
Debido a la tala clandestina que prospera en los estados de Michoacán y provoca la desforestación de los bosques y el uso de herbicidas en los campos de cultivo, donde crece soya y maíz genéticamente modificado, las mariposas están prácticamente muriendo de hambre porque en esos campos crece silvestre la planta del algodoncillo o asclepia con las que se alimentan. Los ambientalistas proponen “que se establezca un corredor ecológico en los campos, en donde se siembre el algodoncillo, pidiendo a los granjeros que colaboren. El corredor tendría que ser establecido por la comisión ambientalista del Tratado del Libre Comercio, consultando a los granjeros para no afectarlos y que sean capaces de respetarlo”.

Precisamente, ese respeto es lo que quisiera ver. No sólo en los campos, sino en sus propios jardines y macetas que siembran todos ustedes que me están leyendo. Desde que llegué aquí a Cuernavaca no he encontrado un solo jardinero con conciencia ecológica. Todos son unos ignorantes de su propio negocio, no tienen idea ni del nombre de los árboles nativos de esta región. Además de que tienen una concepción del paisaje muy pobre. Para ellos y para la mayoría de los que tienen un jardín aquí, la idea es tener un pasto primoroso y unas cuantas plantitas, si acaso un árbol que les de sombra. Pero no hay ningún respeto con las hierbas silvestres que brotan con singular alegría en dónde logran crecer. Usan sin discreción gran cantidad de fumigantes, abonos químicos y herbicidas. Sin ir más lejos, ahora que pasaron las lluvias, uno de los dos jardineros que vienen una vez al mes a mi casa, me dijo que: debería de aplicar un herbicida porque la hoja santa ya está creciendo como si fuera plaga. Pero, ¿cómo le voy a poner herbicida a las plantas que uso para cocinar, al suelo que siembro y a todas esas deliciosas verdolagas que crecen silvestres?, le dije. Por supuesto que no lo aplicaron. Cada que vienen los trato de la mejor manera posible para que continúen acicalando mi jardín y me ayuden a la dirección que quiero darle a mis plantas, porque no quiero que dejen de venir ya que es demasiado trabajo para mí sola y éstos han sido los menos malos. Siempre trato de tener algún refrigerio, algún panecito o mermelada para que acepten mis ideas que para ellos son absurdas y rupestres en el manejo de mi jardín.

Es que ésta la planta: el algodoncillo o asclepia es altamente prolífica cuando empieza a reproducirse. Su semilla revienta y se esparce por el aire creciendo por todos lados.

Espero que los campesinos no la combatan como desearían mis jardineros. A los que tengo que estarles diciendo que por favor no la arranquen. Precisamente yo sembré esa planta porque me gusta mucho la flor. He oído que también le llaman quiebramuelas, porque la usaban antiguamente para arrancar los dientes picados, pero es muy tóxica y sólo las orugas de monarca la consumen sin peligro.


Hace más de un mes vi en una de las columnas de mi casa una crisálida de mariposa, me llamó la atención que no estaba en un árbol. Había visto otros capullos pero ninguno como este. Lo que más me atrajo fue el color verde con pequeños puntos como si le hubieran pegado diamantina y un delgado anillo de color negro. Parecería que alguien la pintó de ese modo. Mi hija, la bióloga, me dijo que era un capullo de mariposa monarca. Yo leí un artículo en el periódico local que está llegando la mariposa monarca a los bosques de la parte norte de Morelos, en Huitzilac, específicamente. Pero luego oi decir a otros biólogos de la UAEM en el radio, que no, que era otra especie. ¿Será melón o será sandía?, pero la mariposa salió de su pupa y con las fotos pude comprobar sin dudas que es una monarca.



Ya no han salido más crisálidas de mariposa monarca; ya hace bastante calor. Lo que sí veo es como corretean otras de su misma especie sobre las flores de asclepia que crece libremente por todo el jardín.
Yo sólo pido que: en buena onda, dejen de usar insecticidas, herbicidas y demás venenos, nos estamos acabando el planeta. Es altamente gratificante saber que un pequeño capullo de mariposa ha crecido en los muros de la casa tan sólo por dejar crecer libremente estas flores que tanta gente considera como plaga.
