Sobre la mesa un vaso se desmaya, rueda, cae,
al estrellarse contra el piso una galaxia nace.
El universo, Elías Nandino
Atolito de Guayaba
Sobre la mesa de un desportillado jarrito de barro asienta en su interior un espeso atole de guayaba. A sus lados medio kilo de tortillas, un plato con frijoles, sal, dos chiles verdes y nada más.
Ella: mujer de oficio, ama de casa, tubos en la cabeza, brazo tamalero, delantal roído, cuerpo de tinaco desbordado. Él: pequeño, enjuto, muslos correosos, piel ceniza, albañil de oficio, dientes caídos, pelos en punta, camisa del Cruz Azul deslavada; mirada cansina, adolorida.
Ella: agua en las manos, rumor de trastes, sudor en la frente, ojos de telenovela de las siete.
Él: rugir de tripas, manos temblorosas, dolor de muslos, sueños de pestañas en la mesa.
Ella: suspiro de amor entrecortado, lágrima de manteca, ojos de deseo encendido, viernes de televisor de media tarde.
Él: viernes de mediados de quincena, yeso y cal en los zapatos, esperanza triste del mañana, fastidio de sol que desfallece.
Ella: ¿Qué me ves pendejo?
Él: ¿Yo?... ni quién te pele.
Ella: entonces, ¿qué me ves?
Él: ya te dije que ni te pelo pinche gorda.
Ella: ahora si te la ganaste chaparrito.
Él: estaré manco.
Ella: muy salsa ¿no?
Él: mucho.
Ella: cachetada guajolotera, jalón de pelos, puntapié en la espinilla, sartenazo de teflón en la cabeza.
Él: finta mal empleada, sangre de nariz quebrada, puñetazo blando en las costillas.
Ella: patadas voladoras, codazo artero, huarachazo entre los ojos, lance espectacular desde la mesa.
Él: patadas de ahogado, jalón de pelos, arañazo fallido, mordida de chacal rabioso.
Ella: la de a caballo, quebradora en la cintura, hurracarrana invertida, grito de amazona embravecida.
Él: boca de piso, sangre molida, sofocación repentina, ojo morado, escuálida montura derrotada.
Ella: jadeo triunfante, rasgadura de ropa, ojos de coneja en celo, pesadilla de senos desbordados.
Él: pantalón caído, carne amoratada, creciente excitación furtiva.
Ella: lame, arranca, desgarra, se encobija, pierde el mundo, el corazón, la cordura.
Él: besa, sacude, agita, se embriaga, alucina, se deleita, eyacula.
Ella: ¡Te amo, viejo!
Él: Yo también gordita, yo también.
Edgar Hernández Zepeda
Autor del libro de cuentos: Bajo el ombligo de la luna.Para adquirirlo pidalo aquí
Atolito de guayaba
¿Que lleva?
Una bolita de masa de maíz
1 1/2 litro de agua aproximadamente
4 guayabas
azúcar al gusto o piloncillo
¿Cómo lo hago?
La masa se deshace en la licuadora con un poco de agua, se vacía en una olla que no pegue el fondo y se agrega el litro de agua. Se pone al fuego sin dejar de mover.
Las guayabas se colocan en el vaso de la licuadora con un poco de agua, una vez molidas se pasan por una coladera y se mezclan con el atole de masa, se mueve todo el tiempo hasta que se integre y se haga una atole espeso y la masa se cueza. Dependiendo de la cantidad de agua que se le siga poniendo se irá espesando. Agregar el azúcar al gusto, yo le puse medio piloncillo de los grandes.
14 comentarios:
Encantador el cuentito y, ni hablar, el que por su gusto es buey...
Los atoles no son de mi predilección pero me encantaron tus trastes de barro, muy bonitas fotos.
que delicia Carmen...el atole de guayaba es uno de mis favoritos :) un abrazo :)
Me gusta el estilo del relato. Frases cortas y precisas. Me hace pensar en Ibargüengoitia.
Imposible hacer atole en Europa, aquí no hay los componentes básicos. Así que ustedes nos dan atole con el dedo, ;-)
Que relato prefiero el atolito de guayaba es de mis favoritos gracias por la receta seguro muy pronto la probare, saludos cariñosos amiga.
que nombre tan bonito!!, en México teneis la virtud de hacer que las cosas sean más bonitas aún por el nombre que les dais!!
me gusta la receta, aunque aquí las guayabas no son muy buenas la verdad!
esperare para ir a tu casa a probarlo!! jajaa!!!
cariños mi linda Carmen!!!!!!
El atole de guayaba y el de fresa mis preferidos!!!
bueno también el de vainilla ;D
Saludos Carmen
Qué buen narrador, me ha gustado mucho. El atolito, umh, adoro las guayabas y echod e menos su sabor. Acá, anque se consiguen infinidad de frutas exóticas no hay guayabas (supongo que por su difícil preservación), pero se ve deliciosa la receta que hoy nos traes.
Abrazos
JAJA agamos el amor y no la guerra ! A ver que tal queda ese atole con las guayabitas rojas que te platiqué
Vengo a saludarte Carmen querida... No me olvido, sólo que el tiempo no me alcanza para nada en estos últimos días. El atolito de guayaba luce delicioso, ya me gustaría probar algo así. Espero que te encuentres muy bien. Desde aquí te envío un fuerte abrazo y mi cariño.
un fuerte abrazo,
Carmen,
Me ha encantado el cuento!!! Me reí mucho!
Adoro la guayaba, pero ni modo, a pesar de haberlas visto aquí en España en alguna que otra tienda, ni me atrevo a comprarlas, no creo que sepan igual. Aquí las imagino demasiado ácidas!!!
Qué rico ese atolito de guayaba!!!
Y esas tortillas caseritas!!!
MMMM!!!
Te mando un abrazo y mucho, mucho cariño, amiga querida,
IDania
Que final para el cuento! Poesía cotidiana.
No probé nunca guayaba , no se si se consigue por aquí. ¿Qué es lo que tiene color azul? Para mí es todo como jeringozo.
Cariños
HOLA CARMEN ...He probado solo una vez la guayaba pero en dulce ..me intrigan estas recetas que no son habituales para nosotrosd ..las tuyas se ven deliciosas ...te sigo y te invito a compartir las mias ..bssssMARIMI
Gracias por los comentarios, ando escasa de tiempo, ya había contestado hace unos días y esta cosa horrible se trabó y se borraron.
Sólo contesto a Erika sobre su pregunta: Lo que tiene color azul es masa de maíz azul, la misma masa para hacer tortillas. Espero que no sea tan jerigonzo, lo que pasa que la diversidad gastronómica de mi país es bastante amplia y son distintos climas es por eso que lo que tú comes allá es distinto que acá. Pero para eso estamos, para acercarnos desde nuestra propia orilla.
Gracias por la explicación.
Es verdad que es enorme la diversidad de productos. De tu mano de a poco seguiré aprendiendo.
Cariños
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