Mi cuerpo me pide que descanse, sin embargo yo lo martirizo y lo maltrato. Ya llevo dos semanas enferma. Aunque también lo consiento, es por eso que después de la malograda visita a la rascuache Antigua Fonda Santa Anita, decidí que hacía falta comer más comida mexicana, pero de buena calidad. Me fui por el rumbo de Azcapotzalco, en la colonia Clavería, el Restaurante Nicos, propiedad del buen chef Gerardo Vázquez. Yo iba principalmente por probar su Sopa seca de natas, que es un pastel de crepas con rajas y pollo deshebrado en una salsa de jitomate. Antigua receta creada en el antiguo convento de monjas capuchinas en Guadalajara. ¡Ah, como es rico recordar un platillo que te deleita y al regresar a comerlo compruebas que el sabor sigue siendo el mismo y no te defrauda! Esos son los buenos restaurantes, los que mantienen por años la calidad de sus platillos y por si fuera poco también procuran incluir novedades gastronómicas en la carta de excelente calidad. Este es el caso de un tamal de lomo de salmón con hoja de aguacate o un guajolote cocido con ceniza y demás virtudes que no tuve tiempo de probar. Además de la sopa, pedí Chamorro picado para tacos, que comí agradecidísima. ¿Quién dijo enfermo que come y mea, el diablo que se lo crea? Si estoy malita, pero mañosa y venturosamente mi apetito continúa.
Restaurante Nicos
Cuitláhuac 3102
Col. Clavería
53 96 70 90
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