
1. Me vinieron a tirar un gato en el garaje de mi casa. El gato parece que venía en una caja de zapatos que estaba tirada en la calle, cerca de la coladera. Era un gato pequeñito, y estaba agonizando. Varias moscas se paraban sobre su boca. Lo sostuve un poco, pude ver que tenía la piel pegada a las costillas. Lo levanté y un montón de sentimientos se me vinieron a la cabeza; no sé de dónde se saca el valor en esos momentos cuando uno ve un animal extraño en su casa, casi muerto y pensar: ¿qué carajos voy a hacer con él? Afortunadamente no estaba en rigor mortis como aquellos dos gatos en casa de mi madre, ahí sí era espeluznante la rigidez. Y como siempre, mi familia me deja a mí el trabajo sucio. Chale, y yo no tengo capos que me ayuden como al Tony Soprano, pero sí me estalla en el pecho el poco valor ético y la escasa humanidad que hay que tener en estos casos. Metí al gato en la misma caja de zapatos que estaba tirada, lo tapé y fui a ponerla a donde pasa el camión de la basura. Dicho en otras palabras ésta que escribe, que nunca tira ni la envoltura de un mini-chicle a la calle, fue a dejar al pie del poste de luz una cajita no tan feliz.
2. Cuando vivía en casa de mi madre, tenía un jardín que era usado como el cementerio de animales, poco falto para que se hechizara el vecindario con una explosión de fuegos fatuos. Ahí estaban enterradas buena parte de la fauna que había ladrado, maullado, graznado, gruñido, croado, cacaraqueado, aullado, chillado, bramado y píado en los pasillos de mi casa y en la de los vecinos. Porque mí mamá, (ah, sí, ella es igualita a la señora Soprano) también era hospitalaria con otros para que fueran a abonar su jardín. Ahora ya casi a todo el mundo lo creman. Somos tantos vivos que no hay espacio para los muertos.
3. ¿Qué tiene que ver este post con comida? Esto es sólo un ejercicio, aunque de repente, si le buscamos lo podemos asociar en los momentos en que nos enteramos que hay animales indeseables en la cocina. Siempre he dicho que no es lo mismo matar un animal vertebrado a uno invertebrado. No es lo mismo matar moscas que un ratón. Cuando descubro que hay un ratón habitando en mi cocina, me da una sensación angustiante por las medidas que me conducirán a sacarlo fuera.
4. Esta glotona de vida se va de vacaciones. Ya saben, pero si se les olvida les digo: Si les agarra el hambre consulten el refri de antojos pasados, uno nunca sabe las sorpresas que se pueden encontrar ahí arrumbadas. Luego hay un chorro de post que permancen vivos, nomás chequen el de:
Visitando los talleres de Ocumichu y verán cómo me siguen dejando mensajes.