
Antes creía que comer arroz nunca me iba a cansar, podía comerlo casi a diario y no tenía problema. Hasta que sucedió un buen día que me enfadó. Cuando me preguntaban en mi casa que porqué no comía arroz, simplemente les decía: es que estoy peleada con él. Después descubrí que era su sabor y su consistencia lo que me molestaban, así que decidí cambiar de marca, fácilmente probé como unas 4 diferentes, hasta que comencé a consumir un arroz tailandés que compraba en una tienda de productos orientales en la colonia Roma. Era carísimo, en ese entonces estoy hablando de hace más de un año, me costaba como a 25 pesos el kilo. Cabe decir que sólo ese arroz comía y me parecía excelente para hacerlo al vapor, su grano era largo y no se apelmazaba fácilmente, lo que sí pasaba con los otros arroces. Pero a partir de noviembre del año pasado ese arroz tailandés lo dejaron de vender ahí.
En febrero el dueño de la tienda me dijo que se habían detenido las exportaciones del arroz tailandés. Por el mismo tiempo la Señora Merlos, sí la dueña de Casa Merlos, me comentaba que todo el arroz que consumimos en México es chino y que el poco que se produce en México es para exportar. Esa era la razón por la cual el arroz lo encontraba diferente y de bajísima calidad, pensé. El vienes en el periódico leí que el 70% del arroz que consumimos es importado y que es muy probable que en octubre el producto comience a escasear por la crisis alimentaria que ya se está viviendo en Asia. Nuestra dependencia alimentaria es tan grande como la estupidez y corrupción de los políticos y el clero mexicano. Sin subsidios qué podemos esperar en el campo mexicano.
El martes que fui a la tienda de productos orientales había arroz tailandés, ahora está a 38 pesos el MEDIO kilo, no lo compré, no me quise arriesgar a llevarme un chasco; decidí que consumiría los que hay en el supermercado porque posiblemente ese arroz tailandés sería la misma estafa que pagamos por nuestro “arroz nacional”. Pienso agotar todos los cereales y leguminosas que hay en mi alacena, si se dice que estamos comiendo más de lo que se produce, al menos quiero evitar desperdicios. Así las cosas y peor que se van a poner.
En febrero el dueño de la tienda me dijo que se habían detenido las exportaciones del arroz tailandés. Por el mismo tiempo la Señora Merlos, sí la dueña de Casa Merlos, me comentaba que todo el arroz que consumimos en México es chino y que el poco que se produce en México es para exportar. Esa era la razón por la cual el arroz lo encontraba diferente y de bajísima calidad, pensé. El vienes en el periódico leí que el 70% del arroz que consumimos es importado y que es muy probable que en octubre el producto comience a escasear por la crisis alimentaria que ya se está viviendo en Asia. Nuestra dependencia alimentaria es tan grande como la estupidez y corrupción de los políticos y el clero mexicano. Sin subsidios qué podemos esperar en el campo mexicano.
El martes que fui a la tienda de productos orientales había arroz tailandés, ahora está a 38 pesos el MEDIO kilo, no lo compré, no me quise arriesgar a llevarme un chasco; decidí que consumiría los que hay en el supermercado porque posiblemente ese arroz tailandés sería la misma estafa que pagamos por nuestro “arroz nacional”. Pienso agotar todos los cereales y leguminosas que hay en mi alacena, si se dice que estamos comiendo más de lo que se produce, al menos quiero evitar desperdicios. Así las cosas y peor que se van a poner.
 
 



 
 
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 Esta es la segunda ocasión que asisto al Festival y gracias a que colaboro en la revista Alas y a mi editora Aída Suárez y Raúl Guerrero, pude estar más de cerca del concurso. Lo que siempre es de llamar la atención es el orden y la paciencia que tienen las señoras de estar sentadas tantas horas frente a sus platillos, repitiendo gentilmente los ingredientes y el nombre de su guiso a quien lo requiere. Al finalizar el concurso, cuando ya se había retirado la mayoría del público que se deleitó con sus platillos, se dijo el nombre de las ganadoras.
Esta es la segunda ocasión que asisto al Festival y gracias a que colaboro en la revista Alas y a mi editora Aída Suárez y Raúl Guerrero, pude estar más de cerca del concurso. Lo que siempre es de llamar la atención es el orden y la paciencia que tienen las señoras de estar sentadas tantas horas frente a sus platillos, repitiendo gentilmente los ingredientes y el nombre de su guiso a quien lo requiere. Al finalizar el concurso, cuando ya se había retirado la mayoría del público que se deleitó con sus platillos, se dijo el nombre de las ganadoras. 
 La señora Epifania Callejas Vázquez del Municipio de San Salvador Vixtha de Madero con una delicia de platillo: Ardilla con verdolagas secas y orejones de calabaza. Esta forma de dejar secar las calabazas es muy común en el Valle del Mezquital.
La señora Epifania Callejas Vázquez del Municipio de San Salvador Vixtha de Madero con una delicia de platillo: Ardilla con verdolagas secas y orejones de calabaza. Esta forma de dejar secar las calabazas es muy común en el Valle del Mezquital.


 La reyna del festival con su vestido de totomoztles
La reyna del festival con su vestido de totomoztles
+019.jpg) Estos son los shamues vivos. Son las chinches del mezquite y son más puros que los pensamientos del Papa
Estos son los shamues vivos. Son las chinches del mezquite y son más puros que los pensamientos del Papa



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