Uno. Un escritor deambula por las calles de Oslo, hambriento, más que hambriento alucinado por la inanición, pero con más dignidad que ya la quisiera para un día de fiesta cualquier líder del magisterio.
Dos. Una mujer deambula por los mercados, dos en Poza Rica y otro en Tuxpan en busca de una fruta, tan simple y sencilla que nadie se da el lujo de traerla a vender a la capital.
-¿Qué?, no hay, creo que todavía no es temporada, se me hace que la encuentra hasta agosto.
-¿Cómo que hasta agosto? No puede ser, siempre por estas fechas que se acerca mi cumpleaños la consigo.
Finalmente después de un peregrinar agotador, encuentro la fruta en un puesto callejero en Papantla.
Mientras buscaba el famoso zapote de Santo Domingo (así se llama esta fruta exótica) descubro en el zócalo de Papantla que las ardillas disfrutan de esta fruta en los árboles. Pinches suertudotas, luego que terminan de comerla tiran la semilla que es bastante grande y casi sirve para descalabrar a los chamacos que les gritan desde abajo desesperados por darles un cacahuate, las ardillas sobrealimentadas ignoran a los niños. Esos zapotes por fuera son cafés, de cáscara gruesa pero por dentro tienen una carne firme, lista para encajarle el diente, con un ligero perfume fresco a tierra tropical: azahares, jazmines y de color durazno. Valió la pena la terquedad por buscarlos.
Tres. Me conmueve tanto la precariedad del escritor noruego, él anda vendiendo sus botones para conseguir algo que comer y yo descubro una mujer que hace bocoles, molotes y tamales con reconocimiento del Ayuntamiento. Doña Ciria Morgado tiene más de cuarenta años cocinando sus antojitos papantecos. Ahora ella es la patrona y tiene a otras dos mujeres que le ayudan a cocinar todo el día. Gonzalo me escucha asombrado pedir una orden de bocoles con queso, fríjoles negros y por supuesto un atole de piña. Luego le encargamos que nos hicieran unos pulacles (tamales de frijol, hoja santa y pipián) para recogerlos a nuestro regreso.
Cuatro.
“Dios mío, las cosas que inventas”, pensé con indignación.Cinco. ¿Ayuno? Claro que yo sabía lo que era esto, el drama de esos días: no tener un centavo para comer, dos hijas chiquitas que necesitaban leche y un montón de corales negros como único material valioso para trabajar, o en estos casos de desesperación muchas veces pensé cómo sabría el coral negro frito. En ese tiempo era mayor mi creatividad artesanal que la culinaria; algo de joyería tendría que salir de esos corales para ganarle a la desesperanza.
¡Correr como un loco por estas calles mojadas, en plena noche! El hambre me roía
intolerablemente y no me dejaba reposar. De vez en cuando tragaba saliva, con la
esperanza de satisfacerme, y me parecía que esto me tranquilizaba. Hacía muchas
semanas, antes de este ayuno completo, que había tomado demasiado poco alimento
y mis fuerzas habían disminuido considerablemente en los últimos tiempos. Aunque
tuviera la suerte de obtener un billete de cinco coronas por uno u otro medio,
nunca duraría aquel dinero el tiempo suficiente para permitirme restablecerme
por completo antes de tener que sufrir un nuevo periodo de
ayuno"
Seis: En la reserva ecológica de la localidad de El Remolino, municipio de Papantla, Ver. hay un lugar que se puede disfrutar gastronomía totonaca a la leña. Un señor con su harem de ocho mujeres que cocinan sargos, mojarras, acamayas, huatapes de mariscos, una salsa de chile chipotle tan rica que pedí que me dieran para llevar y alargar el momento para disfrutarla. También tenían un montón de antojitos papantecos: enchiladas de pipián, de chiltepín, molotes, bocoles, estrujadas, gorditas. El restaurante se llama MIN-CHUK (TU CASA), y te hacen sentir como en ella.
En síntesis qué más puedo decir sobre el libro: Que me conmovió profundamente, brotó eufórico el registro de mis recuerdos y comprendí porque se volvió Knut Hamsun uno de los escritores a los que Rulfo les rendía culto, ¡ah! y lamento haber pasado tanto tiempo postergando leer a este escritor nobel ¿Qué están haciendo aquí? Váyanse a leerlo.
4 comentarios:
Me encantó tu relato paralelo, se me antojo el libro, pero mucho más los lugares, las fotos del metate y del fogón son una obra de arte. ¡Saludos!
que rico se come de ese lado del pais, yo osy adicta a los bocoles, aca ni los conocen pero tengo amigos de veracruz y Tampico y ellos me los presentaron, el tamal de hoja santa se me antojo con madre....debo leer tu blog por la tarde despues de comer ..en ayunas es una chinga....
Ire, ire, ire, pues. Si lo recomiendas asi ha de ser...
Oye, ¿¿diferencia entre hambre y apetito??
Cómo haces para encontrar lugares para comer tan rico?
Espero algún día ir.
Saludos
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