"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

miércoles, agosto 31, 2011

El que esté libre de clembuterol que invite los tacos

Una noche lluviosa pero llena de antojos, mucho antojo para presentar un libro de antojos. Anécdotas de antojitos mexicanos, (y extranjeros, también) narrados por el más grande glotón que vive en Cuernavaca y en México (no crean que soy yo). Entre los antojos locales habló de los mejores tacos de cabeza en el mercado Adolfo López Mateos. Eran las 9.30 p.m., el mercado cerrado y yo con un hambre de perro amarillo. Tuve que esperar una semana para lograr ir con mi hermana a almorzar los famosos tacos, no fue difícil dar con ellos. El gurú glotón me indicó bien el camino: Los tacos de cabeza son tacos Light, son muy sanos, están cocidos al vapor. Encontré el puesto con las señas que me dio. Ahí estaba la mujer con un montículo de carne descuartizada, indescifrablemente para mí.
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–Quiero uno de ojo, otro de cachete y uno de trompa, sin cebolla.
Mi hermana no recuerdo que pidió, pero eso sí, me reclamaba que nos fuéramos a sentar en otro lugar y no enfrente de la mujer que despachaba los tacos.
–Es que yo quiero ver cómo me los van a hacer.
–Eso qué importa, no quiero ensuciarme mi blusa, vámonos a sentar allá.
Me comí los tacos, hubo uno que sentí más sabroso que los otros dos. Tuve que regresar tres días después al mismo puesto de tacos y comer más. Lo que yo quería era poder identificar cuál carne le ponían en cada taco, es que picada tan pequeño no la puedo identificar. Primero déme el de cachete, luego el de trompa, ahora me toca el de ojo, le fui diciendo.  Y sí, lo que me imaginaba, los más sabrosos fueron los tacos de ojo.
Evito dar la descripción de sabor y textura porque ya sé que muchos triquismiquis están horrorizados porque consumo taquitos de cabeza. Sin embargo, ese día el manjar no pudo pasar sin sentir un poco de culpa y desprecio por andarme comiendo eso. De hecho hace ya varios meses que casi ya no comía carne de res, el periódico local decía que el 80% de las reses del estado de Guerrero tienen clembuterol. ¿De dónde viene la carne que se consume en Morelos? Seguro que del lugar más cercano. De hecho, intente usted buscar alguna res en el camino a Yecapixtla y me avisa si logra encontrarla. Puestos y puestos llenos de cecina y ni una sola res, caballo o burro. Bueno, burros, caballos y perros sí, pero vaya a usted a saber de dónde sacan tanta carne.
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Y yo comiendo tacos de cabeza de res y precisamente dos días antes el rastro de Cuernavaca lo clausuraron por vender carne contaminada. No te acordabas ¿verdad? El hombre glotón te sedujo con su charla y te dormiste con las noticias. Pucha, y esta carne para tacos ¿hace cuánto que la tienen aquí?
Por fortuna mi estómago es de las partes de mi cuerpo que mejor funcionan y aparentemente sigo bien. Incluso no tengo invitación para formar parte de un equipo de fútbol y no tengo temor que me hagan exámenes antidoping y resulte que tengo clembuterol en sangre. Pero como tampoco soy parte la selección nacional de fútbol que consume cortes americanos certificados provenientes de Gringolandia, ya no sé que comer. Se reducen las opciones: no pollo, no pavo, el pescado que venden aquí es muy malo, sólo me queda como proteína animal el cerdo y la res. Tendré que volver a la dieta vegetariana que siempre ronda por la casa. Ah, pero hay otra opción: las codornices. Aquí son muy comunes, aunque no muy baratas en los restaurantes, venden la orden en 100 o 120 pesos y sólo vienen dos. Por suerte conozco a alguien y me las vende en 12 pesos, muertas y limpias. Una codorniz viva la venden en las veterinarias a 50 pesos.agosto 257
Así que la dejé macerando desde la víspera con ajo y un poco de limón. Deliciosas al carbón.
Hoy fui a la carnicería, compré puerco e hice mole verde. El carnicero me dijo que su carne la traía de Veracruz. Y ¿eso qué?, conozco muy de cerca de alguien por allá y sé que le pone de eso a su ganado. Entonces, ¿de qué sirve darse baños de pureza para conseguir carne de otros lugares? Por todos lados está igual. El rastro de aquí se cerró, pero nada ha cambiado, seguro lo abren esta semana. Ah, mi país.

sábado, agosto 27, 2011

Un libro bien picoso

En cualquier reunión con diversa variedad de guisados, carnes y verduras, si se precia de ser mexicana nunca debe de faltar el ritual de acompañarse con una buena salsa picante, pueden ser una o varias, de distintos colores e intensidades. No importa que el dueño o la cocinera de la reunión no lo acostumbren o les haga daño el picante, por cortesía a sus invitados debe de haber algún aliño picosito que haga más apetitosa la comida. El chile abre el apetito, consagra un estado de ánimo despabilando el espíritu y el deseo.
Es así que cuando conocemos a alguien que se distingue por su buena sazón y destreza haciendo salsas de chiles, con justificados argumentos habrá que fomentarle esta virtud. “Ándale Martita, te toca a ti hacer la salsa de molcajete con pepitas tostadas que te queda rebuena”
Supongo que por eso mismo ese alguien encuentra los motivos para hacer un recetario de salsas y embarcarse en la aventura de publicarlo. Hace poco Martha Ojeda Bayer me platicó de un proyecto picante que le taladraba la mente. No me platicaba mucho, Martha es muy tímida, sin embargo, con mis correos incisivos la motivé a que me lo contara, sobre todo, a que me lo antojara un montón. Finalmente el día de ayer ese “proyecto” llegó a mi casa por vía postal. Es un recetario en inglés de salsas picantes. Tiene un título genial: CHILE FRITO. Martha me contó que ha sido reconocida allá donde vive, (San Diego, California), haciendo sus salsas. Eso hizo antojarme aun más su recetario. Para algunos que no lo saben, tal vez el nombre de Martha Ojeda Bayer no le dice mucho. Para quién conocemos los fogones blogueros mexicanos en el extranjero Martha es la chica risueña que responde y firma con el nombre de Prieta y escribe desde San Diego en su blog Prieta´s Notes
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Su pequeño libro tiene doce recetas de salsas fritas que se hacen agua la boca con sólo verlas en fotografía, además de incluir otras tres salsas guisadas y una de pico de gallo. En mi casa nunca puede faltar una salsa casera picante para acompañar la comida. Sólo en caso de no tener lista ninguna no me queda otro remedio que abrir una lata de chiles en vinagre o de chipotles adobados. Pero lo mío, lo mío para satisfacer mi paladar, son las salsas. Una buena salsa puede enaltecer cualquier guisado o taco por humilde que sea.
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Busquen el blog de Prieta y pregúntenle aquí : prietasnotes@gmail.com cómo pueden obtener su recetario.