Cada día el ritmo acelerado del crecimiento de los maracuyás me sorprende. Las 2 pequeñas varitas que compré en abril se han desarrollado con vigor.
De las hojas le salen las guías que se enredan como tirabuzones, afianzándose de donde puedan para lograr un apoyo y así sujetarse para sobrevivir trepando, desarrollando hojas, guías, hojas, guías, hojas, guías, con una certeza que admiro.
Después vienen las flores que son bellísimas. La famosa flor de la pasión, cuyo nombre le es dado porque con esta flor los misioneros en América la usaban metafóricamente para catequizar a los habitantes indígenas del continente.
La religión se la explicaban asociando los colores, por ejemplo el morado y amarillo de la flor son los colores del ritual cristiano de Semana Santa. Además la filigrana de su corona floral simulaba la corona de espinas con que Cristo fue crucificado.
Luego, de esa manera los estigmas de la flor pasaron a ser los tres clavos de la cruz, y las cinco anteras estarían representando las cinco llagas de Cristo.
Y cómo la imaginación de estos misioneros no paraba sólo ahí, le atribuyeron al fruto redondo la representación del mundo que vino Él a redimir.
Es así que este arbusto trepador que crece en climas tropicales, que tiene una flor y fruto exquisitos le llamaron flor de la pasión. Aunque en algunos otros lugares le llaman al fruto parchita, chinola. En Paraguay es la flor nacional.
En la casa tengo dos variedades, maracuyá amarillo y maracuyá morado.
Así que dentro de poco tiempo me la pasaré cosechando mis maracuyas, que será la mejor cosecha que se ha dado en este lugar donde ahora vivo. Porque no todo lo que sembré se dió. Como la tierra donde puse mi hortaliza no la preparé lo suficiente y estuvo bastante pedregosa, sólo coseché un kilo escaso de jitomates, (ahh, como extraño la hidroponia) los chiles y las cebollas se las comieron las ardillas y los pájaros. A pesar de todo tengo que agradecer a las ardillas que me dejaron en un descuido una huérfana calabacita que acabó como ingrediente en una pizza.
También están creciendo unos brotes que jícama que ya están dando flores. Es la primera vez que conozco la flor de la jícama. La pregunta que surge al sembrar jícamas es ¿cuándo se cosecha la jícama? Como crece abajo de la tierra no puedo ver de que tamaño está todavía. Si alguién sabe el dato cuéntenme por favor.
A ver que sorpresas me esperan todavía con los árboles que sembramos. Mientras, crece una sensación esperanzadora en el pecho anhelando recibir aunque sea un poco de sombra el próximo año, porque este año estuvo asfixiante.