Razón tenía Enrique mi gúru cinematográfico al recomendarme ver la película inglesa Kinky Boots, así que arrastrandome me llevó a verla Gonzalo, y es que estaba tan deprimida que sólo así pude salir de la casa.
Valio la pena, me divertí, me gustó y hasta mi estado de ánimo cambió cuando me aventé una bronca en el cine con un estúpido matrimonio homofóbico que empezó a criticar a unos muchachos porque se tomaban de la mano y se abrazaban.
Los setenta y cinco centímetros de sexo tubular cambian una fábrica de antiguos zapatos de hombre, que está a punto de irse a la quiebra.
El guión es original, aunque el final sea bastante predecible, la banda sonora es buenísima, y la actuación Lola (Chiwetel Ejiofor) es excelente, además de estar guapísimo.
Me llama la atención que gente con el pensamiento de ese matrimonio no soporte ver a una pareja gay abrazarse y besarse, pero acude a ver una película que trata de la discriminación y el respeto de ser diferentes. Necesitarían llevarse las palabras que dice Lola: Cambia tu punto de vista sobre alguien, y tal vez te darás cuenta que lo que siempre has buscado lo tienes a tu lado.
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