"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

domingo, agosto 30, 2009

Levantando la cosecha



Desde una azotea de un populoso barrio en plena ciudad de México, declaro formalmente inaugurada la recolección de jitomates hidropónicos. Al cortar la cosecha, sin proponérmelo viene la reflexión, la recapitulación de muchos cuidados, errores y ciertas faltas, pero finalmente aquí están los frutos radiantes y generosos, dispuestos a ser transformados y consumidos. Sobrevivieron al Carnaval, la Semana Santa, la influenza humana, las elecciones y, posiblemente, pese a todos los designios seguirán ahí reproduciéndose todavía después del informe presidencial del mediocre Felipillo.

Y en la planta baja, en el otro jardín macetero, ése sí con tierra, creció con muchos cuidados una planta de acuyo, mejor conocida como: momo, hierba santa, hoja santa, cordoncillo. Esta hoja tiene el poder de restaurar las fuerzas perdidas de las noches por calores agobiantes, malos tragos, búsquedas fallidas de trabajo, discusiones infernales, pésimos tacos, insípidos poetas, amigos mentirosos. Dicen que unas hojas de esta planta, arrimadas en cocimiento por las mañanas, hace hablar antes a los bebes y los inducen a avisar para ir al baño. El chocolate con agua aromatizado con hierba santa, si se les da de tomar a los ancianos, un estremecimiento recorrerá su cuerpo llenándolos de exquisito placer y sacaran de quién sabe dónde un montón de anécdotas y recuerdos olvidados, para que después su andar sea más ligero y ágil. Habrá que probarlo y comprobar los resultados.


Para conjugar la recolección de las cosechas, esta es la receta que se me ocurrió para festejar. Rollitos de Hoja Santa frita rellena de queso Oaxaca y queso de cabra en salsa de jitomate hidropónico y tomate verde. Acompañados de frijoles y un chile de agua que me trajeron de Oaxaca, el cual rellené con otro rollito. Quería rellenar después con ese chile de agua un chile ancho, luego una calabacita, para que así se fuera haciendo un conglomerado de rellenos, pero como no había nada de esas otras cosas a la mano, mejor le paré y ahí quedo listo.

jueves, agosto 20, 2009

Catskill Mountain

levántate a las 4 de la mañana a preparar el chai del desayuno prende los hornos y comienza por descongelar las galletas de chocochips y las de macadamia con chocolate no olvides que los mexicanitos que están en la cocina tienen añoranza y quieren que les hagas bolillos desean comer molletes y aquí ni modo de hacerlos con bagels también quieren que les hagas algún día pan dulce sus preferidas son las conchas no importa que lleves días sin dormir no importa que no te acostumbres a irte a la cama cuando el sol todavía esta brillando no importa que te cante toda la noche un búho hacia la ventana de tu cuarto finalmente en este lugar nadie descansa las actividades son tantas que no hay tiempo ni de dormir desde que llegaste has pelado como dos millares de manzanas la gente te admira al ver que eres la más veloz de todos haces competencias a ver quién termina de pelar más rápido una manzana y sin romper su cáscara al día siguiente celebran el día de la independencia y necesitan muchísimas manzanas para su famoso apple pay Annunziata y Eli te preparan café expreso de la mejor manera como dos italianos saben hacerlo vives un círculo vicioso no duermes porque tomas café y si no tomas café y te estás durmiendo en el trabajo llegas a la habitación que compartes con cinco mujeres más y te das cuenta por primera vez en tu vida que ante los zapatos de ellas los tuyos son como los de la Cenicienta después de tres semanas duermes unas horas por fin así tenía que ser si bailaste tres horas sin parar al despertar lo primero que ves son las dos enormes nalgas de tu compañera de junto que saca sus ropas debajo de su litera esperas a que desocupen la regadera una australiana que se bañó antes que tú no tiene para cuando vestirse y callarse así desnuda platica contigo tú no entiendes su acento y sólo mueves la cabeza dos mexicanas te invitan a ir de compras y como buenas millonarias es lo que mejor saben hacer apenas las conoces sin embargo oíste la palabra que necesitabas para animarte y levantarte temprano en tu día de descanso: Woodstock no importa que hayan pasado veintisiete años después del festival no importa que no tengas dinero suficiente no importan los venados muertos y atropellados que miras por la carretera lo importante es que el lugar es como te lo has imaginado igual que en tus sueños de adolescente piensas que si vivieras aquí como artesana te iría muy bien un hombre como de 68 años con collares camisola de algodón rastas rubias y barbas enormes pasea en bicicleta te manda un beso y te regala una margarita las millonarias entran en todas las tiendas una tras otra y compran compran compran tu oyes varios conciertos callejeros de muchachos que tocan la armónica mientras le enseñas a una vendedora de joyería una nueva técnica de hacer eslabones para cadenas ella te regala un cascabel esmaltado en gratitud vuelves a pensar que si vivieras aquí a lo mejor tocarías la armónica las millonarias te invitan a cenar en un restaurante camino de regreso escuchan a Joe Cocker vuelves a hacer pan de madrugada sigues sin dormir te has quedado sola por fin en la habitación alguien dejo unos zapatos increíble son de tu número y son nuevos esperas que alguien regrese por ellos has visto desde la ventana al búho que no te deja dormir ahora tiene crías y el ulular ha aumentado las conchas de pan quedaron deliciosas ahora todo mundo quiere que las hagas diario has disfrutado y padecido cada instante en ese lugar donde las piedras se pulen al contacto con otras...




lunes, agosto 10, 2009

Seducir, fornicar, comer, morir

Primero. No hay enemigo pequeño y menos una mantis religiosa. Es desafiante y combatiente. Ella me mira molesta e irritada, no le he hecho nada aun y ya está a la defensiva, gira su cabeza y me busca. Es interesante su postura erguida parada en dos patas, parecida a la de un humano. Aquí podría yo hacer alguna proyección antropomórfica y decir que es una guerrera preparándose para una lucha cuerpo a dedos, con sólo el arma de sus púas que están dispuestas a cortar mi desnuda piel. Para evitar que lo haga prefiero azuzarla con una hoja. Podría decir que casi oigo el lenguaje pendenciero que me lanza, de alguna forma acuno dentro de mí pecho la mala vibra que irradia el animal. No debería hacer esto, sin embargo su ímpetu para la pelea me parece tan atrayente.

Segundo. Supongo que por esa seducción también engancha a su pareja. ¿Sabrá el macho que esa voluptuosidad sexual se equipara con su lujurioso apetito? ¿Sabrá el porqué del canibalismo de su compañera? ¿Sabrá el decapitado que de esa forma se prolonga un mejor y más largo espasmo durante el coito? Es así como la mantis además de agresiva y glotona es una sabia concupiscente. Nada mejor para nutrirla que su propia especie. Tal vez debería el macho haberla hecho comer algo antes de sus nupcias o quizá ese es el precio para pagar semejante placer.

Comienza el mito matriarcal y un ciclo de vida en orden extraño: sexo, comida, muerte, reproducción. De tal modo se demuestra que los animales se parecen tanto al hombre que es imposible distinguirlos de este. El deseo y los temores de ambos entrelazados por el seno nutriente y devorador de la madre.

Lo cierto es que me acordé de la leyenda de la Coyolxauhqui. Sería interesante subir a la mantis en una pirámide del Templo Mayor y desde ahí mirarla decapitar a su pareja. Aunque ella no tendrá la intensión de arrojar escalinatas debajo de la gran pirámide a su víctima desmembrada, ella sabe que es mejor aprovechar cada partícula de su enemigo, pata por pata, antena por antena, es que los insectos se aprovechan completitos.

Tercero. ¿Cuándo se ha puesto usted lector a desollar un taco de chapulines de Oaxaca? Extirpar primero el corazón del enemigo ofrecerlo en sacrificio para luego devorarlo. No, ¿verdad? Es mejor comerlos completos, nada más no sean avorazados como lo fui yo el otro día cuando inocentemente iba a degustar por primera vez unos jumiles comprados en el mercado de Cuautla. Llegando a casa de mi amigo Luis calenté una tortilla, le puse salsa y así vivos me los comí. En el pecado iba la penitencia, el sabor de los jumiles nunca es para comerse de a montón como los chapulines, los escamoles o los shagues, no no no, estos animales sólo sirven de aliño. Su sabor es poderosísimo. Parecía que le había dado una mordida a un taco de wasabi (esa pasta verde que te acercan con el sushi). Los jumiles tienen un fuerte sabor como a clavo de olor. Los consejos y las maneras de comerlo me llegaron después. No Carmen, que atrevida eres, solamente se usan cuatro o cinco en un taco, de preferencia acompañados con guacamole o con cecina de Yecapixtla. O de otra manera pueden ser usados como condimento para una salsa molcajeteada. Pero es que ni siquiera se me ocurrió comer primero uno, uno solo para saber que me estaba metiendo a la boca. Ah, quedé escarmentada para no volverlos a comer en muchos años.
Todo esto rollo de insectos tiene un simbolismo y todo esto no es más que un ejercicio para mi clase de hoy. Evitaré hablar de mi experiencia con los jumiles para no ser analizada comparativamente. Por lo pronto me enteré que hay un libro sobre la manera de perder peso antes, durante y después de tener sexo. La mantis seguro que ya lo leyó.



miércoles, agosto 05, 2009

Hablando de máquinas inútiles

Para que molestarse en preparar uno mismo su café si ya está aquí Hina, la robot que te lo prepara con gusto y moviendo sus colitas de caballo.

Aunque de repente le tiemble un poquito el pulso.

domingo, agosto 02, 2009

Soberbia II

Tengo dos cabritillas, ay lerelerelé

arriba en Tatatila ay lerelerelé

arriba en Tatatila ay lereailé



No son dos cabritas, han de ser un montón porque dan bastante leche y de ahí sacan unos quesos deliciosos. La señora Cruz, de Tatatila, Veracruz, (perdón por la cacofonía) me surte de esos quesos que son un prililegio encontrarlos. También hace un requesón de cabra que uso para hacer un postre riquísimo y es el causante de que engorde: un panque de requesón con zarzamoras. Esta vez lo use en algo salado, esta rica tarta pascualina que desde hace un tiempo la quería hacer.
Cerca de donde está mi médico hay una panadería con unos argentino-uruguayos, siempre que voy a verlo compro alguna empanada argentina, son muy buenas pero caras. Otro día al entrar vi que sacaban una tarta pascualina y la vendían en ¡220 pesos! Me vine indignada a mi casa a prepararla yo misma. Y me acordé que Kako ya había puesto esta receta en su blog.
Solamente que yo no usé queso ricotta, (la verdad es que nunca he visto que vendan de esos quesos en este país) así que usé el requesón de cabra cabratis de Tatatila. Es demasiada arrogancia que diga que quedó buenísima, pero la verdad es que así fue.

Siguiendo la secuencia de las fotos, las cabritas y el proceso del pan, me acordé de esta entrada antigua. ¿Cómo el hombre puede, a pesar de la vida volverse poeta?