Que no somos iguales dice la gente
que tu vida y mi vida se van a perder
que yo soy un canalla y que tú eres decente
que dos seres distintos no se pueden quererA los adoradores de la comida, los que nos preocupamos por lo que comemos, por que el que alimentarnos sea un momento de agradar al paladar, de agasajarse y entregar algo fuera de lo común a los sentidos, de enloquecerlos, no para llenar la tripa con cualquier cosa desagradable y sosa, que se diga “si voy a engordar que sea por algo bueno, chingao”, sí, sí, contra los cánones y contra todo lo establecido de la comida chatarra, o contra los esquemas de belleza de los 50 kilos de cualquier espiritifláutica modelo mexicana, ya no nos vayamos contra las de menos de 45 kilos nórdicas o brasileñas y con 1.70 de estatura mínimo.
Pero yo ya te quise y no te olvido
y morir en tus brazos es mi ilusión
yo no entiendo esas cosas de las clases sociales
sólo se que me quieres y que te quiero yo. Los que nos aferramos a un sabor, a un platillo ensoñador y hasta que nuestra obsesiva y empecinada voluntad lo crea, a todos los que ahí estamos, dale que dale al ajetreado trabajo que significa cocinar, echándole imaginación a la cotidianidad, acarreando lo que nos tragamos a nuestra casa. Sólo por el gusto de ser como somos.
Vámonos donde nadie nos juzgue
donde nadie nos diga que hacemos mal
vámonos, alejados del mundo,
donde no haya justicia, ni leyes ni nada
nomás nuestro amor.
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