Volaban en un pequeño bostezo de seducción
los navegantes del sueño azul.
Cuando el hombre indiferente les declaró la guerra
y ellos tiernamente abrigaron su desdén
con suspiros exaltados de sorpresas,
sutil remedio contra un mundo
con sed de asombro.
Ahora ellos sensatos reviven
en la brisa del parpadeo
lo que quedó de los ángeles.
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