Siempre he sentido algo que no sé qué es, una incomodidad inexplicable, algo anómala y desconocida, como una especie de cinismo melancólico, siempre creí que eso era parte de la locura que ataca a cada miembro de mi familia.
El lunes por fin mi maestro le puso un nombre: EL EXTRAÑAMIENTO POR EL MUNDO, que surge de manera espontánea y de ese desconocimiento surgen preguntas comprometidas. Lo sobrenatural está en nosotros mismos y hace un llamamiento al discurso lógico con que percibimos las cosas. De esa percepción dolorosa surge cierto tipo de literatura. En este caso se analizaba la obra de Virgilio Piñera, autor cubano, creador de una atmósfera absurda y a la vez tan normal. Esa es su virtud, todo sucede como si las cosas asombrosas fueran parte de nuestra vida diaria.
Sus cuentos se construyen con una coherencia interna, es un absurdo con verosimilitud, grotescos, simples, él esclavo de sus necesidades se refugia en su fantasía.
...Soy un hombre de su casa, un empleado del Estado que cumple sus deberes. No vivo en lugares apartados, no frecuento gente de mal vivir, pago mis impuestos, nunca me he visto en líos con la justicia; en una palabra, soy un buen ciudadano. Pero me gustan los niños. Para comérmelos. Me gusta la carne de niño como a otro le gusta chupar huesecillos de becada. Añadiré que me gustan de vez en cuando, a lo sumo tres o cuatro por año. En puridad no podría decirse que yo arrebato hijos a la Patria. Cuando tengo algunas dudas al respecto leo las estadísticas del Ministerio de Guerra. Por ejemplo, en la pasada guerra murieron medio millón de jóvenes entre catorce y dieciocho años. Esto me tranquiliza: cuatro contra medio millón es poca cosa, provoca sanas carcajadas, uno se siente salvador que llega ante la cazuela donde están a punto de ser cocidos por los caníbales unos cuantos infelices. Bien mirado, yo libro a esos niños de la carnicería del campo de batalla. Algún día la Patria me levantará una estatua.....
Unos cuantos niños
de Cuentos Fríos.
Me gusta su descaro, su manía, su alarde por la carne, por el cuerpo. Tiene una novela que hay que leer: La carne de René, está en Tusquets.
Después de la clase del lunes me se sentí mejor, me entiendo más, y tengo otro autor al cual sentir entrañable.
1 comentario:
Blogcharm
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