Dos ángeles abren las ventanas para mirar a la tierra.
-¿Qué ves Camille?- le pregunta un ángel al otro.
-Veo una niña sin zapatos que cobra a cada hombre por subir a un edificio. Una mujer morena con los pechos secos y amamanta a un niño que llora. Un hombre con harapos que huele un algodón entre sus manos. Veo una señora que camina sola hablándole a una foto. Un campesino que hace plegarias a Dios en un cultivo seco y niños a su lado con una enorme panza. Una soledad y olvido que se trasmite como sarna a los viejos. El amor que acaba entre dos parejas y una lenta agonía de una enfermedad sin resolver.
-¿Y tú Adonai?
-Una fiesta del recuerdo con flores amarillas y olor a copal. Una comida cuidadosamente dedicada, con dulces aromas de pan en coloridos tonos. La sonrisa de gozo y plenitud de un hombre pálido y frío. Veo la paz determinante y el silencio reflexivo. El logro terminado. La aleccionadora oscuridad de una tumba. Un suspiro de polvo y envidia entre los vivos.
-¿Qué ves Camille?- le pregunta un ángel al otro.
-Veo una niña sin zapatos que cobra a cada hombre por subir a un edificio. Una mujer morena con los pechos secos y amamanta a un niño que llora. Un hombre con harapos que huele un algodón entre sus manos. Veo una señora que camina sola hablándole a una foto. Un campesino que hace plegarias a Dios en un cultivo seco y niños a su lado con una enorme panza. Una soledad y olvido que se trasmite como sarna a los viejos. El amor que acaba entre dos parejas y una lenta agonía de una enfermedad sin resolver.
-¿Y tú Adonai?
-Una fiesta del recuerdo con flores amarillas y olor a copal. Una comida cuidadosamente dedicada, con dulces aromas de pan en coloridos tonos. La sonrisa de gozo y plenitud de un hombre pálido y frío. Veo la paz determinante y el silencio reflexivo. El logro terminado. La aleccionadora oscuridad de una tumba. Un suspiro de polvo y envidia entre los vivos.
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