Cómo extrañaba comer tranquilos y sentirnos apapachados. Dejándonos envolver con el cariño de una comida hecha con dedicación; que necesita ir reuniendo los ingredientes para cocinarse con tiempo, sin prisas, al aire libre, con amigos, pero también con desconocidos. Saborear los platillos representativos de un país lejano, en cierta medida, pero tan cercano a nosotros. Como dice la canción Um dia de domingo: Era necesario, hablar, tomar un respiro, tocarnos, dejar hablar al corazón…y matar saudades, sobre todo.
Todo comenzó por la convocatoria que hizo mi querida amiga Lourdes Hernández, La cocinera atrevida, además de ser periodista y traductora mexicana; es amplia conocedora de la cultura brasileña y embajadora de la comida mexicana en ese país, ahora, de regreso a casa, nos trae al paladar esos sabores brasileños. Aquí hay más información sobre ella.
La cita era por invitación en una casa al norte de la ciudad de Cuernavaca, rodeados de plantas. El menú era bastante atractivo, lo cual hizo que todos los afortunados asistentes, acudiéramos hambrientos pues ya sabíamos que constaría de varios platillos.
El mejor recibimiento fueron las caipiriñas de priprioca, que se volvieron adictivas para mí. Además, un caldito de mocofava, que es una sopa sustanciosa con alubias, tocino, carne de res y especies. Mi descripción es bastante pobre para describir la generosidad del caldo.
Luego vinieron bolinhos de pescado con un quiche de cangrejo y ensalada verde.
Para esas alturas volví a pedir otra caipiriña, que sin tanto hielo permitió que apreciara más los sabores del limón clavo, el maracuyá y el encantador sabor a madera del jarabe de priprioca.
Después vino el plato fuerte: Arroz con pulpo de Cerará, moqueca de plátano macho, receta del chef Thiago Castanho, (si le interesa saber cuáles son los ingredientes consulte el siguiente vínculo) http://receitas.folha.com.br/receita/2755
Y el platillo por el que estaba ansiosa probar era el barreado, que es un cocido de carne, típico del litoral paranaense. Es una comida de cocimiento lento, aproximadamente 20 horas, en olla de barro y se sella o se tapa con una masa de harina de yuca, de ahí viene el nombre de barreado. Debí hacerle caso a mi hija Mariana, cuando proponía que lo hiciéramos para su cumpleaños con la receta de Neide. Es un platillo de gran peso y sabor.
Todo esto acompañado con otro arroz, muy distinto del otro, este era Arroz de puta rica, no se asombre, es una forma de ofrecer lo más placentero y hedonista en un arroz. Así se llama y es un platillo típico de Goías. Llevaba cortes pequeños, suaves y jugosos de carne de puerco, con un sazón tan rico, como sólo Lourdes lo puede crear.
Lourdes aclara la historia de este arroz en su menú: “las chicas todavía, después de esforzarse, tenían que preparar su comida con las sobras que hubiera en el “centro de esparcimiento”. Así, esa comida, que incluso alcanzaba para los clientes que tenían su tarjeta de infidelidad al día, se fue haciendo conocida como “arroz de puta pobre”. Hasta que llegó una celestina francesa a instalarse en la ciudad, y rápido se dio cuenta que para competir debía hacer diferencia y perfeccionó el plato incrementando cúrcuma y muchas carnes. Su plato se volvió conocido como arroz de puta rica. Perfecto para disculpar a los hombres flagrantes en el camino de la perdición, que justificaban su ida, exclusivamente para comer el arroz de la casa.
Todo esto acompañado con raíz de chayote, yuca, camote amarillo, calabacitas y cebollas de colores asadas al carbón.
¿Y qué creen?, que vino la tercer caipiriña de carnaval, ya para entonces me había informado Felipe qué era ese toquecito tan rico del jarabe de priprioca. La priprióca un tubérculo con un perfume fresco, amaderado y selvático. Algo delicioso y seductor al paladar.
Al final, claro, ya todos estábamos ahítos con tanta abundancia de platillos. Pero hubo postre: un mouse de guanábana y café brasileño.
Así terminó la convocatoria a comer de la Cocinera Atrevida. Gracias a Chantal y Kito por la hospitalidad. A Felipe por el servicio. Y desde ahora ya tengo el anhelo de volver a probar sus platillos una vez más… y las caipiriñas, claro está; que como consta en esta inmediata reseña, solamente me inspiró.
2 comentarios:
Wow Carmencita que rico!!! besiños y feliz semana.
Cuanta abundancia! en cantidades, sabores, colores y calor humano...una comida digna de Lourdes y Felipe. Qué padre que pudieron disfrutar así su tarde de domingo. Ya era justo!
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