"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

jueves, diciembre 04, 2008

Leyendas negras de pulpo


Hay escenas cinematográficas que impactan y permanecen como calcomanía adherida en mi escurridiza memoria, por ejemplo aquella de la película Old Boy o como le pusieron en México: Cinco días para vengarse, cuyo protagonista, después de estar secuestrado quince años, recobra su libertad y lo primero que hace es entrar a un restaurante y pedir: quiero algo vivo. Eso vivo, con prana como dirían los sanscritistas no es algo vegetal que acaban de arrancar de la tierra, no señores, es en verdad comer algo vivo, que se mueva por dentro, que se vuelva escurridizo y difícil de llevarlo a la boca. ¿Y qué le llevan? Un pulpo.  En la película se ve cómo se embarran sus ventosas y retuerce su cabeza sobre el rostro del comensal.  Éste lo mastica sin piedad; sus patas largas, viscosas y repulsivas las aspira, hasta que, finalmente, devora por completo al molusco. La verdad es que no es fácil asimilar las costumbres que son naturales en otro país, (¿recuerdan la carne de perro de allá abajo?) Si no son aprehensivos y quieren ver como lo consumen en Corea píquenle aquí y verán la divertida manera para lograr introducir unos pequeños pulpitos en la boca.
El pulpo siempre me ha parecido un animal mágico, es un cefalópodo, el más avanzado de los moluscos, con los pies en la cabeza, tienen tres corazones y traen integrado un sifón como si fuera una fuerte turbina con la que se impulsa a gran velocidad.

En torno a ellos hay una leyenda negra y como toda leyenda es puro cuento. Tan sólo decir “pulpo” para muchas personas parece que les estoy mencionando a un monstruo. Como si fueran animales escalofriantes salidos del fondo del mar.

En los recuerdos me veo a mí misma, una niña solitaria, entreteniendo  el ocio con un aparato en desuso actualmente: un View-Master; un dispositivo para observar imágenes estereoscópicas con un disco de fotografías de la película animada Veinte mil leguas de viaje submarino. Impresionada, miro ahí, en tercera dimensión, a un gigantesco pulpo que abraza ferozmente con sus tres tentáculos el submarino del capitán Nemo y mientras, con los otro cinco, somete a su tripulación. Hasta que la historia concluye más adelante, en otro disco: los demás marineros han derrotado al pulpo cortándolo en pedacitos con un hacha ensangrentada, listo para consumirlo rociado de aceite de oliva a la gallega. Viéndolo bien, me impresionan las historias de pulpos: mi disco de View Master favorito, la película de Old Boy que es estupenda y por supuesto la gorda de Úrsula, la bruja de la película La Sirenita que también es otro pulpo inolvidable. La verdad es que los pulpos son unos bellos animales tímidos y solitarios.

Creo que otra de las causas por la que la gente le atribuye repulsión al pulpo es porque no saben como guisarlo y les queda duro. Más bien creo que su carne es un tanto difícil. Lo que yo no he conseguido ni siguiendo los consejos de la hábil y sabia Lechuza es evitar que se me pele al cocerlo en agua. En el Mc Gee dice que se deben cocinar o bien breve y escasamente para evitar que las fibras musculares se endurezcan, o bien durante mucho tiempo para disolver el colágeno. A mí me queda con consistencia sedosa, pero siempre se desprende su piel. Por eso me gusta mejor cortarlo en crudo y hacerlo en su tinta.

Ahh, pero mucho cuidado al sacarle su tinta, he sabido de verdaderas historias negras sobre el pulpo. Mucha gente confunde la bolsa de suciedad con su tinta y lo peor es que la tinta está envuelta en ella. Lo mejor para evitar que se reviente la tinta, es quitar lo más que se pueda la suciedad y luego dejar la piedrita con la tinta en el congelador, luego se saca bien congelada y se puede quitar y cortar con facilidad cualquier rastro de mucosas indeseables. Sí, guácale.

¿Mi receta de pulpo en su tinta? Claro que sí, pero no tengo fotos porque me lo comí todo. Sólo le saqué fotos estando crudo. Además los pulpos en su tinta en un plato no son nada fotogénicos, a menos que tuviera la habilidad de ser un buen fotógrafo como el que conocí esta semana.
Un kilo de pulpo se pica en crudo, 1/2 k. de jitomate, 1/2 k. de cebolla, 4 dientes de ajo, perejil picado y yerbabuena, se pone todo en una cacerola con 1/4 de taza de aceite de oliva. Se agrega 8 pimientas, 1 clavo, sal al gusto, 1 rajita de canela, un poco de tomillo, 3 hojas de laurel y 20 almendras picadas y peladas. Cuando estén blanditos se puede agregar aceitunas, alcaparras y un vaso de vino en donde se disolvió previamente la tinta. El resto del vino se lo toman y verán que las leyendas negras en torno al pulpo sólo pueden ser deliciosas. Salud.

10 comentarios:

Alice dijo...

nunca he cocinado pulpo... y sospecho que si lo tengo que tocar y cortar yo, ya no me lo voy a querer comer... soy medio hipocrita para eso de la cocinada de animales...

Brenda dijo...

No me gusta mucho el pulpo, tal vez porque como dices, siempre lo he probado duro. Pero en esta época en que estoy experimentando con recetas para mí nuevas, podría ser que lo prepare.
Saludos Carmen
Feliz fin de semana.

Juan Carlos Medrano dijo...

Puaj!!!

Ese video es repugnante.
Yo a lo más que llego es a lactobacilos.

Y sí, Old Boy, formidable.

Yo creo que los pulpos no son animales sino más bien seres extraterrestres que construyeron las pirámides de Egipto y del mundo maya y que, junto a los calamares, domesticaron al humno ignorante.

Luego se fueron a vivir al fondo del mar y hoy la venganza se vive en Corea.

¡Sí cierto!
Salud.

*Marianita* dijo...

jajajajaa, qué buena historia la de Medrano.
pero bueno, yo adoooooro el pulpo, excepto cuando a alguien se le ocurre hacer un coctel de pulpo con jitomate. (ah pero la culpa la tiene el jitomate, no el pulpo).
uy y cómo dejar atrás esos cortes delgados de pulpo crudo que hacen los japoneses....mmmh.
y ese pulpo en su tinta que haces...mmmhh
buenísimo!
Por cierto, yo recuerdo esa historia en tu view master, me daba miedo y curiosidad.
jejee.
besos y saludos

ix dijo...

a mí me gusta muchísimo, con sal y pimentón

Y quiero ir a Japón

Anónimo dijo...

Verdaderamente la comida es cuestión de costumbre. Horrible como se comen a los pulpos vivos; si así chiquitos les dá trabajo meterlos en su boca imagínatelos un poco mas grande....
Lucrecia.

Mai dijo...

Querida Carmen, después de lo de Abascal , imaginarte boca abierta intentando meter un pulpín vivo me parece algo perfectamente normal, aunque ambas deben ser experiencias no menos que religiosas , a mi me encanta el pulpo , como sea , y tocarlo ya..... así escurridizo ,ventoseándote las manos es lo mas ( creo que lo mío es mas grave que lo de Abascal ).
un abrazo

Carmen dijo...

Alice: Pues adelante, si no quieres pulpo mejor compralo ya guisado.
Brenda: Pruebalo en un buen restaurante y verás que es delicioso. Si te animas sigue la receta y mucho cuidado con la bolsa de tinta y la otra repugnante que está junto.
Juan Carlos y Zugazagoitia, sus historias de pulpo me gustaron, hay que hablar más de pulpos.
Mariana: Besos
Ix: Bienvenido, pero el video de los pulpos crudos es en Corea, a lo mejor también quieres ira allá.
Lucre: Imagínatelos como el pulpo de la ilustración para métertelo a la boca.
Mai: Para nada, esas perversiones de comida son menos malas que las mías sobre Abascal.

Pillo dijo...

jajaja Gore desde niña, me caes re bien, a mi me encanta el pulpo como lo prepara El Negro (ya se que como chingo) pero solo ahi me lo como porque de otra manera sabe a suela de zapato, me falta probar el que preparas tu, estoy segura que me encantará, a mi no me dan miedo, me dan ternurita...

Pillo dijo...

Ah y d eniña me encantaba ir a la pescaderia y agarrarles los tentaculos y los hacia bailar hasta que me corrieran del puesto...ja!