Me empleaba a fondo
Anécdotas sobre cómo he obtenido recetas tengo muchas, algunas han sido difíciles de conseguir y otras fáciles, en muchas he tenido que arriesgarme a ser algo más que simpática y seductora. Muchas tuve que pagarlas con dinero, con trabajo y con devoción. Otras tantas de manera chantajista, astuta y empecinada, así como se obtiene muchas veces el amor, ja. Por una buena receta soy capaz de lavar los platos de una cena. También me he topado con fracasos, porque en el páramo de los cocineros egoístas se encuentran muchos que guardan en el más blindado sótano su receta exitosa.
La burra no era arisca
Dados los catorrazos, mezquindades, desdenes y falsas recetas que no se aproximan a la requerida, me volví una mula egoísta. Aja si yo, la que disque tiene un pequeñísimo cajón de recetas en este blog. Nada más pregúntele a mis hermanas, a la única que le doy recetas es a mi hermana mayor, después de pedirle que me jure ante el altar de una diosa hindú de la comida, que no revelará la receta con sus cuñadas ni con las otras hermanas. En síntesis, ha sido duro para mí encontrar borbotones de generosidad entre cocineros y panaderos.
La vida es la ruleta en que apostamos todos
Algo pasa últimamente cuando alguien me pide recetas, involuntariamente se las doy completas, eso sí, no me pidan medidas exactas porque todo se resuelve al argot de juego de azar: como veo doy. Eso para un principiante es fatal, pero para quien tiene experiencia lo agradece complacido. Debo aclarar que a mis discípulos siempre les he dado bien las recetas, me esfuerzo por que su pago lo vale.
La ánecdota tras la ánecdota
Conocí a mi amiga Lourdes en una comida que convocó en los jardines de radio Educación, allá por los años noventa, ella cumplía un año con su programa: La cocinera atrevida. Esa vez le llevé un hermoso delantal hecho de patchwork que yo misma hice, envuelto en una caja con hierbas de olor, especias y chiles. Conocer a Lourdes es disfrutar de una plática de lo más ágil, interesante y seductora, pero esa vez se hizo una doble tertulia, madre frente a hija, cada una con sus propios fans por su lado. El público seguidor de sus programas sabía que su mamá era una excelente cocinera y que además hacía unos maravillosos chiles chipotles adobados. Como yo estaba con Lourdes, no supe en que momento la mamá comenzó a dar la receta de sus famosos chiles, sólo me enteré por casualidad. Esa vez conocí a su mamá sólo de lejos, no me atreví a presentarme, (como diría mi amiga: yo siempre tan tímida). La imagen que yo observaba desde mi lugar, era como esos cuadros místicos bordados en seda, donde los antiguos maestros daban la lección a los alumnos debajo de un frondoso árbol y a todos los tenía atentos. Esa era su mamá, teniendo cautivos a todos los que lograron apañar su receta.
Paso el tiempo, conocí mejor a Lourdes nos hicimos amigas; una vez haciendo un pastel para bodas en casa de su mamá la conocí mejor y le compré un frasco de los exquisitos chipotles que vendía. No les puedo describir el buen sabor de un chile de esos. Sólo puedeo decir que no tienen nada en común con ningún chile chipotle enlatado o enfrascado, comercial o caseramente, nada. No eran ni demasiado dulces, ni demasiado picantes, para quién se atrevía comerlos simplemente estaban buenísimos.
Cada que veía a Doña Vilma le compraba o encargaba de sus frascos de chiles. Me encantaba rellenarlos con un picadillo marroquí de cordero: cominos, canela y chabacanos secos, una verdadera chingonería.
Pero nunca me atreví a pedirle la receta, a la señora le iba bastante bien con la venta de sus chiles y era estúpido pensar en pedírsela, fue un deseo que preferí callar. Hace como tres meses en frecuentes viajes a Puebla, en el mercado compré ½ kilo de chiles chipotles que por su tamaño y olor me entusiasmaron lo suficiente como para intentar hacerlos en esta casa donde sólo dos personas los consumen, Celia que viene cada jueves y yo. El resultado fue tan catastrófico que todavía están en el refri sin que me atreva a hacer algo con ellos. El aceite y el vinagre se separaron, no logré que se integraran en perfecta consonancia, picosísimos de a madre y dada la poca convocatoria de los comensales de chile en esta casa, ahí están esperando mejores días y estorbando en el estrecho espacio de mi refrigerador.
El mes pasado, preparé semitas poblanas en mi casa, era jueves y Celia estaba aquí, sin los chipotles y el pápalo quelite una semita no puede ser semita. Saqué el último frasco de chipotles hechos por doña Vilma, con la misma tristeza que sentí cuando la vi por última vez en su casa. Aquella vez por sorprendente que parezca, no aproveche la oportunidad de comprarle chiles, mi visita fue súbita y con deseos de salir lo más rápido posible, algo presentí: doña Vilma murió a los 15 días de haberla visto. Celia y yo sabíamos que ese frasco era invaluable.
Ayer mi amiga me escribió un correo, ella cuenta que preparó en su pequeño restaurante una comida en homenaje a su madre, y sí, adivinaron el principal ingrediente es el chipotle, hazaña bastante osada para realizarse en Brasil, pero por algo ella es la Cocinera Atrevida. Mi piel se fue erizando al leer el correo y comencé a llorar, su correo me conmovió tanto que me hizo escribir este extenso post no en honor de las recetas que por fin logramos conseguir, ni de aquellas que se nos van de las manos. Lo escribí porque se apoderó de mí ese sentimiento de ausencia que se da por las personas que sabemos que nunca volveremos a ver, y porque me hizo sentir una fragilidad de dolor futuro al pensar en mi propia madre. ¡Que solos nos quedamos los vivos!
Choc Chip Cookies
Hace 12 años.
5 comentarios:
Lloré con tu post...así es, que solos nos quedamos..si tus chiles no tiene quorum regalamelos, en mi mesa siempre hay comensales que piden algo más "picosito"..esa receta de chiles rellenos de cordero..nomás de imaginarmela..con madre!!!!..una pregunta que es Papaloquelite??? (disculpa mi ignorancia culinaria)
México se distingue por una cantidad de hierbas que crecen endémicas y se llaman quelites; entre ellos el pápalo, el cenizo, la malva,quintoniles, huazontles. Es nomás que vayas a un buen mercado y preguntes por todas estas linduras que alimentaban a nuestros antepasados y afortunadamente nos siguen alimentando.
El papaloquelite tiene una peculiaridad, es una hierba altamente olorosa y normalmente causa reacciones extremas, hay quién lo destesta y quién lo adora, yo soy de las últimas.
¡CARMEN QUERIDA!
OJALÁ DE VEZ EN CUANDO TODAVÍA RECUERDES A ESA NIÑA TÍMIDA DE LA SOGEM QUIEN TODAVÍA MUY GUSTOSA Y ORGULLOSA LUCE LA PULSERA QUE LE REGALASTE; YO TODAVÍA TE RECUERDO, LOS RECUERDO Y EXTRAÑO. SO, NO DUDÉ EN ENTRAR A TU BLOG CUANDO LO VI EN LA LISTA DE MEMO VEGA. Y EN VERDAD QUEDÉ FASCINADA XQ EN CADA PARTE DE ÉL ENCONTRÉ MÁS DE TI.
EN VERDAD ME DIÓ TANTO GUSTO VERTE RETRATADA EN TUS PALABRAS, ASÍ COMO TU INGENIO EN EL ACENTO DE TU HUMOR, DE TU ESENCIA. ¡MUCHAS FELICIDADES!
CUÍDATE MUCHO Y OJALÁ EN ALGUNA OPORTUNIDAD NOS TOMEMOS UN CAFECITO.
ABRAZOS,
ATTE.
JAZ :)
CARMEN Tienes la culpa de las lagrimas que estoy derramando ahora al leer tu entrada... recordando a mi mamá, que solos nos quedamos los vivos...
Pero pasando a temas mas alegres, tengo una receta de chiles chipotles muy buena... yo no soy de esas gentes que guardan sus recetas en un sótano para que nadie las vea. Te la voy a enviar. Pero los haces para recordar a doña Vilma..
SALUDOS =)
Yo si quiero una receta Carmen:
La receta de semitas poblanas
Aunque no sea tu hermana mayor
Besos
Publicar un comentario