La vida es un milagro, y si no lo es, al menos lo intentamos. Rediseñamos los amaneceres
comemos mangos en febrero y dormimos los tres en la misma cama.
La vida es un milagro, supongo que tiene que serlo porque ayer un niño de quince años
me coqueteó descarado.
La vida es un milagro, tengo casi un año y mi mano sigue igual, pero de ahora en adelante les aviso que ella y yo vivimos una realidad que no nos pertenece. Ya no me pregunten por ella. De repente se volvió una extraña que se independiza de mi cuerpo, sale a tomar paseos, vagabundea y transita por diferentes callejones y cambios de presión. Sólo ella sabe cuando regresa hinchada, dolida y buscando mi atención. Otras veces mi mano izquierda la encuentra flaquita, linda, normal y se hacen arrumacos con gusto.
La vida es un milagro, me volví ambidiestra, actúo como los árabes y hago las cosas impropias con la izquierda. Pero la otra sigue aquí y a pesar de su carácter bipolar, me ayuda a escribir, a cocinar, pelar camarones y me deja chuparme los dedos. Kusturica está orgulloso de lo bien que vivo con el linfedema.
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Hace 12 años.
1 comentario:
Haz encontrado un forma del ying y el yang. Prometo no preguntar nunca más sólo por ella. Si acaso, por las dos.
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