Oh hermosa, no dejes de entregar este cuerpo que está lleno de gérmenes, lombrices, desechos, orino y heces malolientes, flema, sangre piel y carne, y que finalmente se reduce a cenizas.
Verso 30, Shri Guru Guita
Verso 30, Shri Guru Guita
Con admiración para Cristina Rivera Garza
Si pudiera pedir un deseo
para quitar una debilidad, pediría dejar de llorar.
Es que lloro
constantemente. Desde que era niña esa fragilidad me molestaba. En esa época yo
misma me proponía evitarlo. Marcaba orgullosa en el calendario los días de la
semana que habían concluido sin derramar una sola lágrima. Esos días eran de
gloria personal. Pero cuando más contenta me sentía al creer que podía concluir
una semana sin chillar, caía de nuevo por una circunstancia u otra en un espacio
sin palabras y lleno de humedades.
Tal vez el periodo de más
sequía fue en la secundaria, a pesar de los cambios de la adolescencia mis
hormonas se volvieron benevolentes. Yo me volqué al deporte y mi
sentimentalismo quedó sepultado con la típica arrogancia de la juventud. De ahí
hasta la preparatoria tal vez lloraba lo que llora una mujer normal (?) Pero
algo pasó. Son de esas cosas que no sabemos cómo las vamos adquiriendo o por
qué razón permitimos hábitos aparentemente naturales pero que ya en exceso son
una molestia absoluta.
Todos me ven llorar.
Lloro en el cine, en el parque, por teléfono, comiendo en un restaurante, leyendo
un libro, hablando de mi futuro, de mis decisiones tomadas, de mis miedos, de
mi deslealtad, de mis errores. Ay, de esta cosa humana que soy.
Me da una furia terrible
y creo que mientras más reprimo esa tristeza más brota el agua salada como para
llenar muchos vasos a lo largo de mi vida. Pero lo peor de esas lágrimas, que
no alcanzo a reprimir ni ocultar, viene al día siguiente o al poco tiempo
después: una cruda espiritual que lleva tiempo poder sacudirme durante el día.
Llega un cansancio físico y pesadez en los ojos; dolor de cabeza, comezón en la
cara por tanta sal, ojos hinchados, en fin, una gran pérdida de energía.
Incluso, acaba de pasar
hace unos días la luna llena, me he dado cuenta que no me crecen los colmillos
ni me sale pelo en el pecho y espalda; sin embargo todo ese líquido que albergo
y brota de mí, se incrementa cuando hay luna llena. Mi estúpido sentimentalismo
está efervescente y minado. Lo he observado, no sé si tenga que ver con los
ritmos circadianos, ni si hay una teoría científica que lo avale, pero de todos
es sabido que la luna regula las mareas, los ciclos menstruales, el crecimiento
de una semilla, las cosechas. En luna llena las heridas sangran más, por lo que
no son las mejores épocas para una operación. La gente está más agresiva.
Durante la luna llena se incrementan los partos y las enfermedades nerviosas.
Incluso quien tiene un cabello muy fino y quiere aumentar su volumen debe
cortárselo en este periodo. Insisto, yo no sé si haya estudios y libros que
comprueben esto, que es un conocimiento desde nuestros ancestros. Pero si hasta
en la cocina, al preparar la típica receta que utilizo desde hace años para
hacer pan y agregar la misma cantidad de líquido, si es luna llena la masa quedará más aguada.
La masa necesitará menos cantidad de agua para amasar y mis ojos, ay mis ojos:
luna, lágrimas y moco en conjunción con una gripe provocarán un intenso dolor
de cara a la cuarta potencia. El mismo catarro hace que mis ojos se conviertan
en frágiles diques que están a punto de desbordarse con líquido salado. Todos
me ven llorar.
El colmo es cuando llego
a beber en exceso; ahí están mostrándose las inoportunas lágrimas. Tanta razón
tenía mi madre: “El que nace para triste ni borracho se divierte”.
Me
siento expuesta, exhibida, débil, imbécil. Mi llanto debería esconderse por
decoro, para darle valor a ese sentimiento y que no se entienda ni como
chantaje, ni como requisito melodramático y fingido. Un llanto tan exhibido
pierde esencia, pierde legalidad, se vuelve una aliteración sentimental. Todos
me ven llorar, chingao.
16 comentarios:
Toda debilidad siempre implica una fortaleza... Aunque a mi tampoco me gusta NADA que me vea llorar, pero no creo, en absoluto que sea un signo de debilidad, es una muestra de sensibilidad, o ¿no?
Me siento identificada... que bien lo relatas.
Eres toda sentimiento Carmen y cuando te expresas tal cual, más te quiero amiga, no tienes nada que esconder, nada que sea humano. Ahora bien, siempre es más agradable una sonrisa, claro que solo los tontos pueden estar siempre riendo, tontos, en el buen sentido de la palabra. Claro que Carmen, tienes demasiado cerebro para no llorar. Empeñémonos en atontarnos un poco y sonreír a la Vida, esa que tenemos tú y yo en común querida.
Un abrazo con toda mi cintura escapular.
Ana
me dieron ganas de llorar...
...
¿será tanta agua? ¿tanta sal? ... y esa luna que no para de mirar... esa luna que de tanto que provoca hasta puede hacernos brillar. Sí, en junio esas lunas llenas hacen brillan una laguna misteriosa en Oaxaca. (unión de mareas, de hierba y de luna...)
... espero que esas lunas también te hagan brillar = )
Mi querida llorona:
Aquí estamos, como siempre, mi Carmencita. De repente nos ausentamos un poco de la mamá Web pero aquí seguimos. Una gran disculpa por no haberte contestado a la brevedad. Me encantaría ver ese recetario. ¿Aún tienes?... Para enviarte la dirección exacta por mail, ¿te parece?.
Te mando un abrazo enorme, duradero y sincero. A tí y al buen Gonzalo.
Post data: A mí también me cuesta muchísimo contener las lágrimas. Creo que es una situación que me costará cambiar según corra la vida.
¡Se les quiere mucho!
Yo también soy llorona. No comprendo nada. Así me gusto!
Excelnte post Carmen!
Ja, ¿Venecia no comprende nada?
¿Y aun así le gustó mi post?
Eso sí está grave. Que tanto chillar y chillar y las lágrimas no se entiendan. Ayyy si esa es la tragedia de mi vida.
Esto que dice Alea Reygo es muy cierto, "toda debilidad siempre implica una fortaleza..."
Pero, llorar es de veras una debilidad?. Qué tal que es tu fortaleza, Car?
Mira que yo no sé llorar, de verdad, me conmuevo pero no hasta las lágrimas y entonces mi sensibilidad está siempre en juego, como si no fuera auténtica. Mah...
Mi mamá es como tú, pero por más ejemplos que me ha puesto de lágrima fácil con o sin lunas, no he aprendido a llorar.
Un besazo chula!
Carmencita , que la red se confabula en mi contra y mis comentarios no aparecen en los blogs , que sepas que te llevo al corriente, a pesar que tampoco se actualizan muy bien.
que decirte, ( si puedes verlo ) pues que a mi no me importa llorar, qu soy muy llorona,lo mas , a veces siento emocionarme con cosas que no tienen sentido, pero es así , pero también me rio ,cada vez mas, que parecía que se me había olvidado un poco reir , te digo que solo hay una cosa que hace que me irrite llorar, se me escuecen los párpados y estoy convencida que se arrugan mucho mas , con lo que el bote de cremita baja,baja,baja; esto de los potingues debo superarlo, por lo demás ¡ soy una llorona, si!
besos
además, esta luna estuvo peculiarmente jaladora y loca, todo se agitó más de lo normal!
Hola, pues bienvenida al sindicato de lloronas: pero para mi es como cuando el clima esta pesado y caluroso y que llorar refresca un poquito el alma.
un beso!
andrea
demasiados electrógenos en este lugar
un texto espléndido y brutal
Compañera de infortunios!! Ay Carmencita, si yo tuviera talento para escribir, habria escrito lo mismito!!!!
Cuando lloro sin razon y mi amorcito pregunta, solo acierto a responder: Crying is what I do!
Un beso
Es verdad, en Luna llena a uno se le sube la tristeza, ven Carmen yo et abrazo...
Leyéndote entiendo más a mi hija que llora tanto, al igual que vos. Parece frágil pero es tan fuerte! Seguramente hay una explicación para ello, a veces me pregunto si tengo algo que ver en ello. Tu reporte me ayudó a comprenderla más. Gracias, ves que también sos fuerte? Besos
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