"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

lunes, octubre 29, 2007

Dos miradas, dos paisajes




(foto tomada del Rincón de recado)



Dos ángeles abren las ventanas para mirar a la tierra.

-¿Qué ves Camille?- le pregunta un ángel al otro.

-Veo una niña sin zapatos que cobra a cada hombre por subir a un edificio. Una mujer morena con los pechos secos y amamanta a un niño que llora. Un hombre con harapos que huele un algodón entre sus manos. Veo una señora que camina sola hablándole a una foto. Un campesino que hace plegarias a Dios en un cultivo seco y niños a su lado con una enorme panza. Una soledad y olvido que se trasmite como sarna a los viejos. El amor que acaba entre dos parejas y una lenta agonía de una enfermedad sin resolver.

-¿Y tú Adonai?

-Una fiesta del recuerdo con flores amarillas y olor a copal. Una comida cuidadosamente dedicada, con dulces aromas de pan en coloridos tonos. La sonrisa de gozo y plenitud de un hombre pálido y frío. Veo la paz determinante y el silencio reflexivo. El logro terminado. La aleccionadora oscuridad de una tumba. Un suspiro de polvo y envidia entre los vivos.


una






viernes, octubre 26, 2007

Como ser vegetariano y no morir en el intento

mayores detalles de la foto:http://www.framebox.de/creations/3d/salad/

Cualquier puesto de quesadillas o tlacoyos en un mercado puede ser una opción vegetariana, y a veces mucho más suculenta que cualquier restaurantuco pretencioso de comida gourmet vegetariana. Yo no encuentro un lugar más delicioso que los puestos que hay en la calle en la ciudad de Oaxaca para comerme una enorme tortilla de maíz rellena con mole amarillito, quesillo y flor de calabaza. De solo acordarme me lleno de añoranzas y de tristeza al saber que están tan lejos.

Comienzo
Voy a repetir la cantaleta, el rutinario peregrinar de los aposentos vegetarianos de lo ordinario. ¿Es usted vegetariano? ¿Dónde quedó la salud y la sazón? ¿A poco por prescindir de la carne estoy obligada a comer hasta la saciedad crema y queso en casi todo el menú? Los platillos llegan rebosados con harto queso y las verduras aderezadas con salsas bechamel y crema. En este lugar sólo hay opciones para vege-harinarios y comidas en extremo yin.
YUG Varsovia 3. Col. Juárez
(Sé que tienen otro en las calles de Cozumel, donde está la librería del mismo nombre, pero la verdad nunca he comido ahí)

Atásquense que hay hierbas
Después del buffet de ensaladas: fruta y verduras, que mañosa y hábilmente apilan los comensales en un plato de 15 cm. de diámetro y harían las delicias de cualquier niño aprendiendo a hacer torres con bloques de legos, vamos viendo con desencanto como después del fabuloso festín autoservido, el menú se convierte en calabaza. Sopas sin chiste, con verduras hipercosidas y los platos fuertes son como pesadillas, en que se puede apreciar los abusos de cocinar soya texturizada sin saber de antemano que no sólo es sacarla del paquete y cocerla. ¡Por favor! Ya aprendan.
(¿tiene nombre?) Cruz Azul 162 Col. Industrial
(¿tiene nombre?) Monterrey (cerquita del mercado de Medellín) Col. Roma
QUNTO SOL. Carlos Daza 172. Col. Guadalupe Insurgentes
VEGETARIANO GOPINATH. Insurgentes Centro # 15 local A Col. San Rafael

¿Vamos al centro?
Estos son los imprescindibles cuando uno anda en el centro, aclaro que no son para llenar grandes expectativas ni exigencias. Hay para escoger entre ensalada de frutas o verduras, sopa fría (licuado espeso de fruta con base de tapioca, para los que no tuvimos suficiente con el gerber, ándale abre la boca chamaco) o sopa caliente (a veces bastante respetable) y a decidir entre dos guisados con su arroz integral batido, agua y postre. Feliz seré si hay tapioca con leche de postre ese día. Si no habrá que pedirla a la carta. Todos estos son una cadena del mismo dueño, yo aclaro que sólo conozco los dos primeros.
EL VEGETARIANO, MADERO Madero 56, Col. Centro
EL VEGETARIANO, CENTRO Filomeno Mata 13, Col. Centro
EL VEGETARIANO, DEL VALLE Pedro Romero de Terreros 1064, Col. Narvarte
EL VEGETARIANO, VILLA DE CORTES Javier Sorondo 367, Col. Villa de Cortes
EL VEGETARIANO, ROMA Tuxpan 24, Col. Roma

Pero por favor, no vayan a creer que este: VEGETARIANO MOTOLINÍA # 31 1er piso entre Madero y 16 de Sep. es como los de arriba. Ni siquiera pertence al mismo grupo. En este aunque presuma que fue el primer vegetariano, la comida es mala, el servicio es infame y los platos y vasos los llevan mojados, si no te da salmonelosis tienes que ir a la Villa a agradecerlo.

Ah, pero el hizache también florea
No crean que todo son naufragios de sabor. Hay lugares que merecen todo mi respeto, en donde el sabor se cuida y la presentación se celebra. Uno de ellos es el restaurante macrobiotico TAO. De los pocos en esta ciudad con un verdadero equilibrio, buen sabor y que se esmera en la presentación.
Su menú comprende un excelente arroz integral con gomasio (ajojolí con sal) que no llega batido como todos los demás arroces, una porción de verdes (berros, verdolagas, espinacas, etc.) con un rico aderezo, verduritas al vapor y algún encurtido, el plato fuerte que siempre sorprende a la vista y al paladar, y de bebida algún extraño the que siempre fortalece y alivia. La comida viene servida en una hermosa vajilla de estilo oriental de alta temperatura. La única desventaja es que me parece un poco caro.
MACROBIOTICO TAO Cozumel 76, Col. RomaTel. 5211-4641

Existe un lugar en donde se conjugan muchos ingredientes que son importantes para mí: un buen pan, buena sazón en sus guisados y jugos deliciosos. Me encanta su repostería, sus cuernos con queso, su flan y sus galletas, el pan de sus hamburguesas y sándwiches es buenísimo, su milanesa de gluten la puedo pedir infinidad de veces sin cansarme, sus jugos son variados y sus combinaciones son excelentes para aliviar el malestar que andamos cargando.
Lo malo de este lugar es que me queda lejísimos de mi casa y tampoco me gusta estarme parando a servir lo que necesito, fuera de eso el lugar es excelente.
MONTE KAILAS Filosofia y Letras 17, Col. Copilco Universidad

Los New-Age
Hay otros restaurantes que han surgido en esta moda de New-Age, como son los de LA BUENA TIERRA, que no es totalmente vegetariano, sus productos los promueve como naturales, tiene una calidad inestable en algunos platillos, sobre todo en los aderezos de sus ensaladas que terminan siendo anodinos, a mí en lo personal no me atrae este lugar. Me molesta su improvisado servicio de meseros.

Por último están también los que son cadena de productos orgánicos y cuentan con pequeños restaurantes como THE GREEN CORNER. De entrada, tan sólo por estar en colonias estratégicas y pretenciosas (Polanco, Condesa, Coyoacán) sus productos son extremadamente caros, pero habrá que agradecer que al menos hay una opción para encontrar en un sólo lugar gran cantidad de artículos libres de pesticidas. Y para comprar flores (yo que soy florófaga no voy andar preparando crisantemos en salsa de almendras con flores del mercado de Jamaica). Del restaurante no puedo decir gran cosa, tiene mucho tiempo que comí y no encontré nada extraordinario, salvo el mal servicio del mesero. Que parece ser lo que impera en la mayoría de los restaurantes de la condechi.

Ustedes tienen la opción
El hecho de no comer carne y elegir verduras no significa privarse de algo. He cocinado para un hombre vegetariano durante diecisiete años y durante tres años nunca repetí el menú. Para mí las combinaciones de vegetales, granos, verduras, algas, hongos son infinitas. Con imaginación, un buen sentido del gusto y sabiendo combinar los alimentos se puede hacer lo que quiera. El problema es cuando las modas alimenticias ponderan posturas satanizando algunos alimentos y comienzan a darle un estatus mamón por el simple hecho de no optar por la carne. Eso de llamarle “natural” a un tipo de comida es bastante tramposo. ¿Acaso la carne de unos tacos de suadero no es “natural”? Derivados del petroleo no son.
Lo que no se vale en todo esto es que por eliminar la carne nos van a dar un desfile de platillos sosos y mal preparados.

miércoles, octubre 24, 2007

La vida de todos los días




La señora Petra Pemex siembra maíz. Toda su cosecha la vende y cuando necesita tortillas, sopes, totopos, palomitas, masa y atole, tiene que comprarlas con sus vecinas. La señor Petra alimenta a una bestia hambrienta que llama marido.

domingo, octubre 21, 2007

No gané pero...

Desfile de alebrijes




































Gracias señores artesanos, por su fantasía y por alegrar esta ciudad y mi corazón.

jueves, octubre 18, 2007

¿Y por qué nosotros no le hacemos boicot?

Veneno me dio mi mamá
leche materna, sí, esa que sale de los pezones de tu mamita tiene plomo

Veneno me dio mi papá
pulparindo y chamoy con plomo mentiroso de los gringos

Veneno le doy a mi abuela
Cúrcuma para prevenir el alzheimer

Veneno me dio mi doctor
Cóctel de hierbas turbo para todos mis males. Casi se sale mi intestino


Veneno te vas a comprar a la tiendita de la esquina
Sustancias cancerígenas, prohibidas en unos países y utilizadas en otros
La razón por la cual hay concentraciones de plomo en alimentos de todos los días no es difícil imaginarla. Y ¿por qué si los gringos restringen productos que nosotros comemos todos los días, nosotros bebemos una coca con ciclamato de sodio? ¿Sólo ellos pueden bajar sus normas permitidas de plomo en los alimentos?

domingo, octubre 14, 2007

La vida cotidiana o lo que es lo mismo, la buena comida es un estado de ánimo



¿Alguién sabe que es esto? ¿A qué sabe?

Ayer en el Superama de la Condechi lo ví, pero no me entusiasme por comprarlo. ¿Qué raro? ¿Será porque sus tallos me recordaron al brócoli? Pues sí, no me gusta el brócoli, lo como por pura obligación, así que se me ponga como perro de Pavlov a salivar con harto gusto y venirme hacer una ensalada de brócoli, paso. Lo mismo me sucede con la papaya, sólo por obligación me la como.

Porque no queda de otra, porque son saludables. Mmh, como ese aserrín que venden y dicen que es pura fibra, ese cereal procesado que se llama All bran, gúacala de perro. A menos que sea en panquecitos con queso filadelphia, de otra manera ese all bran no me entra.

¿Cuántas comidas que uno hace son por obligación?

¿Cuántas veces la comida se convierte en un mero trámite y ya? No le busquen chichis a las culebras por favor.

Esta semana me pasó algo así.

Mi mano, mi bendita mano con linfedema

El lunes me corte el dedo gordo, fue tan profunda la herida que todavía ayer me seguía sangrando. Desde el jueves me comenzó una infección. El dedo se me hinchó como chorizo argentino. Tuve un dolor meco que me recorría desde el dedo a la axila, quería gritar y chillar como Magdalena por los rincones. Una mugre cortadita y cómo me puse. Ahora estoy tomando antibióticos y pues ahí voy saliendo de la crisis.

¿Y la comida?

Pues por eso digo que se volvió sólo un trámite. ¿A poco creían que yo nomás me la paso cocinando comidas memorables, llendo a zaraos y jolgorios, o de manteles largos? Me la pasé comiendo toda la semana en la calle, que si con los rusos o en la fonda de Jazmín. Son de esas veces que uno dice: "Qué hueva, la hora de la comida y ahora ¿qué me como? o ¿dónde como?"

Aunque he de decir que ahora hay un nuevo atractivo en esa fonda de los rusos, ahora venden una cerveza rusa con 8° de alcohol. Ni modo, hay que buscale el lado bueno a las cosas. ¿No?

jueves, octubre 11, 2007

¡Ahh, eso de comer en restaurantes!

Hace más de un año, en una clase disque de periodismo, cochina, antipedagógica y arcaica, con un maestro ídem, nos pidió presentar una entrevista. Enseguida se me ocurrió que la haría sobre lo que atrae de un restaurante. Pero conociendo lo que pastaba este güey que tenía cada ocho días frente a mí, además de sentirme tan poco entusiasta con esa clase, preferí entregarle otra entrevista con toda la formalidad que requería para su estrecha manera de pensar.

Así que entonces yo me quedé con esta encuesta que hice por mail a varios de mis amigos y conocidos. Les preguntaba qué es lo que valoran en un restaurante y si en algunos casos regresaría ahí. Muchas de sus opiniones son graciosas, inteligentes y manifiestan sus propios gustos y personalidades. Esto fue lo que me contestaron.

Jorge Lavalle
1.- Bueno, lo que uno busca en principio es limpieza, un buen sabor, el producto de un buen sazón y que el mesero no mida la temperatura de la sopa con el meñique si te llegas a quejar de que está fría. En particular busco intimidad, tranquilidad, un espacio donde comer a mis anchas, igual o mejor que en casa, lo cual es muy sencillo de lograr en la fonda más humilde del mercado. Busco también un espacio para leer, ya que casi siempre voy solo al restaurante, con la familia muy pocas veces y acudo con amigos sólo que se trate de un compromiso inevitable. Busco un espacio que me "restaure" la energía y la calma, que me permita descansar y meditar sobre cualquier cosa que se me pegue la gana. Busco por tanto comodidad y mantener lejos la intromisión de indeseables, léase conocidos, vendedores o parroquianos que quieran hacer la plática con cualquier pretexto. Busco además un sitio para hacer proyectos, los del resto del día, los que tenga en mente de familia, trabajo, tiempo libre, los de mis próximos días de vida.

2.- Valoro una sonrisa en quien me atienda. Una cara agria me echa a perder la degustación, así que me paro y me voy a buscar otro restaurador, al fin que no es mi clínica del IMSS y me puedo dar el lujo de mentarle la madre a quien me atienda mal desde el principio. Es importante también la comodidad del asiento, pues me ha tocado ir a lugares donde la barbilla me llega a la orilla de la mesa, o que el plato me queda a la altura de las piernas, o que una silla nada ergonómica me lastima las nalgas hasta provocar que entre un platillo y otro tenga que levantarme para dar reposo al músculo y al hueso adoloridos. Valoro la calma de un sitio, y por ende odio un restaurante donde los gritos son el común denominador, ya sea de los comensales o de los empleados, o lo que es peor, de todos, y súmale una vitrola a todo volumen con los Tigres del Norte, eso de plano no lo soporto. También rehúyo (y por eso valoro nuestros mexicanísimos restaurantes de antojitos) aquellos sitios donde el menú viene en francés, en alemán, en italiano o en chino, ¡carajo!, como si para comer un plato de arroz tuviera uno que ser políglota como requisito, no se vale, ¡viva México cabrones!

3.- ¿Que qué me hace volver a un restaurante? Pues debo admitir, a pesar de todo lo anterior, que generalmente es el precio y la limpieza, en ese orden. Si el menú sale en $35.00 con sopa de fideo, arroz, tortillas recién hechas, agüita de limón al estilo de mamá, guisado, frijoles, postre y café, todo lo demás valió sorbete. Los meseros me pueden salpicar de adobo a la hora de servir, puede tener mesa y sillas de La Corona, puede haber un trío norteño y un escándalo infernal de trastos, y gritos como "¡Se trabaja arroz con huevo frito sin yema pa' la tres!", "¡te pedí desde hace rato unas tortillas!", "¡si no me sirve orita mismo, me voy al de al lado!", "¡ya se te quemaron los frijoles!", etc.

4.- Otro motivo para regresar es la sonrisa de quien atienda, sobre todo si se trata de una fémina que se convertirá en heroína de uno de mis escritos, (cosa que ella jamás sabrá, como jamás lo debe saber mi esposa); ya veo a la enigmática galopina ocupada, convertida en princesa de cuento de hadas por mi fértil imaginación, memorizando cada orden, corriendo de un lado para otro con charolas, secándose el sudor de la frente con el delantal, tal vez preparándose mentalmente para el examen que presentará ese día en la tarde, oliendo a grasa y a la batalla diaria de atender a quién sabe cuántos desconocidos con quién sabe cuántas enfermedades y microbios embarrados en las propinas; regresaré a ese restaurante tantas veces como sea posible, buscando hallarme en su área de servicio, aunque es muy probable que antes de que yo regrese ella cambie de área de mesas, o de plano de restaurante, ya que pasará mucho tiempo antes de que regrese al mismo lugar, pues por lo general no voy en una semana al mismo comedor. Además, soy tan tímido que entre la mesera y yo lo único que se cruzará será el menú, su confirmación y la propina.

5.- Otra cosa que me hace volver a un restaurante es su capacidad de restauración psicoanalítica, su poder de recuperación nutricional (tal vez más su poder llenador que el nutritivo) y de paz espiritual. Si mi karma lo agradece, seguramente volveré algún día, buscaré a la mesera que ya no está y leeré lo que lleve a la mano, o simplemente me dedicaré a sopear, a cortar la carne, mientras observo los detalles del lugar, la cara de la gente y las historias que imagino en cada gesto.

Alma Mireles:
Cuando voy a un restaurante lo primero que tomo en cuenta es el lugar, y depende de esto y de los precios será el servicio, me gusta mucho ir a El Cardenal ahí comemos pechos de ternera muy sabrosos. Pax tienen una comida mexicana con presentación de chef, muy sabrosos los camarones al ajillo, está en la calle de la Paz en San Angel. También me gusta ir a La ex Hacienda de Tlalpan preparan los escamoles muy sabrosos y San Angel Inn deliciosa la langosta, en estos lugares claro por los precios casi te dan de comer en la boca, siempre están limpísimos los cubiertos, la comida en cada uno de ellos es muy buena y sus ambientes tranquilos y agradables. Otro lugar es Los Girasoles, que esta a un costado del Munal, tiene platillos de alta cocina mexicana ahí he comido un robalo con salsa de pepita. A mi marido y a mí nos gustan los lugares tranquilos y pues creo que siempre aprecias mucho el servicio y la explicación que solicitas sobre el platillo. Pero también me gusta comer en los mercados sobre todo en Oaxaca. Pero lo más importante para mí es la facha del lugar y lo limpio de los cubiertos, platos y vasos. Es horrible que te sirvan en un plato chorreado o sentir los cubiertos pegostiosos. Cuando como en la calle me fijo en el puesto más limpio y que las señoras que guisan usen blusa o vestido con mangas, como que comer con olor a sobaco me quita el hambre.


Elizabeth Krall
Maestra de Inglés
La comida es algo intangible pero necesaria. Pero, ¿por qué regresamos a un restaurante?. Dudo mucho que sea un platillo inolvidable porque no vamos a regresar a pedir el mismo alimento...y a lo mejor el resto del menú no vale la pena. Un buen servicio puede ayudar a un regular guisado. Lo que es ambiente para mí no es un buen ambiente para ti...creo que es una combinación de todo en la proporción de cada persona con un valor agregado. Te hacen sentir importante y especial para ellos (aunque sea el taquero).También depende de la ocasión y el bolsillo, no vas a celebrar tu cumpleaños en la fonda, ni comer a diario en el Lago.
Nada de esto ayuda mucho, pero si llegas a una conclusión. ¡Avísame por favor!

Enrique Escalona del Moral
La panza es primero.
Normalmente privilegio la atención y el servicio sobre el sabor de los alimentos (claro, una excelente atención no justifica platillos pésimos).
1. ¡Atención! ¡Coman, ya!
Una ocasión, al deambular por la calle de Allende, decidimos, Rosy y yo, entrar a comer en "La Vasconia". El olor de los pollos rostizados nos sedujo. Nos sentamos y una "linda" mesera cara de sargento mal pagado nos aventó la carta. Muchos minutos después la cara de sargento nos tomó la orden (mejor dicho nos ordenó pedir). El hambre y el aroma de los pollos evitó que nos saliéramos: teníamos la esperanza que el platillo recompensara el mal servicio. Cuando cara de sargento regresó con la comanda, ¡oh sorpresa! El pollo rostizado estaba tibio y las papas fritas ¡frías! ¿reclamar? ¡ni pensarlo! Más valía comer sin enojo para evitar ser fusilados. Finalmente, nuestro apetito estuvo por encima de la mala calidad del alimento y el pésimo servicio.
2. A recoger los muertos
Normalmente, mis amigos cinéfilos y yo tomamos como refugio postfillmico para cenar el Restaurante "la Pagoda"(antes La popular) que está en el Centro Histórico (junto al bar La ópera). Sin duda, el lugar equilibra buen servicio y buenos alimentos, donde el café con leche y el pan, a mi parecer, son lo más sabroso (junto con la sonrisa de algunas meseras y el buen ver de algunas comensales). El lugar te permite charlar, aunque debido a un criterio eficientista las meseras están demasiado pendientes de recoger los trastes vacíos de las mesa (recoger los muertos, dicen).
3. Lo que importa es vender
Nada más peleado con el buen sabor y la atención que un puesto de tacos "sin corazón", donde al empleado no le importa el cliente y donde al dueño le interesa maximizar ganancias. En mi amplía experiencia tacófila he comprobado que, regularmente, los taqueros se ofenden si sólo te comes un taco ¿sin refresco? Esperan que por lo menos pidas tres con su respectiva bebida. Inténtenlo y ya verán: antes de darte el taco insisten: ¿algo de tomar?, más por vender que por servicio, Y antes sobre dar la última mordida viene el clásico: ¿le doy otro? Cuando dices "no, cóbrese uno" la mirada del taquero será...indescriptible, pero para que lo explico, mejor vayan a comprar un taco y lo entenderán.

Atma Santa Cruz
Restaurantera
Cuando pienso en ir a un restaurante, como me gusta comer sabroso busco eso: un buen comer. Aunque ahora con esta experiencia que la vida me puso en medio no sólo pienso en lo sabroso, sino que busco que este sabroso y lo mas sano posible. Lo sabroso lo valoro en que este hecho con ingredientes de primera y preparado al momento. Mmmh, aunque claro con el pan no es el mismo caso, me gusta ese pan de fermentacion lenta y preparado sin prisa: eso de chopearlo en un platito con aceite de oliva y su toque de vinagre balsámico me encanta. Mientras más rustico este el pan más me gusta y pensando en tus preguntas el buen pan es algo que me hace volver a un restaurante. También me hace volver unas buenas salsas y unas tortillas recién hechas y si son a mano aun mejor, como en la fonda Chelo que tiene las tortillas mejores del mundo y una salsa molcajeteada que la envidiaria el restaurante más caro.

En fin mi Carmen que a grandes rasgos te va esta poco de ayuda, porque como que no ando muy inspirada.

Stella Cortéz
Al leer tus preguntas vino a mi cabeza un mundo de evocaciones y sensaciones, al acordarme de un platillo que comí en determinado lugar, ¿Cuáles son mis lugares favoritos?

Siempre me gusta tratar de descubrir nuevos lugares donde se coma bien, y bueno, trato de saborear la sazón, disfrutar de las atenciones de meseros y capitanes, fijarme en los precios, olvidarme del tiempo que está tan escaso, y que ya cuando te acuerdas ya se te fue el día…pero invariablemente vuelvo a mis consentidos. Sí, son seis los que encabezan mis preferencias:
Bondy
Cluny
Las Lupitas
Mazurka
Italiannis
Azul y Oro
Cada uno de estos lugares encierra bienestar, evocación, placer por la delicia de sus sabores, de saberme consentida por unos momentos, porque ¡ah cómo es rico que te atiendan bien! Es un abstraerme de la ciudad que está afuera, de los problemas a solucionar, de la chamba, de la cotidianidad –a veces horrible– el recuerdo de la compañía en otras épocas, la infancia, etc..

Podrá haber lugares exóticos de comida oriental, otros donde comas magníficos cortes de carne argentinos, lugares sofisticados que pretenden servirte gastronomía mediterránea, pero pocos logran eso que hace que vuelvas, que te sientas como en tu casa, que cierres los ojos con cada bocado. Porque simplemente es delicioso, que disfrutes recorriendo la carta para ver que platillo pedirás, o para constatar que sí, la chivichanga, las gorditas norteñas o el atole de canela (único) de Las Lupitas siguen ahí esperándote, igual que la plaza Santa Catarina detenida en el tiempo, que te invade algo tan especial cuando ves la sencillez del lugar, sus paredes, sus cuadros, sus macetas en las ventanas.

Que cuando entras de nuevo a un lugar te invadan los olores de su repostería y con ello la nostalgia de las veces que lo visitaste con tus padres, como me pasa en Bondy. Que valió la pena cruzar la ciudad y llegar hasta Polanco y enfrentarte a la indecisión de lo que vas a ordenar, que como niño chiquito esperas que el mesero llegue con la charola de los pastelitos, que quisieras tener el tiempo para de vez en cuando irte a desayunar y alcanzar una de las conchas que hacen y que se acaban bien pronto, que te gustaría tener el dinero para llevarte un pastel de trufa.

Que saborear algo delicioso, acompañado de un cuarteto de música que interpreta a Chopin sólo te lo puede dar el Mazurka, y que tal vez sea de las pocas veces que pisas la Nápoles. Esa casa de construcción tan representativa de una época te trae el recuerdo de otros tiempos, de las veces que fuiste con seres muy queridos a recibir el año nuevo y te sentiste como de la high, comiéndote el pato y la crepa con bluberry.

Tal vez en mi lista te parezca convencional ¡cómo el Italiannis junto a las Lupitas,! pero cada vez voy probando diferentes platillos y los comparto, entro en una comunión muy especial con la otra persona. Siempre descubro nuevos sabores en esos platillos italianos, me encanta cada trago de clericot. Y termino decepcionada de ya no tener lugar para el postre y el café. Eso es algo que no perdono pues cierra con broche de oro la experiencia

Volver a tus restaurantes favoritos es volver a otra atmósfera única, eso me pasa en Cluny… y cuando lo recuerdo con cada una de las deliciosas crepas que he ordenado, me da coraje que pase tanto tiempo entre las visitas y que a veces coma más seguido en algunos dizque restaurantes. Me invade la nostalgia de San Ángel, la intimidad de la iluminación, me siento trasladada en segundos de chilangolandia a la France, en fin.

Para quienes trabajamos en la UNAM es un deleite contar con el Azul y Oro, es como un oasis en medio de la nada, en medio de los puestos de tortas y hamburguesas…por cierto si no has ido te lo recomiendo. Ahí me encanta ver las novedades del mes, que el chef Muñoz Zurita se pasee entre las mesas como monitoreando, vaya hasta se me olvida que no permite fumar, total, ya al salir lo haré junto a la fuente o en la escalinata de la Neza, Es como viajar por esa nueva gastronomía mexicana, tan tradicional y tan deliciosa.

En fin Carmencilla, espero que mis líneas te sirvan de algo, tal vez no me ceñí a responderte pregunta por pregunta y a lo mejor dices que me eché un chorote.

Silvia Adel
Catadora de Café
Lo que me hace regresar a un restaurante es la calidad de los alimentos, el servicio y el manejo de los productos. La preparación más apegada a la tradición, por supuesto la combinación de aromas y sabores, texturas y colores todo eso me gusta porque soy muy sensible a ello y muy visual. Por supuesto debe haber música acorde al lugar. Lo que más valoro son los aromas y sabores naturales y autóctonos, también la atención al comensal, la limpieza y confort del restaurante. Hoy no estoy muy inspirada, espero te ayude en algo.

Ana Luisa Lacorte
Diseñadora Gráfica:
Por supuesto lo que más se te queda es el sabor de la comida pero en cada restaurante tienes expectativas diferentes. Lo que sí es que, al menos a mí, siempre se me queda grabada la atención de los meseros. Que te pelen con una sonrisa y que no se tarden. Que se fijen en lo que están haciendo y no lleguen con la sopa sin cuchara. Eso para mí cuenta mucho. De los platillos en general no experimento mucho, me caso con cosas que me gustan pero desgraciadamente uno va buscando ese sabor en todo. Algo que engloba ese sabor al menos es la sal. Me choca la comida que no sabe a nada, lo mismo para las aguas de sabores, con harta azúcar! Odio reconocer sabores de lata en la comida de restaurante. De mis restaurantes favoritos son el Danubio y sus langostinos, los chiles en nogada o las pechugas con nata de La hostería de St. Domingo, y la ensalada Kanitai del Sushito entre otros. Espero te sirva

Maribel Puig:
Cocinera
Yo en un restaurante empiezo por el concepto "calidad- precio" no hay cosa que más me moleste que te vean la cara. Ejemplo: Si entras a una fonda, sabes cuales son sus limitaciones. Ahí lo que quieres es que las cosas sepan rico, no esperas gran decoración ni servicio de filipina, esperas que el servicio sea más o menos rápido y que la comida esté buena de sabor. Si te cobran por una carne de origen desconocido y mal sabor $ 100.00 brincas. En un restaurante de alto precio lo que pides es que todo esté bien. Buena recepción, mesas bien montadas, camareros atentos y que sepan lo que están haciendo, y sobre todo buena cocina. Esto quiere decir platos bien montados, con el término adecuado de cocción, con el tiempo correcto de servicio. En México, es bastante difícil conseguir todo ésto, pero cuidado ¿que tal los precios?. Los restaurantes no cobran tan cara la comida pero se cargan en cuanto a la bebida. No es posible que un vino que en supermercado cuesta $ 100.00 te lo encajen a $400.00. Otra cosa importante no mantienen la calidad. Quieren poner un restaurante y que a los seis meses les reditúe su inversión; eso es casi imposible, pero como ahora hay inversionistas que en lugar de invertir en CETES ponen un restaurante ...
Te digo una cosa, tampoco hay una cultura gastrónomica muy amplia, poca gente exige, porque poca gente sabe... Lo más que hacen es no regresar, pero poca gente devuelve un plato a la cocina porque no le satisface. Eso creo que es inseguridad gastronómica, porque a fin de cuentas no saben a que sabe lo que pidieron. Muy pocos restaurantes persisten en su calidad, los que lo hacen subsisten.
Un abrazo

miércoles, octubre 10, 2007

Literatura blog


Archivo Hache
Literatura blog
por Heriberto Yépez
http://www.milenio. com/suplementos/ laberinto/ nota.asp? id=555590
6-Octubre-07

Cuando en 2002 comencé a escribir en blog (entonces llamado Border Blogger) no faltaron amigos que me recomendaban cerrarlo inmediatamente porque el blog era visto, entonces, como callejero, amateur, antiliterario. Tener blog era desprestigiante.

En un lustro todo ha cambiado. Hoy escriben en blog autores tan reconocidos como Christopher Domínguez o José de la Colina. Qué bien que ya no exista ese desdén.

Un blog es una página que su autor mismo sostiene. Ésa me parece la característica más concreta del weblog. Tiene que ser un espacio levantado, autoconstruido y mantenido por el individuo que lo firma. Si no es así, se trata de otro género.

El blog, además, no es un sitio donde se copypastean textos. El blog tiene su género central: el post. Un post es un texto relativamente breve, una especie de ensayema, de tipo informal, con temas cotidianos en que la autoconstrucció n de la figura del escribiente es la teleología. El post es una tecnología del yo, para decirlo con Foucault. Se trata de crear un personaje vital.

El trasfondo del blog es cuál es la relación entre escritura y vida.

Otra característica del blog es que se trata de una herramienta posmediática, esto es, es un contrapeso crítico al pensamiento impulsado por los periódicos, sus suplementos y las revistas.

Como en el blog se autopublica lo que se desea —¡adiós editor!— tiende a generar polémicas y fuerzas de resistencia. La literatura mexicana de nuestra generación debe al blog muchas de sus actuales características. El blog, por ejemplo, ayudó a mermar el poder del centro del país, y si hoy revistas como Letras Libres tienen blogs —muy interesantes, por cierto— se debe a que blogs de escritores mexicanos de varias generaciones erigieron desde su espacio-tiempo autónomo, cotidiano, comunidades de lectores que, en algunos casos, diariamente siguen los nuevos posts de ciertos blogs.

El blog, para bien y mal, acercó al escritor y al lector.

En México todavía no se explota bien al blog. Faltan blogs teóricos, por ejemplo. Blogs de reseñas independientes. Blogs con crítica sagaz y, a la vez, que construyan una paradójica privacidad pública (siempre ficticia).

Lo que los lectores del blog buscan es asomarse a la vida del autor. El blog es un género biográfico. El blog no se ocupa de mis opiniones sino de mi existencia. Es una combinación de e-mail, prosa lúdica, anuncio y diario. El blog es autogossip. Se trata de un ensayo intermitente acerca del yo y los otros.

Como lo dije hace cinco años, si Alfonso Reyes hubiera nacido en nuestra época hubiera tenido un blog y ese blog hubiera sido el mejor. Reyes era un maestro de lo anecdótico, lo instantáneo y lo breve, las tres virtudes máximas que puede tener el blog.¿Qué es un blog? Un blog es un espacio-tiempo de autoconstrucción de un heterónomo digital del escritor.

heribertoyepez@ gmail.com

domingo, octubre 07, 2007

Se trataran temas como:

- La evolución histórica de la alimentación en México
- Análisis antropológico del consumo de alimentos.
- La producción de alimentos en México
- La tradición culinaria mexicana
- La alimentación y la salud
- PANEL DE DEFENSA DE LOS RECURSOS ECOGASTRONÓMICOS, LA LUCHA DE SLOW FOOD: CINCO PANES Y DOS PESCADOS ¿PARA TODOS?
. La recuperación de la base alimentaria – El baluarte Slow Food del Amaranto en Tehuacán
- La defensa de los recursos genéticos en México
- Los recursos alimentarios de la humanidad
- El enfoque de lucha de Slow Food

ACTIVIDADES ADICIONALES:

· Exposición de carteles con investigaciones o acciones relacionadas con el tema
· Feria gastronómica


Conversación con Memito



-Mi papá cocina y me hace de comer bien rico. Me hace pollo y carnita, bien sabrosa.

-¡Qué bueno Memito! ¿Y tú mamá?

-También, ella me da pan con nutela.

viernes, octubre 05, 2007

Mis vicios son otros

Mi amiga María, la colombianita ,me ha llevado por caminos de perdición. Hace ya varios meses que abrió para mí un mundo nuevo. Me llevó al mercado de Medellín en la colonia Roma y ahí en algunos puestos me mostró un montón de productos colombianos. Que si el famoso aguardientico anisado que tomaba la Gaviotica y su mamá en Café con Aroma de Mujer, que si una pulpa de fruta congelada para hacer agua de Lulo, arepas colombianas, empanadas, café, arequipe (cajeta, pero de vaca), y demás chunches para preparar comidas sudamericanas, incluida harina para pão de queixo, harina de yuca, yucas frescas, ñame, cebolla de verdeo, plátano macho verde. Interesante sería que se dieran una vuelta y se aventuraran a probar todo esto.

Ese día fuimos a conseguir las cosas para guisar un Sancocho que María me iba a preparar en su casa. Entre las muchas cositas que compré por curiosidad, me traje una bebida de malta que se llama Pony Malta. María no estaba tan entusiasmada cuando le pregunte si le gustaba:
-Mhh, pues en Colombia los niños la toman y les gusta mucho, es muy nutritiva, pero a mí no me gusta. Sin que me importaran sus preferencias yo decidí comprar dos botellitas que por cierto se me hicieron caras. $18.00 cada una, más que una cerveza Casta que cuesta $15.00 en un oxxo. Pero como me aseguró que sabían a malta, no dudé en gastarlo. El Sancocho que nos preparó estuvo buenísimo, lo acompaño con patacón de plátano, agua de Lulo y de postre nos dio obleas con arequipe, que Analuisa y yo terminamos lamiendo el frasco como gatas golosas.

La Pony Malta que traje a mi casa la metí al refrigerador y a los pocos días la probé. Ahh, ese sabor profundo a malta tan apreciado para mí, ligeramente caramelizada y cerealosa. Tan buena que no creí que no tuviera alcohol, un atroz descubrimiento.

¿Por qué? Porque desde entonces cada que puedo me tomo una o dos por semana. Otra cosa que he experimentado es que si la incluyo en lugar de agua para hacer pan, éste queda bastante aromático. Estoy tentada en preparar una masa agria, para hacer un pan más maduro e incluirle melaza, ya veré si lo experimento. También se me ocurre que como masa de pizza podría darle buen sabor. Es por eso que me lamento haberla conocido, porque mi presupuesto merma, y me siento como dicen los anuncios bobos: a todos en casa les encanta. Ahora por más que trato de olvidarme de ella, mi paladar reclama ese sabor. Chin, me he vuelto una pinche viciosa de una bebida sin alcohol, que bajo he caído.

miércoles, octubre 03, 2007

¿Quién es el que anda aquí?

Me gustan las canciones que cuenten historias, eso ha sido desde niña. Y no sólo historias, imágenes que muestren palmo a palmo la vida cotidiana y a la vez desarrollan mi imaginación.

La niña solitaria que solía ser, tenía un pequeño tocadiscos que disfrutaba golosamente por ser sólo para mí. Oía todos los discos que me prestaban mis hermanas y también una pequeña discoteca de acetato en tamaño pequeño (sencillos les decían) casi todos eran de Crí-Crí.

Mi vida la veía reflejada en esas canciones, yo era ese elefantito que le chillaba a su papá que no le gustaba la sopa de lenteja ni de fríjol. Mi hermano era el comal fregón y yo la olla regañona. En La Merienda estaba presente la desagradable nata que le salía a mi leche. En Bombón Primero, la princesa Caramelo me parecía una melindrosa por no querer vivir con un rey en un castillo con murallas de membrillo y que en vez de pelo le brotaba pura miel – mmh, aprovéchate mensa–. Podía despertar mi miedo culposo con Las brujas, o mi ensoñación con el Baile de los muñecos.

Se cumplen 100 años del nacimiento de Francisco Galbilondo Soler -Crí -Crí- este 6 de octubre y no he visto pasar otro compositor de música infantil con esa sencillez, originalidad y versatilidad musical.

Crí-Crí era capaz de escribir una canción a una tiznada olla de frijoles y a un viejo comal, como establecer una crítica social desde la perspectiva de un Jicote aguamielero. O tatuar para siempre la crisis económica con La patita. Su música sembró en mí ese orgullo por la mexicanidad, por ver con otros ojos los objetos que consideramos “inútiles” y por supuesto por no perder esa capacidad de asombro de un niño.