"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

viernes, junio 29, 2007

Plagio con permiso

Este post me lo plagié con permiso de la Biologa de banqueta. Otra de las cosas que hago para reafirmar mi pertenencia en este mundo es cultivar mis plantas, y no me importa que no tengan flores, ¡ah!, pero cuando sacan flores es una fiesta para mí. Yo no sabía ésto, pero ahora entiendo por qué me da tanto gusto mirar tanta manifestación de vida. Las fotos son del patio de mi casa, un jardín macetero particular, se llueve y se moja como los demás.

¿Flores pa este 10 de mayo?
Linnaeus (mejor conocido como el botánico Linneo) hizo un método de clasificación de las plantas en las que utilizó las costumbres sexuales para tener un método mucho más claro, la "Clave del sistema sexual" en el que admitía claramente que las flores eran los órganos sexuales de las plantas . Así que podría decir que ésta flor es:

FANERÓGAMA. Nupcias públicas. las nupcias se celebran abiertamente, a la vista de todo el mundo. Flores visibles a todos.
MONOCLINA: Maridos y mujeres se divierten en la misma cama. Todas las flores son hermafroditas y los estambres con los pistilos están en la misma flor.



DIFFINITAS (sin afinidad): Los maridos no están emparentados. Los estambres no están ligados entre sí por alguna parte.



INDIFFERENTISMUS: Los maridos no observan subordinación alguna entre sí. Los estambres no tienen diferencia alguna de longitud entre sí.




HEXANDRIA: seis maridos.
¡¡¡AHORA IMAGÍNENSE QUE REGALAN ÓRGANOS SEXUALES A LAS MUJERES y que éstas (PEOR AÚN) se acercan a olerlos)!!!

¿Sabían que las iglesias están llenas de órganos sexuales a la vista de todos?

Como dijo una vez Zenón Cano: ¿ven todas esas flores? no es nada más que naturaleza jariosa, ganas de reproducirse.

EL origen del mundo y la vida según Carmen

El mundo es una gordita choricera

1. Primero todo estaba quieto, no existía nada, todo era oscuridad y silencio. De pronto comenzó el sonido, la primera vibración que hizo temblar la cúpula negra del escenario. Este movimiento provocó una explosión volviéndose un absoluto desmadre, pero como no existía nada, a nadie le molestaba, no había vecinos jodones como los que todos tenemos o somos ahora. Todo podía ser retumbos, exhalaciones y eructos de la naturaleza y ni a quién reclamarle. Los científicos de ahora le llamaron CAOS a este estado de las cosas, y cuando por fin de muchos miles de años se fue apaciguando este desorden se le llamó COSMOS, que es el estado zen y de armonía del universo. Sólo entonces fue cuando se formaron los sistemas solares, las estrellas, las galaxias, y el planeta tierra. Hay quien dice que lo hizo Dios único, que a pesar de no existir absolutamente nada, él ya estaba antes. Fue así que Dios se tardó seis días en crear el mundo y al séptimo descansó, por eso los domingos dormimos hasta más tarde y estamos como en el caos.

2. En este mundo que habitamos comenzó la separación del cielo, de la tierra, del agua y del aire. No había vida. Sin embargo el aire, el agua, el calor, la tierra, hicieron una unión química de la cual surgió la vida. Un pequeño charco prebiótico caliente con toda clase de sales minerales y compuestos amoniacales, luz, electricidad, presentes. Como un fabada asturiana primigenia de vida, de donde comenzaron surgir las moléculas relativamente simples. De ahí se puede empezar a hablar de los ancestros, al identificar rasgos comunes en organismos contemporáneos.
Luego vino el tal Darwin a quitarle todo el romanticismo al Jardín del Edén del Creador, y se descartó la idea de la generación espontánea.

3. Habiendo tantas galaxias y tantos sistemas solares, entre tantos países, entre tantas madres, maridos, hijos y nietos le tuvo que tocar a ella esa familia tan detestable. Deberitas Dios, estás en deuda con Afrania.

miércoles, junio 27, 2007

Los hongos nacen en silencio

Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio;otros, con un breve alarido, un leve trueno. Unos son blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma, la estatua de una paloma; otros son dorados o morados.
Cada uno trae –y eso es lo terrible- la inicial del muerto de donde procede.
Yo no me atrevo a devorarlos; esa carne levísima es pariente nuestra.

Pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y empieza la siega. Mi madre da permiso. Él elige como un águila. Ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris.
Mamá no se da cuenta de que vende a su raza.

De "Los papeles salvajes" 1971

Marosa di Giorgio

viernes, junio 22, 2007

Ocho cosas que naiden sabía de mí

Nomás por tratarse de la Chilangelina que me pasó la estafeta de este meme lo contesto. Hace ya varios meses que lo ví por otros blogs y sólo eran cinco preguntas, ahora son ocho y antes de que aumente más y sepan más intimidades contesto el numerito.
Las instrucciones dicen:
A. Cada jugador comienza con un listado de 8 cosas que nadie conozca acerca de él/ella.

B. Tienen que escribir esas 8 cosas en su blog junto con las reglas del juego.

C. Tienen que seleccionar a 8 personas mas invitar a jugar y anotar sus nombres o el nombre de su blog.

D. No olviden dejar un comentario en los blogs respectivos anunciándoles que han sido invitados a jugar.

Ahí va:

1. Soy capaz de chiflar La Internacional y comer pinole.

2. Soy ludópata.
3. Puedo tocarme la nuca con las rodillas acostada y de pie, también me puedo tocar la frente con mis pies, pero como no me gustan los circos me dediqué a otras cosas.

4. Extraño a Emilio Ebergenyi todas las mañanas en Radio Educación, extraño sus bromas al leer el noticiario, estraño su voz y su inteligencia. Nadie, nadie de los locurtorcitos llena ese vacío.

5. No me gustan las víceras, con la sonrisa más encantadora rechazo el hígado, la lengua, los riñones, tripas, cola, corazón, bofe. Aunque no le hago el feo ni a unas quesadillas de seso, ni al foie grass gras que prepara Juan Mari Arzak.

6. Hay cosas que disfruto muchísimo en soledad; como ir al cine, comer, ir de compras y visitar un museo.
7. No creo en la Cruz Roja, ni en Green Peace, ni el papa, ni en mi horóscopo, pero he ganado tres veces el Melate.
8. Tengo espíritu de vampiro, me gusta dormir sin que ninguna lucecita penetre en mi cuarto, y desde que fui con mi quiropráctico descubrí unas botas de inversión que tiene unos ganchos para poderse colgar de cabeza, ahora tengo unas en casa, esta maravillosa posición libera los dolores crónicos de mi espalda. Sin embargo tengo que reconocer que la única sangre que tolero es la mía y me repunga la moronga.

¿A quién se lo paso? Pues, me gustaría darle lata a varios de mis contactos queridos pero como no me gusta entrar sin tocar lo dejo a su voluntad. Ahí va la bola.

jueves, junio 21, 2007

Te mataré Ramírez

Imaginen el escenario, ustedes con una pareja apetecible y comienzan a decirle al oído:
1. Tu sexo orgulloso que se inflama y enardece.
2. Enardecida, ruego te derrames en todo mi cuerpo.
3. Ardo en la bruma de tus pliegues más íntimos.
4. El goce de tu tesoro y mi lengua encendida.

Todo esto no es más que el nombre de los platillos que sirve un restaurante de comida afrodisiaca. Ya me imagino estar frente al mesero diciéndole: Por favor, Mezclas tu carne tibia y mi deseo furioso, o Poseída y carnal yo ya no era más, ah, y de postre: Tu mirada susurrante y tu cuerpo ingenuo. Suena bastante divertido, pero si el mesero es horrible a lo mejor se lo pido por número.

Lo que se busca muchas veces en restaurantes de comida afrodisiaca no es otra cosa que las parejas se entonen, disfruten de los subterfugios y perifollos de la ambientación como si estuvieran en un teatro. Un afrodisiaco puede simplemente ser una imaginación portentosa, sin ella el mundo sería muy triste. El restaurante se llama: Te mataré Ramírez, cuya anécdota se basa en una amenaza que lanzó un marido engañado a su adversario.

Así que la próxima vez que visiten Argentina compran un montón de libros de autores dificilísimos de conseguir aquí y se van a comer a este lugar que por desgracia se encuentra hasta allá, además funciona como galería de arte erótico, tiene una boutique y escuela de ciencias eróticas. Cuando vayan para evitar apresuramientos incómodos procuren preguntar antes dónde queda el hotel más cercano. Esta es la página oficial de Te mataré Ramírez vale la pena perder el tiempo.

miércoles, junio 20, 2007

La compañera fiel

Linda- linda no es huraña, Linda-linda rompe cualquier estereotipo gatuno, mentira de su egoísmo, para ella no existe más universo que María.
Linda-linda me mira, con esa mirada entiendo que ella sabe más de mí en comparación a lo que yo pueda saber de ella.

lunes, junio 18, 2007

¿Por qué hacemos caca?

Cuando somos niños nos impiden hablar de caca, eructos y pedos en la mesa. Este es un blog de comida y tal vez para ustedes sea de mal gusto hacer mención de esto, pero es que acabo de leer un libro divertidísimo sobre esas cosas que todos hacemos, casi nunca leemos y mucho menos escribimos. A los físicos tan afamados como Julieta Fierro y Juan Tonda no les dio ninguna pena escribir un libro que habla nuestras excrecencias y mugres corporales.

“¿Por qué hacemos caca? En primer lugar porque es un placer”-así comienza el primer párrafo del libro, nos dice hasta qué tipo de alimentos podemos comer para colorear nuestra caca y con qué la podemos decorar. Leyendoló me enteré que comparados con los europeos nosotros los que vivimos en América somos más cagones y que el salmón hace nada más 1kg. de caca una vez al año. ¿Se imaginan que sería de nosotros si fuéramos como el salmón?

Los autores como buenos científicos abordan el tema de los biodigestores, que descomponen y fermentan la caca para producir gas para cocinar y luz artificial. Como siempre en México estas cosas no son aprovechadas por ningún “edificio inteligente”, la Cámara de Diputados podría estar muy bien iluminada.

El libro es un verdadero divertimento para chamacos, hay experimentos que pueden realizarse con mocos, con pedos. Nos dice cómo le hacen para ir al baño los astronautas ya que sin la ley de gravedad se convierte en un problema, habla del vómito, del sudor, de las espinillas y de muchas curiosidades cochinas. Lo que más disfruté fue la manera tan natural de abordar estos temas y del acercamiento científico que tienen las cochinadas.

Léanlo de la mejor manera recomendable cuando vayan al excusado, no se van a arrepentir.
El libro se llama:
El libro de las cochinadas
Juan Tonda y Julieta Fierro
Ilustraciones de Perujo
ADN Editores

miércoles, junio 13, 2007

Añoranzas inútiles

¿Qué se hizo de los cafés íntimos, con vida propia, tan acogedores que inviten a la inspiración? Y ya no pregunto por los bares y cantinas porque el mismo destino desolador han tenido. La crisis nos alcanza, la modernidad nos aplasta y se cambian pequeños establecimientos por poderosas franquicias. Como las cadenas de café llámense: Punta del Cielo, que parecen todo menos una cafetería; Finca Santa Veracruz, cafecito mal hecho; Café de la Selva, el menos malo de estos; y por supuesto no podía faltar la cadena trasnacional Starsucks que no se distingue por ser una empresa caritativa con los agricultores. Hace poco gracias a la presión constante de ONG internacionales, Starbucks tuvo que ceder para aceptar las denominaciones de origen del café etiope. Sin embargo el café en esos lugares es carísimo, los pastelitos que parecen bastante apetitosos muchas veces resulta que no están tan frescos y la altura de sus precios no se justifica en la calidad de los ingredientes.

De repente (que suele ser extraordinario) cuando tengo antojo de algún liquido caliente entro en esos lugares y compro un chai, sí, ese the negro con leche y especias que me enseñó a hacer hace más de quince años un maestro hindú. Lo tomaba a las cuatro y media de la mañana y a esa hora comenzaba mi rutina de panadera. Los que no somos consumidores de café esta alternativa nos agrada, pero me parece excesivo el costo por un chai a 35 o 25 pesos cuando menos, y muchas veces lo hacen pasado de azúcar.

Tengo un grupo de amigos que nos reunimos una vez por semana para corregir nuestros escritos en un café de la colonia Alamos. El lugar es ruidoso, las sillas son incomodísimas pero ya aprendí que no me debo quejar, porque hace una semana cambiamos de sede y el nuevo lugar resultó peor, además de que el chai estaba carísimo.

La foto que ilustra esta entrada pertenece a El Bar Long del hotel Raffles en Singapore, que fue frecuentado en la primera mitad del siglo 20 por grandes literatos incluyendo como clientes habituales a Joseph Conrad y Rudyard Kipling. El hotel, está celebrando su ciento veinte aniversario, es adorado por su relajado estilo old-fashion. ¿Un bar con ciento veinte años en México? sólo La Opera y ya no es tan apropiado para la tertulia.

Por si alguien de ustedes tiene intenciones de arar en el mar de los negocios arriesgados y establecer un café como los que añoro, dejo esta receta de chai, o si simplemente no tienen ganas de pagar por un chai y prefieren hacerlo para los amigos en casa. Esta receta va con dedicatoria especial para Ana Luisa que le encantó tomarlo en mi casa.

A litro y medio de agua le agregan dos clavos, una cucharadita de cardamomo molida y un trozo de canela como de siete centímetros. Cuando esto hierva le pone zacate de the limón. (La cantidad de zacate es más difícil de determinar, podría decir que se le ponen bastantes ramitas y si es fresco es mejor)

Cuando se pone el the limón no tiene que hervir demasiado, se apaga y se agregan seis bolsitas de the negro, se deja reposar siete minutos. Después de esto se saca el the negro y el zacate limón, se pone una taza de leche clavel y se endulza al gusto.
Nota: hay quien le pone jengibre, un pedazo pequeño puede ir bien, pero yo prefiero no hacerlo.

viernes, junio 08, 2007

Las normas de juicio de los mexicanos

La siguiente nota del periódico Reforma es muy divertida, como muchas tantas de Juan Villoro, me recuerda "Instrucciones para vivir en México" de Ibargüengoitia. El ser mexicano en cuanto a los rituales de comida puede ser visto como maldición por los ojos de los extranjeros. Nada menos ayer mi amiga colombiana me comentaba el complicado protocolo que tenemos los mexicanos cuando se trata de reuinirnos a comer.
Sólo me queda confesar que mi comportamiento del común mexicano no es total, tal vez tenga por ahí una masiosare grieta que me hace disfrutar comer sola, disfruto entrar a una taquería y pedir una hora de tacos sin nadie que me acompañe. Mis perversiones son peores.

El teléfono es muy frío
por Juan Villoro
El principal medio de comunicación de los mexicanos es la comida. El correo, el fax, internet y la telefonía se consideran recursos preparatorios para llegar al guiso humeante. Eso sí, cuando la reunión dura menos de dos horas se declara inexistente.

La comida rápida nos sume en la más aguda depresión. Comer de prisa es una derrota social. Pero hay algo que nos parece peor: comer a solas. Nos resistimos a ser los únicos inquilinos de una mesa y caer en la condición de los descastados que son vistos por los otros con cara de misericordia: "¡a su edad y sin nadie que lo acompañe!"

Recuerdo la tarde dramática en que un conocido remoto se acercó a la mesa donde comía con varios amigos y confesó como si hubiera contraído una sospechosa enfermedad en Polinesia: "me dejaron plantado". Sus ojos pedían rescate y le dimos asilo. La reunión fue un desastre: el entenado profesaba una cosmogonía ajena a la tribu que partía el queso en la mesa.

Aunque todo mexicano está dispuesto a ser hospitalario hasta la ignominia, en casos como el que acabo de describir uno queda pésimo con los amigos: "A ver cuándo nos presentas a otro cuate", dicen las mismas personas que lo recibieron como Cascos Azules de la ONU cuando no conocían las horrorosas cosas que pensaba.

El extranjero es para nosotros la región infausta donde un hombre almuerza a solas y parece muy contento. Para ponernos a salvo de esa extravagancia, somos sociables hasta el desastre.

Aunque la convivencia forzada es una molesta forma de la pluralidad, la ejercemos para refutar a Sartre, el sufrido misántropo que dijo: "El infierno son los otros". En esta parte del planeta, el averno se llama soledad.

¿Qué sucede cuando una comunidad estructurada en torno a los efectos de 300 chiles llega al siglo XXI? Si en Estados Unidos los Padres Fundadores aclararon que la felicidad se basa en el libre ejercicio de los bienes, en México, donde los mensajes son más oscuros, la felicidad se basa en que el hombre coma en compañía, y que lo haga despacio y sentado (o al menos en cuclillas).

En una ocasión asistí a un coctel donde un eminente jurista mexicano se ofendió cuando le acercaron una charola con canapés: "¡Yo no estudié para comer de pie!", exclamó. Como esto ocurría en París, pocos entendieron que expresaba a cabalidad una ley de nuestra jurisprudencia gastronómica. "¿Quién es este histérico?", me preguntó un francés no iniciado en la antropología nacional.

Pasemos ahora a un tema posmoderno: la velocidad de las costumbres. Tenemos guisos deliciosos, como el estofado de Juchitán o la cochinita pibil, cuyas recetas comienzan tres días antes de que se sirva la comida; consideramos que la buena educación lleva a probar al menos dos veces de todo (el que no repite, ofende), y estamos convencidos de que el primero que se pone de pie es un patán. ¿Cómo conciliar esto con una época donde hay horarios de oficina?

El asunto nos lleva al contraste que tanto le interesa a los sociólogos entre comunidad y sociedad. Nuestro ritmo gregario se opone a las exigencias del trato cívico. La comida no ha dejado de ser para nosotros un uso tribal, donde el patriarca tiene privilegios de cuchara y los afectos sólo se consideran auténticos si duran lo mismo que la digestión. Se trata, a no dudarlo, de una comunión con tintes religiosos. El problema es que esta entrañable costumbre se originó cuando la unidad de medida del tiempo era el mestizaje y se mantiene intacta en una época de vértigo.

Hay muchos modos de ser mexicano, pero todos ellos comparten la creencia de que el que come rápido y a solas es un infeliz.

Para remediar la contradicción entre la necesidad de rendir y la urgencia superior de platicar entre tostada y tostada, nos hemos convencido de que la comida es una forma de la eficacia. La única manera de llegar a un acuerdo -ya sea afectivo o profesional- consiste en compartir la mesa del tequila al pluscafé. Las llamadas y los mails son meras tentativas para acercarse al momento en que un plato de gusanos de maguey significa que empezamos a coincidir.

El horario perfecto para acordar algo por medio del pipián son las tres de la tarde, pero la vida moderna tiene demasiadas exigencias y siempre quedan asuntos pendientes. Esto extiende las funciones cívicas de la gastronomía a la cena y el desayuno. Me detengo en este último hábito, que supongo tomado de la Revolución mexicana, cuando había que madrugar para comer huevos con machaca y luego tomar Zacatecas (sólo volvían a probar bocado quienes seguían vivos por la noche).

Llego a una pregunta decisiva: ¿puede la indigestión coexistir con el rendimiento? Respondo como quien lanza otra tortilla al comal: por supuesto que sí. Nuestros platillos representan un intrincado sistema de signos; no se trata de masticarlos y nada más, sino de tramitarlos con sabroso esmero. Si nuestra comida no fuera compleja difícilmente le concederíamos importancia: todo ritual depende de exigencias. ¿Qué mérito social tiene comer papaya?

Cuando alguien dice "voy a un desayuno de trabajo" se refiere menos a los socios que encontrará en la mesa que a la abnegada faena de comer crepas de huitlacoche o tacos de chilorio.Hay países exóticos donde la comida se considera una necesidad o un placer. En México es un acto de jurisprudencia. Sólo sabemos que alguien nos contrata o que alguien nos quiere de verdad si lo dice mientras un bocado nos arde en la boca.

Dos colegas que se detestan nunca se relacionarán mejor que cuando se pasan la cesta de las tortillas en la mesa. Por si quedara duda de cuál es nuestro principal medio de comunicación, en las bocinas de los restaurantes suele aparecer una canción que dice: "El teléfono es muy frío..."

miércoles, junio 06, 2007

¿Alguién quiere una receta?

Me empleaba a fondo
Anécdotas sobre cómo he obtenido recetas tengo muchas, algunas han sido difíciles de conseguir y otras fáciles, en muchas he tenido que arriesgarme a ser algo más que simpática y seductora. Muchas tuve que pagarlas con dinero, con trabajo y con devoción. Otras tantas de manera chantajista, astuta y empecinada, así como se obtiene muchas veces el amor, ja. Por una buena receta soy capaz de lavar los platos de una cena. También me he topado con fracasos, porque en el páramo de los cocineros egoístas se encuentran muchos que guardan en el más blindado sótano su receta exitosa.

La burra no era arisca
Dados los catorrazos, mezquindades, desdenes y falsas recetas que no se aproximan a la requerida, me volví una mula egoísta. Aja si yo, la que disque tiene un pequeñísimo cajón de recetas en este blog. Nada más pregúntele a mis hermanas, a la única que le doy recetas es a mi hermana mayor, después de pedirle que me jure ante el altar de una diosa hindú de la comida, que no revelará la receta con sus cuñadas ni con las otras hermanas. En síntesis, ha sido duro para mí encontrar borbotones de generosidad entre cocineros y panaderos.

La vida es la ruleta en que apostamos todos
Algo pasa últimamente cuando alguien me pide recetas, involuntariamente se las doy completas, eso sí, no me pidan medidas exactas porque todo se resuelve al argot de juego de azar: como veo doy. Eso para un principiante es fatal, pero para quien tiene experiencia lo agradece complacido. Debo aclarar que a mis discípulos siempre les he dado bien las recetas, me esfuerzo por que su pago lo vale.

La ánecdota tras la ánecdota
Conocí a mi amiga Lourdes en una comida que convocó en los jardines de radio Educación, allá por los años noventa, ella cumplía un año con su programa: La cocinera atrevida. Esa vez le llevé un hermoso delantal hecho de patchwork que yo misma hice, envuelto en una caja con hierbas de olor, especias y chiles. Conocer a Lourdes es disfrutar de una plática de lo más ágil, interesante y seductora, pero esa vez se hizo una doble tertulia, madre frente a hija, cada una con sus propios fans por su lado. El público seguidor de sus programas sabía que su mamá era una excelente cocinera y que además hacía unos maravillosos chiles chipotles adobados. Como yo estaba con Lourdes, no supe en que momento la mamá comenzó a dar la receta de sus famosos chiles, sólo me enteré por casualidad. Esa vez conocí a su mamá sólo de lejos, no me atreví a presentarme, (como diría mi amiga: yo siempre tan tímida). La imagen que yo observaba desde mi lugar, era como esos cuadros místicos bordados en seda, donde los antiguos maestros daban la lección a los alumnos debajo de un frondoso árbol y a todos los tenía atentos. Esa era su mamá, teniendo cautivos a todos los que lograron apañar su receta.

Paso el tiempo, conocí mejor a Lourdes nos hicimos amigas; una vez haciendo un pastel para bodas en casa de su mamá la conocí mejor y le compré un frasco de los exquisitos chipotles que vendía. No les puedo describir el buen sabor de un chile de esos. Sólo puedeo decir que no tienen nada en común con ningún chile chipotle enlatado o enfrascado, comercial o caseramente, nada. No eran ni demasiado dulces, ni demasiado picantes, para quién se atrevía comerlos simplemente estaban buenísimos.

Cada que veía a Doña Vilma le compraba o encargaba de sus frascos de chiles. Me encantaba rellenarlos con un picadillo marroquí de cordero: cominos, canela y chabacanos secos, una verdadera chingonería.

Pero nunca me atreví a pedirle la receta, a la señora le iba bastante bien con la venta de sus chiles y era estúpido pensar en pedírsela, fue un deseo que preferí callar. Hace como tres meses en frecuentes viajes a Puebla, en el mercado compré ½ kilo de chiles chipotles que por su tamaño y olor me entusiasmaron lo suficiente como para intentar hacerlos en esta casa donde sólo dos personas los consumen, Celia que viene cada jueves y yo. El resultado fue tan catastrófico que todavía están en el refri sin que me atreva a hacer algo con ellos. El aceite y el vinagre se separaron, no logré que se integraran en perfecta consonancia, picosísimos de a madre y dada la poca convocatoria de los comensales de chile en esta casa, ahí están esperando mejores días y estorbando en el estrecho espacio de mi refrigerador.

El mes pasado, preparé semitas poblanas en mi casa, era jueves y Celia estaba aquí, sin los chipotles y el pápalo quelite una semita no puede ser semita. Saqué el último frasco de chipotles hechos por doña Vilma, con la misma tristeza que sentí cuando la vi por última vez en su casa. Aquella vez por sorprendente que parezca, no aproveche la oportunidad de comprarle chiles, mi visita fue súbita y con deseos de salir lo más rápido posible, algo presentí: doña Vilma murió a los 15 días de haberla visto. Celia y yo sabíamos que ese frasco era invaluable.

Ayer mi amiga me escribió un correo, ella cuenta que preparó en su pequeño restaurante una comida en homenaje a su madre, y sí, adivinaron el principal ingrediente es el chipotle, hazaña bastante osada para realizarse en Brasil, pero por algo ella es la Cocinera Atrevida. Mi piel se fue erizando al leer el correo y comencé a llorar, su correo me conmovió tanto que me hizo escribir este extenso post no en honor de las recetas que por fin logramos conseguir, ni de aquellas que se nos van de las manos. Lo escribí porque se apoderó de mí ese sentimiento de ausencia que se da por las personas que sabemos que nunca volveremos a ver, y porque me hizo sentir una fragilidad de dolor futuro al pensar en mi propia madre. ¡Que solos nos quedamos los vivos!



lunes, junio 04, 2007

Amo mi cuerpo cuando está con tu cuerpo

Amo mi cuerpo cuando está con tu cuerpo
es un cuerpo tan nuevo
de superiores músculos y estremecidos nervios.
Amo tu cuerpo, amo sus actos,
amo sus preguntas. Amo palpar las vértebras
de tu cuerpo y tus huesos y la estremecida
firme suavidad a la que quiero
una y otra y otra vez
besar, amo este beso, esto y aquello de ti,
quiero frotar suavemente el sacudido vello
de tu eléctrica piel, y lo que sea acabe
en dividida carne... y los grandes ojos, trozos de amor,
y tal vez la estremecida emoción
tan siempre renovada de estar sobre ti.

E.E. Cummings

viernes, junio 01, 2007

La vuelta de tuerca


YOKO ONO SE COME A UN PERRO EN PROTESTA 30/05/2007

La viuda del ex Beatle se unió al artista británico Mark McGowan contra la matanza de un zorro.

Esto es una muestra del mundo en que vivimos.

Se comen un perro para protestar porque mataron un zorro.

Matan árabes porque mataron gringos.

Y luego luego salieron los fiscales a decir que el zorro murió al instante de un disparo.

Esto me recordó lo que aquí dijeron de Ernestina (la de Zongolica) que murió por parasitósis
o una úlcera.

La vecina de enfrente de mi casa pertenece a una sociedad de protección de animales, perro que le gusta se lo trae a su casa, tiene 30 perros y la misma cantidad de gatos, viven hacinados en una casa de 70 m.2, además de que les pega.

¿Y a a mí, quién me protege de una loca como esta?

¿Por qué tiene la Yoko Ono que hacer esas protestas?
La buena noticia sería que el perro se comió a la Yoko y a mi vecina.