A lo largo de los años que tengo de vivir enfrente de la casa de doña Perra y sus perritos, mi vecina, he visto desfilar diferentes tipos de regalos que le dejan en la puerta. A veces el paquete trata de caminar por su propia cuenta y es porque viene un perro adentro. Otras veces la caja es un poco más grande y son un montón de gatitos que abandonaron. Nada tonta la gente, que no espera a que salga la doña, sino que ahí nomás le avientan los pobres animales y se van. Muchas veces doña Perra los recibe, pero otras se los lleva furiosa en el mismo recipiente en donde están, quién sabe a donde.
El otro día en la mañana al salir de mi casa me encontré con una bolsa de papel. Me sorprendió que la bolsa estaba adentro de la reja. Ya me vinieron a dejar un bicho, pensé, o a lo mejor es una broma y me encuentro con algo asqueroso. Me asomé cautelosa y poco a poco fui descubriendo que venía otra bolsa de plástico con algo más. Me atreví a levantarla y traté de adivinar que había adentro. Había un topper con algo que parecía comida. Lo saqué de la bolsa y vi que era algo con pan remojado y queso, parecía capirotada. Me dio risa y decidí meterlo a mi hogar. No avisé a nadie en a casa del hallazgo y me fui a mi destino porque ya se me hacía tarde. Al regresar a la casa se habían ido todos y la bolsa seguía en el mismo lugar en que la había dejado. Mi paranoia comenzó a dar frutos.
Revisé el topper, efectivamente era una capirotada con pasas y queso. Pensé un montón en mi exsuegra que en Semana Santa me preparaba una buenísima. A lo mejor en compensación del bonito altar de muertos que le ofrecí, me vino a dejar un regalito. Nooo, con bolsas de papel de Springfield y un topper de tapita amarilla nooo. Los muertos no hacen ofrendas de agradecimiento a los vivos, cálmate tú, cuando mucho te mueven de lugar las cosas para que sufras buscándolas.
Les hablé por teléfono a las posibles donadoras del misterioso regalo: la primera no estaba en México. La segunda me dijo que ella no había sido, sin embargo me contó una historia similar, que en su casa una vez le dejaron bolsas de comida, pero un montón, como si fuera a alimentar a una peregrinación. Mi amiga no la comía porque temía que estuviera envenenada y la tiraba a la basura. Yo me extrañe más con eso que me contó. ¿Quién diablos me la trajo? A lo mejor doña Perra me lo había dejado. Creo que es la única enemiga que podría mandarme algo envenenado. Sí, el pez por su propia boca muere, chin y la capirotada olía rico, no se veía que tuviera nada extraño.
Así estuve casi toda la mañana, hasta que casi al mediodía apareció el dadivoso y misterioso sujeto que me dejó ese delicioso regalo. Resulta que hice pan de muerto y mi hija le dio a Olmo, uno de sus amigos, (comensal de un diálogo en este blog ). Él en agradecimiento nos trajo a convidar de la capirotada que hace su abuela. Un postre de antaño, obviamente de abuelitas, no había más que buscarle.
Uno hace el bien y no mira a quién, una hace el pan y no espera más. Así son estas historias de comida que van y vienen, así es esto de dar, darse uno, y recibir. Sobre todo cuando hay fama por detrás de buen diente, seguido me llegan regalitos, que se le va hacer. Aunque pocas veces me agarran desprevenida.
El otro día en la mañana al salir de mi casa me encontré con una bolsa de papel. Me sorprendió que la bolsa estaba adentro de la reja. Ya me vinieron a dejar un bicho, pensé, o a lo mejor es una broma y me encuentro con algo asqueroso. Me asomé cautelosa y poco a poco fui descubriendo que venía otra bolsa de plástico con algo más. Me atreví a levantarla y traté de adivinar que había adentro. Había un topper con algo que parecía comida. Lo saqué de la bolsa y vi que era algo con pan remojado y queso, parecía capirotada. Me dio risa y decidí meterlo a mi hogar. No avisé a nadie en a casa del hallazgo y me fui a mi destino porque ya se me hacía tarde. Al regresar a la casa se habían ido todos y la bolsa seguía en el mismo lugar en que la había dejado. Mi paranoia comenzó a dar frutos.
Revisé el topper, efectivamente era una capirotada con pasas y queso. Pensé un montón en mi exsuegra que en Semana Santa me preparaba una buenísima. A lo mejor en compensación del bonito altar de muertos que le ofrecí, me vino a dejar un regalito. Nooo, con bolsas de papel de Springfield y un topper de tapita amarilla nooo. Los muertos no hacen ofrendas de agradecimiento a los vivos, cálmate tú, cuando mucho te mueven de lugar las cosas para que sufras buscándolas.
Les hablé por teléfono a las posibles donadoras del misterioso regalo: la primera no estaba en México. La segunda me dijo que ella no había sido, sin embargo me contó una historia similar, que en su casa una vez le dejaron bolsas de comida, pero un montón, como si fuera a alimentar a una peregrinación. Mi amiga no la comía porque temía que estuviera envenenada y la tiraba a la basura. Yo me extrañe más con eso que me contó. ¿Quién diablos me la trajo? A lo mejor doña Perra me lo había dejado. Creo que es la única enemiga que podría mandarme algo envenenado. Sí, el pez por su propia boca muere, chin y la capirotada olía rico, no se veía que tuviera nada extraño.
Así estuve casi toda la mañana, hasta que casi al mediodía apareció el dadivoso y misterioso sujeto que me dejó ese delicioso regalo. Resulta que hice pan de muerto y mi hija le dio a Olmo, uno de sus amigos, (comensal de un diálogo en este blog ). Él en agradecimiento nos trajo a convidar de la capirotada que hace su abuela. Un postre de antaño, obviamente de abuelitas, no había más que buscarle.
Uno hace el bien y no mira a quién, una hace el pan y no espera más. Así son estas historias de comida que van y vienen, así es esto de dar, darse uno, y recibir. Sobre todo cuando hay fama por detrás de buen diente, seguido me llegan regalitos, que se le va hacer. Aunque pocas veces me agarran desprevenida.
10 comentarios:
Tu pan de muerto multiplicado como en el milagro de los peces y los panes.
jajajajajaa
que buena historia
seguro la capirotada sabía mejor después de tan intrigante historia.
Pa la próx. que Olmo deje recadito.
Pues cuando quieras armamo el club de libros. A la Amy Hempel parece que le tradujeron un libro hace 20 años en Tusquets, y desde entonces nada. Andan muy ocupados publicando a Dan Brown.
Peeeero, yo traduje un par de cuentos. No son los mejores del libro Reasons to live, pero sí los más cortos. Si quieres leerlos, malresabio.blogspot.com
salut
disculpe usted mi ignorancia; què es la capirotada??
yo nunca hubiera agarrado una bolsa misteriosa...mucho menos la hubiera abierto! yo a eso le llamo paranoia chilanga, se me hace rarto que usted que es chilanga como yo (creo) no sea tan desconfianzuda...
o bueno, desconfiada si prefiere ;)
porque a mi nunca me dejan tuppers con nada? chale tu vida es harto interesante...haces pan de muerto? me pdorías dar la receta es que mis hermanas quieren que les haga en Navidad (la añoranza, eda)y ahí ando busque y busque la receta, no mujer me cae que eres un estuche de monerias..cuando vengas te invito al Negro como no...amo la capirotada, nomas que no me gusta con queso...
queridísima Carmen.
¡Vaya manera de despertar el antojo por la capirotada!
¿Sería posible que Olmo extendiera el agradecimiento a tus amig@s y nos llevara capirotada a domicilio? para que nos salga un barrito en la lengua (jejejejeje)
besos y abrazos
Jorge Enrique Escalona
Irene: La capirotada es un postre medieval, y ha tenido poco a poco sus modicaciones. Básicamente se hace de pan que sobra, no muy fresco. Se frie y luego se baña con una jarabe de piloncillo. Hay quien le agrega pasitas, nueces, cacahuates. Lo singular es el contraste con otros ingredientes salados: queso (cotija), o las recetas más antiguas llevan jitomates y cebollas. No te espantes, aunque suene extraño te aseguro que bien hecha una capirotada es un postre de ensueño.
no pues si se oye muy rara, espero poder probarla algun dìa!
Carmnen tu receta de capirotada va para mi recetario y de paso "me eché" esta historia del regalo misterioso. Muy buena con tu forma de contar. Mi abue hacía capirotada y también mi mamá, pero yo nunca la he hecho, a ver si el año que entra es que no soy afecta al dulce.
Besos.
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