
–Quiero uno de ojo, otro de cachete y uno de trompa, sin cebolla.
Mi hermana no recuerdo que pidió, pero eso sí, me reclamaba que nos fuéramos a sentar en otro lugar y no enfrente de la mujer que despachaba los tacos.
–Es que yo quiero ver cómo me los van a hacer.
–Eso qué importa, no quiero ensuciarme mi blusa, vámonos a sentar allá.
Me comí los tacos, hubo uno que sentí más sabroso que los otros dos. Tuve que regresar tres días después al mismo puesto de tacos y comer más. Lo que yo quería era poder identificar cuál carne le ponían en cada taco, es que picada tan pequeño no la puedo identificar. Primero déme el de cachete, luego el de trompa, ahora me toca el de ojo, le fui diciendo. Y sí, lo que me imaginaba, los más sabrosos fueron los tacos de ojo.
Evito dar la descripción de sabor y textura porque ya sé que muchos triquismiquis están horrorizados porque consumo taquitos de cabeza. Sin embargo, ese día el manjar no pudo pasar sin sentir un poco de culpa y desprecio por andarme comiendo eso. De hecho hace ya varios meses que casi ya no comía carne de res, el periódico local decía que el 80% de las reses del estado de Guerrero tienen clembuterol. ¿De dónde viene la carne que se consume en Morelos? Seguro que del lugar más cercano. De hecho, intente usted buscar alguna res en el camino a Yecapixtla y me avisa si logra encontrarla. Puestos y puestos llenos de cecina y ni una sola res, caballo o burro. Bueno, burros, caballos y perros sí, pero vaya a usted a saber de dónde sacan tanta carne.

Y yo comiendo tacos de cabeza de res y precisamente dos días antes el rastro de Cuernavaca lo clausuraron por vender carne contaminada. No te acordabas ¿verdad? El hombre glotón te sedujo con su charla y te dormiste con las noticias. Pucha, y esta carne para tacos ¿hace cuánto que la tienen aquí?
Por fortuna mi estómago es de las partes de mi cuerpo que mejor funcionan y aparentemente sigo bien. Incluso no tengo invitación para formar parte de un equipo de fútbol y no tengo temor que me hagan exámenes antidoping y resulte que tengo clembuterol en sangre. Pero como tampoco soy parte la selección nacional de fútbol que consume cortes americanos certificados provenientes de Gringolandia, ya no sé que comer. Se reducen las opciones: no pollo, no pavo, el pescado que venden aquí es muy malo, sólo me queda como proteína animal el cerdo y la res. Tendré que volver a la dieta vegetariana que siempre ronda por la casa. Ah, pero hay otra opción: las codornices. Aquí son muy comunes, aunque no muy baratas en los restaurantes, venden la orden en 100 o 120 pesos y sólo vienen dos. Por suerte conozco a alguien y me las vende en 12 pesos, muertas y limpias. Una codorniz viva la venden en las veterinarias a 50 pesos.

Así que la dejé macerando desde la víspera con ajo y un poco de limón. Deliciosas al carbón.
Hoy fui a la carnicería, compré puerco e hice mole verde. El carnicero me dijo que su carne la traía de Veracruz. Y ¿eso qué?, conozco muy de cerca de alguien por allá y sé que le pone de eso a su ganado. Entonces, ¿de qué sirve darse baños de pureza para conseguir carne de otros lugares? Por todos lados está igual. El rastro de aquí se cerró, pero nada ha cambiado, seguro lo abren esta semana. Ah, mi país.