Casí todo el año pasado me la pasé comiendo ceviche de pescado, al menos una vez por semana. ¿La razón? soy mujer de paladar obsesivo, y como no me he cansado este año continúo haciendo lo mismo.
Pero por fin se me hizo comerlo en un restaurante que desde que lo ví abrió mi ecléctico apetito.
Es un restaurante que está sobre avenida Revolución, pasando el teatro Helénico del lado de enfrente, antes de llegar a Altavista. No me pregunten el nombre, la dueña tiene la culpa, no le puso un nombre fácil, hizo una conjunción con sus iniciales y no sé que más, algo así como Percebs, juro y perjuro ponerlo para la próxima visita que haga, lo que pasa que me piden que recomiende más lugares a donde ir a comer y pues aquí me tienen.
En este lugar que abren incluso los domingos, hay variedad de ceviches. Por si no lo saben el ceviche es un platillo peruano, enójense los puristas acapulqueños defensores de su autoría. Perú es el segundo país latinoamericano con una maravillosa variedad de comida en cada una de sus regiones climáticas, (lo siento, pero yo soy chovinista gastrónoma) De ahí es originaria la papa, creo que tienen más de veinte variedades, entre las más raras unas papas que se deshidratan en el frío de los andes y hacen un platillo sabrosísimo que se llama CARAPULCRA.
En este restaurante tienen de esas papas pero las sirven con algo que yo no puedo comer... conejo, son tan lindos, me acuerdo de los que he tenido y pues la verdad no se me antojan, se me hace una aberración. Así que pedí algo que había oído que hacía Tania Libertad en su casa: Un tiradito. ¡Pos no lo echamos!
¡Que cosa tan sabrosa! El pescado estaba en su punto y el sabor excelente sobre todo porque usan un chilito típico de allá, ellos lo llaman ají amarillo, nada que ver con el habanero, se parece pero no es igual, este tiene un sabor muy especial. Me imagino que consiguen este chile fresco introducido al país quíen sabe por que vía y es con el que hacen el tiradito. Es curioso como el chile, originario de México, cambia su sabor al lugar donde lo lleven, no es igual el mismo chile en Oaxaca, que en India, Tailandia, China, Hungría o Perú. La tierra, el calor, tantas cosas lo modifican. Como también no tiene nada que ver nuestro “limón” con el auténtico LIMÓN para confeccionar un buen ceviche. En eso nos ganan los peruanos, que puedo decir, a menos que se consigan unas limas agrias de Yucatán y un buen ají amarillo no tendrán un auténtico ceviche peruano. Nuestro “limón” es sabroso, para muchas cosas es insustituible pero en este caso resulta sumamente ácido.
Además, te sirven de entrada unos buenos pedacitos de engordadora mandioca frita, mmmhh, y un buen pisco, eso sí no les recomiendo los “platillos internacionales” ustedes vayan por el ceviche o el tiradito de lenguado o pregunte por otro platillo típico.Yo no pedí postre, pues no es muy económico que digamos, así que se aguantan, dirigen sus pasos hacia el norte y se compran una tartaletita en la Vienesa, una de las pocas pastelerías en donde yo suelo comprar pasteles cuando me es imposible hacerlos. La Vienesa esa si está casi enfrente del Teatro Helénico, pegadita a una farmacia y también abre los domingos, pero cierra temprano.
Vayan, ahorita que hace calor se apetece echarse un tiradito, sin albur.
y la Vienesa se encuentra en Avenida Revolución 1481
1 comentario:
Tuve oportunidad de comer en el restaurante de comida Peruana que está en Av. Revolución. Su nombre es algo así como Pardees.
Es demasiado caro. El mesero que recibe es muy atento y servicial pero el enano que tomó la orden y sirvió hace su trabajo mal y de peor gana.
Pedimos Ceviche de Lenguado, Ceviche de conchas negras, Humitas, Chicharrón, Sopa de Mariscos, Caldo de Acamayas, Chifles (tostadas de plátano), Mondonguito y, de postre, crepas.
El ceviche de lenguado estuvo excelente. El de Conchas Negras era una copita con cinco pedacitos de pata de mula. También estaba riquísimo, lo único malo fueron unos granos de elote tostados que parecían piedras y el precio, que me pareció exorbitado para el tamaño, $90.00.
Ls humitas no las probé pues no me agradan los tamales de elote pero los que las comieron no repararon en elogios.
El Chicharrón se lo comió muy a gusto el que lo pidió y consistía en carnitas, un elote y chifles.
Yo pedí el Mondonguito no sin antes preguntar si el platillo era picante. El mesero enano me respondió con voz grave que si, al mismo tiempo que movía la cabeza afirmativamente y entornaba los ojos. Por eso se lo pedí. Resultó que la panza era hervida y no tenía sabor alguno, es decir que el mesero me había engañado. Devolví el plato y pedí otra cosa pues a nadie de la mesa le gustó.
De afuera, comenzó a entrar un viento helado que calaba. Le pedimos al mesero enano que emparejara la puerta. Que no porque luego la gente viene a preguntar si está cerrado.
Pedí sopa de mariscos pues mi compañero de mesa me la dio a probar y la suya estaba riquísima. La que me dieron era casi igual nada más que aguadísima.
La suerte se invirtió cuando pedimos el postre. Yo pedí un pimpono, o algo así, de chocolate. Estuvo bueno pero muy empalagoso. El que me había convidado de su sopa pidió Creppe Suzet. Se la preparó el mesero enano. El fogoncito de lata nunca calentó la sartén lo suficiente. Las crepas salieron duras y frías. Mi compañero de mesa las comió con cara de angustia. Parecían tortillas de maíz mojadas.
La cuenta por cuatro personas: $1650.00, es decir 400 por persona.
En resumen, y con todo y el mesero chaparrito, es una excelente opción para disfrutar mariscos.
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