En el día mundíal del libro, dejo aquí ésto y, a propósito de los acontecimientos que este año se celebran por todo el país. Ustedes saquen sus propias conclusiones.
Nelly Campobello
Las manos de mamá
Había guerra, había hambre y todo lo que hay en los pueblos chicos. Nosotros sólo teníamos a mamá. Ella sólo tenía nuestras bocas hambrientas, sin razonamientos, sin corazón. Nuestra realidad era una tortilla redonda de harina, una ancha taza de café.
Estaba sola; su compañero vivía en su recuerdo. La fuerza de su amor sostenía su cuerpo esbelto de mujer. Tenía lágrimas el pan que nos daba.
Andrés Iduarte
Un niño en la Revolución Mexicana
…Los pescados se vendían en la playa, frescos, vivos, saltando dentro de las canastas. No recuerdo las mil variedades ni los mil nombres españoles y mayas: bocitos, robalos, chujchíes, vulcayitos, esmedregales…Mi mamá hacía en la casa el clásico pan de cazón, el platillo campechano insuperable. De “postas” de pescado y panuchos de cazón y frijoles habíamos ya vivido, exclusivamente, en Campeche, comprados en la Puerta de Tierra, la más pintoresca de la muralla.
Pero a mí, no como gastrónomo ni como zoólogo, sino como niño, otros eran los pescados que más me interesaban en Lerma: los tiburones. Tenían dos filas de dientes espantosos. Y las tiburones me interesaban aún más: se les movía la barriga, llena de tiburoncitos. Los pescadores se las tocaban con el pie y así se agitaban los animalitos que nadaban dentro. Saber que las tiburones cargaban a sus hijos dentro de la barriga, fue un descubrimiento importantísimo. Viendo luego a una vecina mía toda embarazada, cayeron definitivamente las leyendas de la garza y la canastita. Pero lo que no podía entender era cómo les ponían o les aparecían los niños y los tiburoncitos dentro de la barriga…
Rafael F. Muñoz
Se llevaron el cañon para Bachimba
—Pero no estamos peleando por venganza, Alvarito. La Revolución es algo más, algo tan grande que nos exhibe a los hombres en toda nuestra insignificancia: es la inconformidad del pueblo con su miseria. Cuatrocientos años trabajando para recibir en pago el hambre que lo enerva, que lo debilita, que lo agota. El hambre, una punta de hierro hundida en el vientre. Las generaciones nacen y mueren con hambre, sin haberse sentido hartas nunca. Hasta que se arrancan del vientre aquel hierro que en sus manos se convierte en arma para luchar contra su enemigo. Eso es la Revolución.
Francisco L. Urquizo
Tropa Vieja
Otamendi tenía la palabra; se conoce que la yerba le soltaba la lengua, parecía un poeta.
—¡Yerbita literaria!, consuelo del agobiado, del triste y del afligido. Has de ser pariente de la muerte cuando tienes el don de hacer olvidar las miserias de la vida, la tiranía del cuerpo y el malestar del alma…Sacudes la pesadez del tiempo, haces volar y soñar en lo que puede ser el bien supremo. Eres el consuelo del infeliz encarcelado, bálsamo del corazón y de las ideas. Humo blanco que se eleva como la ilusión; música del corazón que canta la canción de la vida del hombre intensamente libre; libre de los demás hombre, libre del cuerpo, absolutamente libre. ¡Yerebita santa que crea Dios en los campos para alimentar a las amas y elevarlas hasta Él! ¡Yerbita que tienes el don de darnos alivio y de hacernos olvidar, quisiera decirte un verso...!
Rafael M. Muñoz
Se llevaron el cañon para Bachimba
Marcos Ruiz, recibió, días después, una orden de partir. Ya no sería solamente para salir unas cuantas horas a pasear a caballo por las afueras de la ciudad, sino para dejarla por tiempo indefinido. Y nos estuvimos preparando toda la noche, limpiando las armas, arreglando las monturas, herrando los caballos, requisando cuanta mula hubo en la ciudad para cargarla con cajas de parque. Varias mujeres estuvieron toda la noche moliendo maíz tostado en sus metates, y, revolviéndolo con piloncillo, produjeron el pinole, el alimento del campesino y del caminante, allá, en el Norte. Nos dieron a cada uno un saco como de tres kilos; era la ración alimenticia para diez días. “Con un puñado de pinole y un trago de agua de tu cantimplora, muy bien te pasas el día”. Todos estaban acostumbrados a esa dosis: yo, no, y pensé que podía pasar hambre.
Cartucho
Nellie Campobello
A mí me parecía maravilloso ver tanto soldado. Hombres a caballo con muchas cartucheras, rifles, ametralladoras; todos buscando la misma cosa: comida. Estaban enfermos de la carne sin sal; iban a perseguir a Villa a la sierra y querían ir comidos de frijoles o de algo que estuviera cocido.
—Vamos a traer la cabeza de Villa— gritaban las parvadas de caballería al ir por las calles.
Una señora salió a la puerta y le gritó a uno de los oficiales:
—Oye cabrón: tráime un huesito de la rodilla herida de Villa para hacerme una reliquia.
Hombres que van y vienen, un reborujo de gente. ¡Qué barbaridad; cuánto hombre, pero cuanta gente tiene el mundo! —decía mi mente de niña.
José Rubén Romero
Mi caballo, mi perro y mi rifle
—Todos vamos a tener una muerte tan piadosa como esa, todos menos tú. Aurelio que dices que te espantas los tiros a sombrerazos.
—Los tiros sí, pero el hambre no, más dura que la misma muerte. Vamos a ver, muchachos ¿les gustarían unos chicharroncitos mantecosos?, ¿un burrito de longaniza?, ¿un corderito al horno? Pidan, pidan por esas bocas…
Oyendo aquella lista de cosas buenas nuestros rostros se animaron, nuestros ojos resplandecieron como al grato recuerdo de una novia; el aire se difundió, ¡oh, patente milagro de la evocación!, el aroma exquisito de todos los manjares campiranos, y hasta a nuestros fusiles enternecidos se les hizo también agua la boca…
Francisco L. Urquizo
Tropa Vieja
—Ora sí, compañero; ya eres soldado de veras, dejaste de ser recluta, así como antes también dejaste de ser libre. Te arrancaron, como a mí, la libertad; te cerraron la boca, te sacaron los sesos y ahora te embadurnaron el corazón también. Te atontaron a golpes y a mentadas; te castraron y ya estás listo, ya eres un soldado. Ya puedes matar gente y defender a los tiranos. Ya eres un instrumento de homicidio, ya eres otro.
José Rubén Romero
Apuntes de un lugareño
Entramos al “Globo” y nos instalamos en una mesa.
—Estoy un poco azorado —me dijo mi primo—. Aquí vienen puros ricos.
—Los que tienen para pagar el consumo y nosotros lo pagaremos. Dime ¿qué quieres tomar? —apremié delante de la camarera.
—Medio cuartillo de nieve de pasta —me respondió muy serio.
—¿Qué dice? —interrumpió la empleada.
—Quiere un helado de vainilla.
Y mi primo agregó:
—Mire, señora: traiga también unas rebanadas de marquesote.
Pero la mesera no entendía una palabra.
—Pan inglés me apresuré a decir, vertiendo al lenguaje de la capital el idioma castizo de nuestro pueblo.
Cuando la chica del servicio se retiró, mi primo preguntóme con curiosidad, mirándola tan bien vestida, si era hija del dueño de la pastelería.
Y en tanto nos traían la merienda, hizo mi pariente la obligada evocación del terruño.
—¡Para pasteles buenos los de Cotija! ¿Te acuerdas? ¡Si el maestro Jorge hubiera tenido una casa de éstas! Fíjate que aquí no hay todo lo que él hacía. ¡Aquellas empanadas de leche: los cochinitos de a centavo y los borrachos de catalán, que positivamente se subían a la cabeza!
Llegó la camarera y nos sirvió el pedido; pero mi primo a las primeras cucharadas, decepcionado, abandonó la nieve.
—¡Esto no tiene leche ni tiene huevos!
Tropa Vieja
Francisco L. Urquizo
A poco rato, “Rancho”. De dos en fondo fuimos pasando delante de unos peroles que echaban humo y que olían sabroso. Cada quien aprontaba sus trastos de hoja de lata y los rancheros les servían en cucharón de frijoles y otro de atole con chile; les daban también una pieza de pan y tres tortillas.
Mis dos compañeros y yo estábamos provistos de los mismos trastos que nos dio un sargento para nuestro uso.
A la voz de “Rompan filas” nos desperdigamos todos a comer nuestro alimento. La corneta de la puerta tocó “Atención” y entraron las viejas con las canastas ya bien revisadas.
Mis compañeros y yo estábamos juntos, sentados en un rincón, comiendo aquello que nos habían dado. Era bien poco.
—Tendremos que buscarnos viejas que nos traigan algo más de comer —dijo el mayor de los Villegas.
—¿Y con qué fierros? —preguntó el menor
La sombra del Caudillo
Martín Luis Guzmán
“Va a ser inútil resistir —pensó Axkaná—. Acaso fuera más juicioso no oponerse.”
Tuvo, sin embargo, miedo de que lo envenenaran.
—Y ¿quién me asegura —preguntó— que es sólo tequila lo que quieren darme?
—Nadie. Y sobran las preguntas. Si quisiéramos envenenarlo o matarlo de otro modo cualquiera, ¿quién lo habría de impedir? Pero ya oyó que pedí el tequila. Sienta la botella: está nuevecita, la acabamos de destapar. Beba, pues, por las buenas o por las malas. Traiga la mano…¿No es ésta una botella?
A despecho de todo, aquél lenguaje hizo cierta gracia a Axkaná. Tocando la botella, dijo:
—Sí es una botella.
—Beba un trago, pues…Mire: bebo yo primero.
Breve silencio…Chascaba una lengua:
—Buen tequila, ¡la verdad de Dios!...
Ahora usted.
Axkaná bebió.
—¿Es tequila o no es tequila?
—Así parece.
—Beba otra vez.
—No, ya no.
—Beba otra vez, le digo…Y nomás no se mueva tanto, que la pistola puede dispararse.
José Mancisidor
En la rosa de los vientos
El hambre toca los hogares. La miseria llega por todas partes. León Cardel pugna por imponer el orden. Obliga a las gentes a formar en colas interminables para recibir sus raciones de alimentos. Trabaja noche y día sin reposar. Apenas duerme. Su resistencia física es inagotable. La lucha por el maíz, por la harina o el frijol, es otro campo de batalla. Las mujeres se insultan, los hombres riñen, los niños se miran como enemigos irreconciliables.
Un día llegó el Canteado a buscarnos. Sudoroso y violento y resoplando como perro cansado.
—He localizado a un acaparador —nos dijo con tono agresivo e impaciente—. Haremos un escarmiento. ¿Cuento con ustedes?
El Negro y yo lo seguimos por unas calles desiertas y lodosas y sembradas de baches. Sobre nosotros caían las últimas sombras de la tarde. La ciudad destacaba sus fuertes perfiles en la media luz de la hora. De un sucio zaguán salieron unos soldados a quienes el Canteado había dejado vigilando. Luego nos distribuyó por las calles adyacentes y dirigiéndose a un portón golpeó escandalosamente con la contera de la pistola.
Salió a abrirnos un hombre de ojos pequeños y perversos, que los guiñaba con pasmosa frecuencia. Su abultado abdomen escapaba por debajo del chaleco. Sus manos temblorosas, buscaban, nerviosas, un sitio en qué apoyarse.
El Canteado lo empujó con brutalidad y pasando adelante se perdió en el interior de la casa. Al rato retornó llevándonos a los húmedos sótanos, en los que cientos de sacos de maíz y frijol formaban una montaña hasta tocar el techo.
El hombre se sintió perdido. Todo su cuerpo temblaba incontenible y de sus ojillos perversos salía una mirada de animal perseguido. De pronto pareció que iba a desmayarse. Sin embargo, hizo un esfuerzo por dominarse y habiéndolo conseguido, llamó aparte al Canteado. Durante unos minutos los vimos hablar sin escuchar lo que decían, en un murmullo sordo y misterioso. Luego éste, llamándonos al Negro y a mí, nos dijo con irritada voz:
—Este hombre quiere saber nuestro precio. ¿Qué opinan ustedes? ¿Están dispuestos a venderse? —Sin darnos tiempo a responder, prosiguió con creciente ira—: La respuesta se la voy a dar. Quedará satisfecho. —Y encarándose conmigo me recomendó—: Consíguete una reata…
8 comentarios:
Hola Carmen:
He leído varias veces los textos que seleccionaste.
Ni qué decir que me parecen excelentes, pero lo que más me cala es la interrogante inicial.
Quizás no concordemos en todo, pero déjame comentarte lo que me hiciste pensar:
- En la actualidad tenemos una mejor educación, como mínimo en lo que se refiere a alfabetización.
- La salud es mejor, para no profundizar basta pensar en el efecto positivo de las campañas de vacunación.
- En varias zonas del país hay un efecto positivo en el nivel de vida que es consecuencia de la disposición de agua entubada y drenaje, por ejemplo.
- No estoy seguro, pero creo que hay menos hambre aunque más desnutrición ("maruchan" vs frijol-tortilla y aguas naturales vs refrescos).
- Hace un siglo no era raro que nuestros abuelos-bisabuelos pudiesen disponer de un arma, en la actualidad ese es privilegio de los agentes del gobierno y de los delincuentes. Nuestros escasos y reducidos grupos guerrilleros tienen (creo) un armamento y actividad muy limitada.
- Como consecuencia de lo anterior, antes las armas en poder de los civiles eran utilizadas para atacar y derrocar a un régimen establecido, en la actualidad se usan básicamente para masacrarnos.
- Antes, pese a el analfabetismo generalizado, las personas tenían referentes como las ilustraciones de Posada (de las cuales nos regalas una). Podían no saber leer, pero se identificaban fácilmente con lo que en ellas se describía. En la actualidad, pese a que existe más información para elaborar juicios, pareciera que somos más ignorantes.
- Antes, pese a la relativa lentitud en el flujo de la información (nada más había telégrafo), parecía que los ideólogos eran más capaces de identificarse con las masas. Ahora que uno puede conocer casi al instante lo que el otro escribe, simplemente hay poco que leer. De hecho me atrevo a decir que no hay nada que aglutine.
- Antes teníamos un ambiente más saludable. Ahora casi en todas partes requiere, mínimo, de primeros auxilios.
Total. En todo esto me hiciste pensar.
Y, sin embargo, a veces no entiendo por qué sigo pensando que vamos a salir del agujero en que estamos.
Supongo que es porque confío en que seguimos siendo capaces de identificar lo prioritario. Nada más nos hace falta el análogo a un Gandhi.
Saludos. Perdón por haberme extendido.
RRS
Xerófilo: Si no fuera por tí, en este tipo de entradas los comentarios seguirían vacíos. Nunca te limites, así que tú extiendete y reflexiona todo lo que quieras. De eso se trata este asunto, aunque sea para una sola persona pero que le deje algo. En este caso, obviamente, escojí textos de la Revolución con relación a la comida.
Me enternece tu visión optimista de los hechos, tu análisis comparativo de las mejoras que ha tenído el país. Sin embargo creo que los malos nos están ganando a los que esperamos mejores momentos para el país, a los que no portamos un arma y que sólo nos queda mirar pasar los violentos acontecimientos llenos de estremecimiento y asombro. Lo comparo con esa época revolucionario, haciendo la aclaración que en ese periodo la lucha armada tenía un objetivo por mejorar la condición de vida de la población. Hoy en día esta guerra no persigue un fin social humanitario, simplemente es la ambición para dominar un territorio y extender poder para el narco y la corrupción.
La injusticia y el desgobierno se acrecienta cada vez más. Vivimos un estado salvaje, insensible, indiferente. Hace poco me asombré cuando escuché a una mujer decir: "yo ya me acostumbré a que todos los días aparezcan descuartizados"
Bueno, siento que estoy poco a poco despidiendome de este espacio, me deprime mi país. Por eso blogs como el tuyo en donde encuentro unos burros que son toda ternura y belleza me gustan tanto y hasta me los llevo sin tu permiso para que me abran la pantalla de mi computadora.
La belleza, la ternura y las cosas sencillas, para mí son prioritarias.
Un abrazo grande, querido Rodolfo.
Carmen:
Siempre he sentido las cosas de México como si fueran mías. Por eso, te copio algunos párrafos que publiqué en mi blog en 2009 y que hacen absolutamente al caso como comentario a tu post. Y vuelvo a repetir: ¡No se desanimen! ¡Animo!¡Ustedes pueden!
http://diriodeunaburrido.blogspot.com/2009/05/mexico-1.html
"Yo estoy sentimentalmente muy unido a México. En los tiempos en los que yo vivía en Veracruz, entre las muchas conversaciones sobre españoles y mexicanos -habituales entre unos y otros- me acuerdo de una con una tal Toñita que, enardecida por el calor de la discusión me dijo "¡porque yo, amo a México!" y yo le respondí: "y yo también, Toñita, pero lo mío tiene más mérito, porque yo soy un gachupín".
(...)
Pues sí, tengo muchas razones para tener a México en el corazón. Allá dejé amigos del alma, amores locos, una ahijada y todos mis palos de golf.
(...)
Por eso me entristece (me "atrista" dirían mis cuatachos) lo que está pasando México en estos años. Echad una mirada a "2666" de Roberto Bolaño en su parte cuarta, cuando habla de las muertas de Santa Teresa (Ciudad Juárez), donde lo terrible es que se acepte lo monstruoso como una parte de lo cotidiano.
(...)
No sé, me gustaría dar ánimos a mis amigos mexicanos para que tomen el asunto en mano, que se involucren, que no dejen que México se convierta en otra Colombia (si no lo es ya). Un gran abrazo a todos."
Gracias por tus palabras Sorokin. ¿Será que por esa razón las cosas se están descomponiendo de manera tan presurosa? QUe nadie se quiere involucrar por ser harto aterrador el asunto, detener una bestia que corre sobre uno en estampida.
Agradezco tus comentarios, lo único que me gustaría aclarar es que si viene algún colombiano le podría sonar demasiado a la ligera esa opinión. Colombia es un país que lucha con inteligencia y dignidad y merece todo mi respeto.
Carmen,
Eres especial!!!
Leo los textos que elegiste y se me ponen los pelos de punta al pensar que por mucho que haya más y mejor educación, que la sanidad se encuentre mas avanzada, NADA ha cambiado... aunque el resto del mundo(que se cree civilizado), cuando quiere obviar, le eche un manto encima a la verdad.
Un beso, amiga. Te quiero mucho!!!
IDania
Hay temas en los que no me gusta opinar para no crear controversia pero sabes en este caso si lo hago.
Creo que desafortunadamente nuestro país esta cada vez peor sumido en una profunda pobreza, es lamentable que mientras otros estan cada vez mas ricos haya tantas personas que no tienen ni una tortilla dura que llevarse a la boca eso me enoja por que no es justo hace falta que todos tengamos mas oportunidades para poder darle a nuestras familias una mejor calidad de vida y no que nos corten las alas, dando cada día menos presupuesto para la educación sobre todo eso educación creo que es la base para muchas cosas cambien en este país, pero mientras este tipo de gobiernos no lo entienda y se sigan haciendo ricos unos cuantos nada cambiara en nuestro país.
Sabes yo personalmente siendo que no tenemos nada que celebrar ni centenario ni bicentenario nada, por que todo por lo que tantas personas lucharon y sobre todo dieron su vida para lograrlo nosotros de manera tonta hemos dejado que nos lo quiten un pequeño grupo de personas, no tengo nada en contra de ellos, pero creo que si la riquesa se distribuyera de una mejor manera todo el país tendría mejor calidad de vida y habria oportunidades para todos así realmente nuestro país creceria y todos viviriamos mejor.
Carmen te dejo un abrazo con muchisimo cariño, espero no ofender a nadie.
Sorokin: por escribir a la carrera me faltaron dos palabras:
Quise decir que Colombia está resolviendo sus problemas con el narcotráfico y la corrupción de manera más inteligente que el gobierno mexicano.
Gracias Idania querida por pasar por aquí y dar tu opinión, en la que tienes toda la razón.
Norma: Siempre se enriquece el espacio con tus comentarios. Efectivamente has dado en el punto flaco de de este país. EDUCACION. De ahí se parte hacía un sin número de problemas que se derivan por esa carencia. Educación para que este país crezca.
Y a mí también me parece que hay temas que mejor no opinar, y que podría estar mejor preparándome una margarita bien fría y dejar de pensar que mientra se desmorona mi país, pero ay Norma, creo que cualquiera de nosotros con dos dedos de frente lo piensa varias veces al día.
Y Norma, por favor tú no ofendes a nadie. Un abrazo fuerte fuerte
Carmen concuerdo con Xerófilo en casi todo. Yo creo que ya tenemos que darle la vuelta esa página de la Revolución. Estamos estancados ahí. Y lo que necesita nuestro pais para avanzar y no quedarnos estancados es EDUCACION, no entiendo por qué el gobierno no quita a la Elba Esther esa, qué hace ahí??? no avanzamos! Si me asusta pensar que dentro de 30 o 40 años México esté igual y no avance.
Claro que prefiero siempre ser optimista, pero... a veces.. me cuesta mucho esfuerzo
Besos.
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