Por si se preguntan por qué no escribo en este blog con tanta frecuencia como antes, tengo que decirles que la escuela ha ocupado buena parte de mi tiempo, demasiadas lecturas, ejercicios y sobre todo por escribir la novela, ¡puff la novela!, ¡guácale la novela!, ¡ay mamá la novela!, ¡chin la novela!, ¡híjole la novela!, ¡soopas la novela!, y más recientemente: ¡¡bububúauuu la novelaaa!
Esa ha sido la razón, bueno, esa y mi mano con linfedema para que me aleje de los sabores que tanto trastornan y engordan las llantas de mi vida, pero lo que sí no voy a dejar pasar es que ahora que viene el cumpleaños de mi amantísimo Gonzalo tengo que darle el regalo más sabroso, vistoso y más barroco de esta época. Así que en esta casa se tienen que hacer unos impecables CHILES EN NOGADA, así con mayúsculas, que caray, aunque con mano hinchada y con la novela atorada entre las ganas y la obligación, el gusto y el disgusto.
Por andar con esos antojos y con la imposibilidad de hacerlos, ayer no aguanté más y aunque ya sabía que no iban a estar tan buenos como los míos se me ocurrió comerlos en un restaurante de Coyaoacán, creo que se llama el Morral, juntito al Jarocho. Yo creí que por tener a unas señoras echando tortillas a mano iba a ser un buen antecedente para que estuvieran buenos, pero no. Me sirvieron un chile, no muy chico, ni muy grande, ni muy flaco, ni muy gordo, digamos término regular, con una salsa de nuez pecanera (la cafecita de siempre) en vez de nuez de castilla, unas brisnitas de granadas y tan tan, por ese chile me cobraron $ 120.00 Haciendo memoria, creo que tenía años de no comer chiles en nogada en un restaurante. Y todo por la razón de siempre, no hay un buen lugar en donde se pueda comer con confianza un chile en nogada fabricado con esmero, sin que abusen de ponerle mucha azúcar a la salsa de nuez o sin ponerle la fruta adecuada.
Mi amiga la Cocinera Atrevida, prepara unos muy buenos en Brasil, con los ingredientes que encuentra por allá, una vez yo evadí las aduanas paulistas y le llevé los ingredientes necesarios para hacerlos igual que en su casa de Portales.
Hay quien nunca usa las nueces de castilla para hacer los chiles y hay quién no puede prescindir de ellas. Los puristas afirman que el plus de sutileza que tienen estos chiles es la nuez que se le pone, las prácticas como yo decimos que puede ser con lo que sea: macadamias, almendras, avellanas, pecaneras. Eso de estar pelando las nueces es una labor más aburrida que estar limpiando ajonjolí y me hace acordarme de mi hermano que siempre me ganaba las apuestas de ver quíen pelaba más nueces de castilla sin romperlas y dejarlas como cerebritos, él siempre me ganaba y yo terminé odiandolas.
Esa ha sido la razón, bueno, esa y mi mano con linfedema para que me aleje de los sabores que tanto trastornan y engordan las llantas de mi vida, pero lo que sí no voy a dejar pasar es que ahora que viene el cumpleaños de mi amantísimo Gonzalo tengo que darle el regalo más sabroso, vistoso y más barroco de esta época. Así que en esta casa se tienen que hacer unos impecables CHILES EN NOGADA, así con mayúsculas, que caray, aunque con mano hinchada y con la novela atorada entre las ganas y la obligación, el gusto y el disgusto.
Por andar con esos antojos y con la imposibilidad de hacerlos, ayer no aguanté más y aunque ya sabía que no iban a estar tan buenos como los míos se me ocurrió comerlos en un restaurante de Coyaoacán, creo que se llama el Morral, juntito al Jarocho. Yo creí que por tener a unas señoras echando tortillas a mano iba a ser un buen antecedente para que estuvieran buenos, pero no. Me sirvieron un chile, no muy chico, ni muy grande, ni muy flaco, ni muy gordo, digamos término regular, con una salsa de nuez pecanera (la cafecita de siempre) en vez de nuez de castilla, unas brisnitas de granadas y tan tan, por ese chile me cobraron $ 120.00 Haciendo memoria, creo que tenía años de no comer chiles en nogada en un restaurante. Y todo por la razón de siempre, no hay un buen lugar en donde se pueda comer con confianza un chile en nogada fabricado con esmero, sin que abusen de ponerle mucha azúcar a la salsa de nuez o sin ponerle la fruta adecuada.
Mi amiga la Cocinera Atrevida, prepara unos muy buenos en Brasil, con los ingredientes que encuentra por allá, una vez yo evadí las aduanas paulistas y le llevé los ingredientes necesarios para hacerlos igual que en su casa de Portales.
Hay quien nunca usa las nueces de castilla para hacer los chiles y hay quién no puede prescindir de ellas. Los puristas afirman que el plus de sutileza que tienen estos chiles es la nuez que se le pone, las prácticas como yo decimos que puede ser con lo que sea: macadamias, almendras, avellanas, pecaneras. Eso de estar pelando las nueces es una labor más aburrida que estar limpiando ajonjolí y me hace acordarme de mi hermano que siempre me ganaba las apuestas de ver quíen pelaba más nueces de castilla sin romperlas y dejarlas como cerebritos, él siempre me ganaba y yo terminé odiandolas.
Anímense a hacerlos si no quieren quedarse sin probarlos en esta temporada y a mí no me esperen, por estar escribiendo esto hoy no hice nada de la novela de tres meses, chin creo que ya son menos, ¡buaauu la novela!
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