurecidos de tu frente.
No
contestes a las respiraciones con que el aire corroe sin prisa
los ladrillos las maderas los metales las cortinas
de tu casa en el hoy de este ayer.
Pregunta solamente con la voz de un loco
que entierra su lengua en los sombríos sonidos
de su silencio solitario.
Vuelve a preguntar por el cotidiano verbo
de todos los habitantes de esta ciudad
maldecida por el polvo.
Repite tus sílabas cuenta las letras las frases
los recursos del idioma que cambia contigo
al transformarte.
Y entrega ofrece abandona así
Las rasgadas razones que tu dolido paladar jamás podrá
explicarle a ninguno ni a nadie.
¿Cuántas dimensiones tiene
el dios que transita por las cobijas del burdel
o los escupidos escalones del estadio
o los pisoteados coágulos de las carnicerías?
¿Cuanta luz
contienen las sórdidas señales que el dios utiliza
para abrir los caminos como lenguas de inusual dragón
o de quieta serpiente?
Tampoco respondas cuando sean tus encías
esclavas pasajeras de la verdad:
cuando la ácida memoria de un objeto similar
a un corazón contamine las indefensas gestiones
de tu boca.
No quieras responder: destruye ese deseo
desesperado de bicho soledoso que te lleva a descubrir
a eructar a masticar a regurgitar a oscurecer las palabras
que son nada más que fantasmas del dios.
Retírate de tu respuesta
como un vientre que no quiere
contigo unificarse:
apártate de la fuerza del fuego
que se nutre de las babas y las basuras
y las banalidades de esas de esas criaturas extranjeras
que todavía no saben ni defecar ni respirar
ni construirse
como los altos animales que son partículas
de las iluminaciones del dios en otros mundos.
¿A qué
huele la entrepierna del dios?
¿Huele a hembra desvelada
y actuante? ¿a macho calcinado y hacedor?
Aléjate de toda
respuesta: que la pulsión del sueño se descomponga
en tu frente. Que la arena salobre penetre en tus ojos
y la gastada espuma del amor
ciegue tu boca:
Así callaras como ahora
entre invisibles papeles
indecibles pausas
invencibles palabras.
de Poeta Semi-Automático
Universidad de Guanajuato
sábado, septiembre 01, 2007
Comida de cumpleaños
Gonzalo andaba muy aguado en su cumple, no quiso irse con sus cuates, ni que yo cocinara, ni recibir amigos, ni tener que ir por las chelas y ser buen anfitrión en su cumple. Quiso pasarlo sólo con las hijas y yo. Como él andaba con antojo de un buen bacalao sin ser navidad, ni semana santa, se me ocurrió que fuéramos a Casa Portuguesa. Y vaya que había variedad de formas y presentaciones, desde lomos sellados a las brazas o acompañados con jamón serrano, hasta bacalaos desmenuzados a las natas, con salsa de tomate, con arroz, con papa. Cada quién escogió su platillo fuerte y mientras empezamos a entrar en calor con unos deliciosos petiscos: Mejillones a la portuguesa salteados en vino blanco olivo y con pimientos, lulas fritos (calamares), bolinhos de bacalao.
Casa Portuguesa tiene una amplia carta para todos los gustos, hay también varios platillos con pato, conejo, carne de res, arroz con mariscos, pollo y hasta cabrito marinado y horneado. El lugar es muy agradable, con sus muros simulando sus típicos azulejos y una preciosa vajilla (tenía que ser) dan un ambiente acogedor, desafortunadamente estaba lleno, todo el ruido hacia difícil escuchar los fados que ponían para ambientar el lugar, mis ojos descubrieron en una pared este fragmento del famosísimo fado que canta Amalia Rodrigues: Tudo isto é Fado.
Tudo isto existe
Tudo isto é triste
Tudo isto é Fado
El servicio es bueno, siempre y cuando no toque un mesero novato tratando de contestarme mis preguntas, afortunadamente fue rápidamente asistido por otro con más experiencia. Eso de que atiendan meseros que no sean capaces de saber detalles sobre los platillos que ofrecen es de pena ajena.
Brindamos con un vino Pisa a Pé, producido según la tradición pisado a pie en lagar típico de piedra, de las castas tradicionales portuguesas Trincadeira y Castelão. Este vinito literalmente hecho con las patas, no por eso menos rico nos acompañó muy bien toda la tarde, que poco a poco se volvió tranquila cuando muchos comensales se fueron yendo, dando oportunidad para disfrutar de la música y llenarse de saudade.
Almas vencidas
Noites perdidas
Sombras bizarras
Na Mouraria
Canta um rufia
Choran guitarras
Amor, ciúme
Cinzas e lume
Dor e pecado
Tudo isto existe
Tudo isto é triste
Tudo isto é Fado
Casa Portuguesa
Emilio Castelar 111 –A
Polanco
Valet Parking
5281-0075 5280 6885