"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

viernes, junio 30, 2006

¡Ya llegó, ya está aquí!

El Chamuco Reloaded, especial de elecciones.

Búscalo con tu voceador.



martes, junio 27, 2006

Ah, mi país



Los vecinos que me han tocado son bastante jodinches. Para empezar con la de enfrente: doña Perra y sus perritos, son treinta perros y la misma cantidad de gatos. Es obvio saber a lo que apesta afuera de mi casa. Los otros vecinos fastidiosos son unos que están más lejos pero su radio de acción abarca más cuadras a la redonda: Don Madrazo y sus priístas. Hoy es el cierre de campaña en el Monumento a la Revolución y el tráfico está pesadísimo, Insurgentes, Reforma, San Cosme, Eje 1 Norte. Lleno de borregos y por si fuera poco de los Verdes que son los más cínicos, las calles copadas con camiones de acarreados y basura. Igualito que cuando convocaban a la bufalada cuando había dedazo. Ah, que gacho es eso de vivir cerca de priístas y perros. Al menos ha sido un gran avance que perdieran el poder, lo que más me preocupa ahora que vuelvan a tomarlo. No puede un partido tan deshonesto, sinvergüenza, ambicioso y corrupto hasta las tripas volver a gobernar este país.

Posiblemente en el Distrito Federal no gane tantos votos Madrazo, en provincia es donde está la mayoría que lo apoya, en lugares apartados que lo único que tienen como verdad es pararse enfrente de su majestad el televisor y eso se traduce a mayor ignorancia, esos son los que votan por esa fórmula, por desgracia. Sin ir más lejos, mi apolítica familia, (mamá, papá, hermano y dos hermanas) se va a lavar las manos votando por Patricia Mercado, que no me molesta tanto como Madrazo, por cierto la vi ayer que estuve horas mirando la televisión por estar reposando mi mano hinchada y no sé si me deprimió más mi enfermedad o perder tan estúpidamente el tiempo, realmente la señora es convincente en su discurso, pero como dice Martha mi amiga es: CASERA, y yo no quiero un presidente “casero”, tampoco quiero un pendejo como Fox. Pese a lo que dice la señora Mercado yo sí pienso en el voto útil, y no voy a desperdiciarlo con ella, eso sí, voy a votar por el menos peor de los dos. Incluso pienso inducir al voto con mis hijas, así que... ¡Denúncienme!, ellas están muy indecisas y su derecho lo llevan pensando desde hace meses. Me voy a poner de mamá cachimba, igual como se pone mi cuñado obligando a mi hermana y sobrina a votar por... (permítanme pedir perdón a nombre de ellos) por Madrazo ¡¡ghuash!!, que pena, ya lo dije.

Esta guerra de campaña se acaba mañana, la gente sigue estando pobre, decepcionada, indecisa y sin esperanzas en un país sin justicia, pero si no votamos será peor. Viva el voto útil.

Las consecuencias de mis actos


-Ninguna de mis pacientes se porta tan mal como usted

-Es que sus pacientes ya están muy viejitas

-No se crea tengo varias muy jóvenes

-Ah, pero no les gusta hacer ejercicio

-Sí, pero no hacen pesas como usted y no cocinan para trecientas personas.

lunes, junio 26, 2006

El sabor tradicional


Mi cuerpo me pide que descanse, sin embargo yo lo martirizo y lo maltrato. Ya llevo dos semanas enferma. Aunque también lo consiento, es por eso que después de la malograda visita a la rascuache Antigua Fonda Santa Anita, decidí que hacía falta comer más comida mexicana, pero de buena calidad. Me fui por el rumbo de Azcapotzalco, en la colonia Clavería, el Restaurante Nicos, propiedad del buen chef Gerardo Vázquez. Yo iba principalmente por probar su Sopa seca de natas, que es un pastel de crepas con rajas y pollo deshebrado en una salsa de jitomate. Antigua receta creada en el antiguo convento de monjas capuchinas en Guadalajara. ¡Ah, como es rico recordar un platillo que te deleita y al regresar a comerlo compruebas que el sabor sigue siendo el mismo y no te defrauda! Esos son los buenos restaurantes, los que mantienen por años la calidad de sus platillos y por si fuera poco también procuran incluir novedades gastronómicas en la carta de excelente calidad. Este es el caso de un tamal de lomo de salmón con hoja de aguacate o un guajolote cocido con ceniza y demás virtudes que no tuve tiempo de probar. Además de la sopa, pedí Chamorro picado para tacos, que comí agradecidísima. ¿Quién dijo enfermo que come y mea, el diablo que se lo crea? Si estoy malita, pero mañosa y venturosamente mi apetito continúa.

Restaurante Nicos
Cuitláhuac 3102
Col. Clavería
53 96 70 90


sábado, junio 24, 2006

San Rafa Marquéz




San Rafa Márquez lider del tricolor
defiende la casaca con fuerza y con valor.

San Rafa Márquez, lider de la defensa
apoya a la delantera que anda medio mensa

San Rafa Márquez, jugador del Barcelona
organiza la defensa, sobre todo en el marcaje por zona.

San Rafa Márquez, actual campeón de Europa
ayuda a nuestro equipo
organizando a toda la tropa

jueves, junio 22, 2006

Feliz solsticio de verano y día de San Juan


En día más largo del año
y el día más mágico del año.


Los ojos ven, las manos tocan.
Bastan aquí unas cuantas cosas:
tuna, espinoso planeta coral,
higos encapuchados,
uvas con gusto a resurrección,
almejas, virginidades ariscas,
sal, queso, vino, pan solar.

Octavio Paz. "Himno entre ruinas"

¿Qué te comes con 85 pesos?

Hace más de veinticinco años, cuando el museo Franz Mayer no era tal, en esos lugares estaba un mercado de artesanías, que mucho antes había sido el antiguo Hospital de la Mujer y más y más años un Hospital para pobres. En la época que era un mercado de artesanías en la planta baja había un restaurante, una fonda para ser exactos, se llamaba Fonda Santa Anita y había un menú a la carta y la comida del día. Yo acostumbraba a comer ahí, al menos dos veces por semana y luego me trasladaba a la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA, ubicada en aquel entonces en la Ciudalela. En esos tiempos la avenida Balderas y los alrededores del metro eran muy diferentes. En la Fonda Santa Anita, tomé por primera vez la famosa agua de chía, comprobé que eran ciertas las propiedades que le atribuían, ( me acordaba de un muchacho que decía que su novia era como la chía: espesa, babosa y fría). Todo lo que comía en ese lugar era buenísimo, desde su arroz hasta el postre, que casí siempre el pedía mi favorito: buñuelos. Yo recuerdo que no era caro, pues me alcanzaba al menos para ir dos veces por semana. Después a los locatarios del mercado de artesanías los fueron desalojando para dar paso al museo y así perdí uno de los muchos lugares sabrosos que acostumbraba para comer en el centro histórico.


Yo creo que desde que existía esa fonda, también existía la otra fonda de Insurgentes, que antes estaba en la misma calle pero en diferente número. Siempre tuve la intención de conocerla y ver si existía relación con aquellos sabores de la "otra fonda" Así que el día del padre instalada en la nostalgia de revivir mis recuerdos, convoqué a mi familia para que fuéramos a comer ahí. El lugar lucía un poco descuidado desde la entrada. Al llegar, el ambiente y el trato de los meseros no me gustó y la carta me pareció decepcionante. Algo pasa que de antemano presiento que el lugar no es bueno, será el menú, el movimiento de los meseros, los platillos de la mesa de al lado, la mantelería, los cubiertos. Propuse que nos levantáramos y nos fuéramos, sólo obtuve malas caras y comentarios pésimos. – Siempre con lo mismo. Pues no, ya pedimos las bebidas, cómo no miraste la carta antes de entrar, ¡aguántate!

Así que regañada por mi marido y mi hija, pedí del precario menú que no me ilusionaba unas albóndigas al chipotle que costaban 85 pesos, sin arroz, sin nada en que detener la mirada, lo mismo hizo Xuliana. Se me hacía carísimo el platillo, pensé en cuantos menús podía comer en la Fonda de Lulú, atrás de mi casa, ella prepara unas albóndigas al chipotle excelentes, tal vez hasta cuatro órdenes me podría comprar con esa cantidad. Pues si ostenta el título de"Fonda" bien podría tener unos platillos menos caros. Lo que no podía creer es que el lugar estaba bastante lleno, numerosos grupos de familias viendo el futbol y comiendo una comida de dudosa preparación. Gonzalo pidió una orden de quesadillas, trajeron 2 de flor de calabaza y una de papa, grasosísimas, además de la infamia de hacerlas con harina de trigo y un poquito de maza de tortilla, el resultado fue bastante desagradable. Al llegar mis tres albóndigas pude ver que Lulú sigue siendo mi favorita, estaban saladísimas, además pedí un arroz con plátanos para acompañarlas y el arroz estaba grasoso, medio crudo y además batido. O sea que tienen la calidad de platillo chafa de fonda pero con precios de restaurante de lujo. Gonzalo pidió un pescado a la veracruzana que no estaba mal pero también estaba salado, Xuliana puso todo el arroz para aligerar lo salado en su plato y Mariana unas enchiladas verdes que dijo que estaban buenas. O sea que a mí, la más chocante, le tocó el peor platillo. Cuando llegaron a mostrarnos los postres esperaba al menos que hubieran buñuelos para bajarme el coraje, sólo había arroz con leche, peritas en dulce, flan, fruta fresca y huevos reales. Al llegar la cuenta me sorprendió ver que cobran quince pesos por cubierto, ¡ni siquiera nos dieron botana!, que es lo que acostumbran cuando te lo cobran. Al reclamarle al mesero dijo que era por el servicio de bolillos y mantequilla que me pusieron. Se me hicieron de lo más mezquino y poquitero las normas en esta pinche fonda. No cabe duda que el mal gusto va en aumento, ¿cómo puede estar un lugar tan lleno, con meseros que fastidian con su rapidez para quitarte los platos cuando todavía estas comiendo, y con precios bastante inflados? Claro que le reclamé al mesero y me quejé de lo salado. Las ganas no me faltaron de ponerme a la altura y pedirle que me devolviera mis bolillos con mantequilla que se llevó y ya había pagado. Pero era día del padre, así que relax. Por lo pronto nunca vuelvo a la Antigua Fonda Santa Anita ni por equivocación.
Antigua Fonda Santa Anita
Insurgentes Sur 1038
No vayan

Todo eso me hizo pensar que más se puede comer en otros lugares con 85 pesos. Un menú para una persona en el restaurante chino Luaú en la calle de Niza en la Zonaja. El menú incluye, sopita wang tong, arroz frito con cerdo y res, un camarón capeado, un rollo de carne con aceite de ajonjolí, chop suey con pollo (que si no te gusta como a mí te lo cambian por diez pesos por puerco agridulce), una galleta y una jarra de té.

Qué diferencia, en el trato, el lugar y el menú. La atmósfera del lugar es ya clásica y podría decir que ha perdido un poco su candor, pero los platillos siguen siendo buenos. Por cuarenta pesos puedes pedir unos tacos de pato que sirven para abrir boca.
Luaú
Niza 38
Colonia Juárez
55 25 74 74

¿Qué más te compras con ochenta y cinco pesos?
Una birria calientita y sustanciosa con tres tepaches de guayaba, que caen re-bien después de estar hasta el gorro de estar enferma y un poquito deprimida... Ahhh, es que con esa birria te reconcilias con la vida. Es la mejor receta para levantar muertos en vida.

También hay pozole por cincuenta pesos, o la orden de tres tacos de birria que cuestan cuarenta y cinco pesos.
El lugar sólo abre de 6 pm a 1 am, todos los días.
Lo único malo es que no hay cervezas, pero te puedes poner una borrachera de tepaches.

Tecalitlán “La mejor birria de México”

Nogal 12, a una cuadra del circuito interior Melchor Ocampo, casi Ribera de San Cosme

Col. Santa María la Ribera.

55 92 71 48

lunes, junio 19, 2006

¡A la maaaadreee!

Esa fue la frase que alcancé a decir cuando entré en la famosa y polémica Mega Biblioteca José Vasconcelos.
Es enoooormeee. Desde un principio yo si estuve de acuerdo en que se construyera una biblioteca en esos terrenos inútiles. Es que ¡Carájo! ¿Sólo si estuviera ubicada en el sur de la ciudad iba a valer la pena? No hay ninguna biblioteca por el norte de mediana característica. Lo más cercano era la Ciudadela. No tenemos centros culturales, todo está en el sur, y ahora que la construyeron sólo fueron quejas, porque era el proyecto más grande de cultura del gobierno de Vicente Fox y su compinche la señora Sara Bermúdes. Qué Fox no lee, que es inculto, pues sí, yo no lo parí, ni voté por él. Pero ¿por qué no iba a construir una biblioteca? Tal vez por esas carencias culturales se quiso lavar la cara construyendo esta biblioteca.

-Ashh, es que en la colonia Guerrero, ¿quién va a ir? ¿a quién va a beneficiar esa biblioteca?

A mí señores y toda la bola de vecinos norteños que la vemos con gusto. Por lo pronto el día que fui con mi hija Mariana, se encontró a dos amigas que dicen que todos los jueves se la viven ahí, contentas y entretenidas en sus tareas. No todos tienen la oportunidad de estar inscritos en la UNAM o escuelitas de paga con buenas bibliotecas.

Subí por los laberintos de estantería colgantes donde tienen los libros, son siete niveles y es realmente impresionante, tuve deseos suicidas al caminar por los pasillos y mirar hacia abajo, parecía que estaba en un escenario de película de ficción. Por lo pronto todos los libros son nuevos.

Tienen alrededor de 750 computadoras con internet gratuito, una sala de literatura infantil y juvenil, salas de lectura al aire libre, una audioteca que ya me urge visitar, tres pianos para que practique quien no tiene en casa, tres guitarras. Y lo mejor: préstamo a domicilio. Hay una librería bastante grande, que tampoco había en el norte de la ciudad.

El anunciado jardín botánico todavía no está terminado, sólo espero que no me decepcione cuando lo visite.

Lo que si necesita es mayor vigilancia, los libros a pesar de todos los censores deben estar mejor vigilados, revisar las mochilas y no permitir comer adentro, vi a una niña que entró con una paletita de dulce.

Así que señores y señoras, jóvenes y niños, no todo es Cuautitlan pasando Insurgentes y Reforma. También en el norte nos interesa la cultura, que ¡caray!




La entrada principal



Los anaqueles colgantes



Vista aerea de la ballena



domingo, junio 18, 2006

Conferencia

El Instituto de Investigaciones Antropológicas y el Grupo Mexicano de Antropología de la Alimentación le invita cordialmente a participar en la conferencia Hawai, una Isla Galápagos culinaria, que ofrecerá la Dra. Rachel Laudan el jueves 29 de junio a las 10:00 horas en el Salón de usos múltiples del Instituto, que se encuentra entrando a la izquierda de nuestro acceso principal. La entrada es libre.

El Instituto se encuentra en la Ciudad Universitaria de la UNAM, muy cerca de la estación del metro Ciudad Universitaria. Pregunte por la tienda UNAM, es el edificio de enfrente, aunque la entrada no está frente a la tienda, sino sobre la otra avenida. Hay estacionamiento propio y la distancia de la salida del metro equivale a dos cuadras.

Rachel Laudan recibió su doctorado en Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Londres. Ha publicado tres libros y más de cien artículos sobre la historia de la ciencia, fue miembro del Consejo Editorial de la Oxford Companion to the History of Modern Science, y ha sido profesora en las universidades de Carnegie-Mellon, Princeton y Hawai, también en el Institute for Advanced Studies, Princeton, y el Massachussets Institute of Technology.
Durante 1996, Rachel inició otra carera como historiadora de la cocina con su libro The Food of Paradise: Exploring Hawaii’s Cultural Heritage. Ha publicado sobre temas incluyendo los orígenes de la cocina moderna (Scientific American), las raíces comunes del mole y del curry hindú (SaudiAramco World), y la razón por la cual debemos preferir la cocina moderna a sus antecedentes (Gastronomica).

Ha ganado los dos premios sobre historia de la cocina más importantes del mundo
anglo-sajón: el Jane Grigson de la International Association of CulinaryProfessionals y el premio Sophie Coe del Oxford Symposium on Food and Cookery. En 2005 fuenombrada Scholar-in-Residence de la Internacional Association of CulinaryProfessionals. Ahora vive en México donde está terminando de escribir una historia universal de la cocina.

miércoles, junio 14, 2006

Compartiendo el mismo plato


Estas vacaciones de la escuela han servido para visitar y convivir con amigos que tenía tiempo de no ver. Martha es una de esta lista.
Nos reunimos en El Quebracho, (Guadalquivir y Lerma) un restaurante argentino que tiene unos cortes de carne provocadores y suculentos, no muy económicos pero bien valen la pena. Como siempre pedí mi ensalada de berros, esta vez sólo con cebolla y como no tenía mucha hambre en esta convalecencia que sufro por sinusitis, sólo compartimos un bife de chorizo las dos.

Craso error, si a mí me gusta bien cocido, a mi amiga le gusta tres cuartos, entonces como buena amiga que soy, cedí ante su decisión. La carne llegó escurriendo sangre, no muy animada la partí en dos y mi amiga puso muchas objeciones, que si tenía mucha grasa, que si tenía pellejos, y lo que fue peor, que no le gustaba tan cruda. ¿Ah, verdad?, pues ni modo, te aguantas, me aguanto y mientras cerré los ojos para no ver lo rojo que estaba por dentro. Yo creo que los cocineros no la cocinaron tres cuartos, más bien la dejaron término medio. Ahí entre los parroquianos gritones por puros goles fallidos entre Polonia y Alemania me atipujé mi carnita, que cerrando los ojos no la sentía nada mal. A pesar de la dieta de mi amiga y mi dolorosa enfermedad pedimos dos “humitas” que estaban deliciosas. ¿Por qué a mí no me quedan tan sabrosas las empanadas argentinas? -Porque las horneas, las tienes que freír para que te salgan como estas. Bueno será para otra vez.

Saliendo fuimos por el regalo para Jaime, y como no nos acordamos donde estaba la tienda de artesanías de la India, decidimos pasar a preguntar al Tandoor, que está en Leibniz y Copérnico. Ahí estaban los dueños en una reunión y nos mandaron a la tienda de Gutemberg. Al salir de ahí, nos dijimos: Hace tanto tiempo que no venimos a comer comida pakistaní.
Llegamos a la tienda y empezamos a buscar una Lakshmi de bronce para Jaime, sólo encontramos una de sándalo y de repente llegó el dueño del restaurante y de la tienda. Entró muy cordial, le leyó la mano a Martha, dijo que tenía que bajarle al ego y cuidar su salud, y que debería usar amatistas y ámbares. Me tomó la mano sin mi permiso y gritó al verla: -¡Huy, tú estás viva de milagro!, has estado muy enferma. Lo tuyo es genético. Pero tienes suerte. También eres muy inquieta, muy nerviosa. Necesitas perlas.

Nadie, nadie me había leído la mano y en todo lo que dijo de mi amiga y de mí tenía razón. Entonces nos quedamos conversando y tomando chaí, hablando de las elecciones, del señor López, de comida indú, de la próxima visita a India de mi amiga, sugerencias de dónde comprar telas de algodón por allá y de la vida de Niaz Ahmad Siddiqui, un hombre encantador y totalmente asimilado a la cultura mexicana.

Nos fuimos, después de habernos regalado unas semillitas extrañas que para la abundancia (?) y nos quedamos con ganas de volver pero ahora al restaurante.

Yo, por lo pronto ya saben, necesito perlas. Aunque siempre haya pensado que son de ñora de Polanco. Ni modo ahora seré ñora de la Santa.

lunes, junio 12, 2006

¿Qué es lo que falta que la ventura falta?



En el boletín que manda Luis Pescetti viene este fragmento de un texto, me conmovió, porque últimamente yo me siento como este niño Jimmy al que no le salen las cosas.

Aquí pego este comentario. Léanlo, si se sienten tristes con el fracaso.

Sobre el fracaso

En el programa de radio leí un fragmento de El hombre del Techo, una hermosa novela juvenil de Jules Feiffer (Ed. Anaya).

Jimmy es un niño al que le encanta dibujar historietas, pero tiene un problema: no le salen bien las manos de sus personajes. Lester es su tío, quien llevaba años de fracasar intentando escribir comedias musicales. El tío Lester, "fracasado" de la familia, acaba de lograr un éxito en Brodway y conversa con Jimmy mientras revisa los dibujos de éste.
Luis
(Continuamos debajo del texto)


(…)

-No sabes dibujar manos-el tío Lester se encogió de hombros-. Hasta Robótica no fui capaz de escribir una canción de amor. Durante doce años, doce años, fui capaz de escribir cualquier tipo de canción, cualquiera, pero no una buena canción de amor- El tío Lester parecía compungido-. ¿De qué vale un árbol sin hojas?¿De qué vale el cielo sin estrellas? ¿De qué vale un musical de Broadway sin una canción de amor?

-¡Pero has escrito una canción de amor genial!- Exclamó Jimmy, y cantó los primero compases de Estoy sintiendo demasiadas cosas, demasiado de prisa, demasiado pronto.

-Para ti es fácil cantarlo- Dijo el tío Lester-Pero yo luché, fracasé, luché, fracasé. Doce años- Asintió una y otra vez, como si estuviera contándolos- Y de repente, me desperté una mañana, me senté en el piano -Chasqueó los dedos- y en cinco minutos había escrito mi canción de amor.

Jimmy no acababa de entenderlo.

-¿Pero cómo?

-Esa es la respuesta- dijo tío Lester, como si esa fuera la respuesta-. Algunas canciones son canciones de diez minutos- continuó-. Sólo tarda uno diez minutos en escribirlas. Algunas canciones requieren veinte o treinta minutos. Otras canciones resultan ser canciones de dos días, o de dos semanas. Mi canción de amor resultó ser una canción de doce años.

-Ah, ya entiendo -dijo Jimmy, que no entendía nada.

-No se puede escribir una buena canción hasta que está lista. A veces, demasiado a menudo, el modo de que llegue a serlo es escribir un montón de canciones malas, lo que la gente llama “fracasos”. “Fracasos”- repetía, levantando el labio-. ¡Já! Cada “fracaso” es una pieza de la suerte futura. Porque te acerca un poco más al momento en que estas listo. Fracasar, fracasar un poco más, y fracasar de nuevo y duplicar el fracaso, cuadruplicarlo. Fracasar hasta el punto que nadie cree que puedas hacer otra cosa…

-Lester hizo una pausa -Pero eso no es lo que tú crees.

-¿No lo es?-Dijo Jimmy.

-Porque sabes que más allá…,más allá de toda duda- continuó el tío Lester como si hubiera pensado mucho sobre el tema del fracaso, ¿y por qué no?- el fracaso es como el patito feo.

Jimmy siempre había creído que el fracaso era una enfermedad incurable, un túnel lóbrego del que uno no salía nunca, pero ni en un millón de años se le habría ocurrido pensar en que el fracaso era como el patito feo.

-No se llega a ser un precioso cisne por accidente- dijo el tío Lester-. El único modo de ser un hermoso cisne es empezar siendo un patito feo. Y acabas superándolo.
Esta vez Jimmy lo comprendió.

-¿Cómo las orugas, que se convierten en mariposas?

-¡Exactamente!- dijo tío Lester.

-¡Como aprender a andar antes de poder correr!

-¡Muy bien! -le vitoreó el tío Lester.

- Es decir, que, si quiero aprender a dibujar bien las manos, tendré que dibujar mal, terriblemente mal, cien, quizá mil, quizá diez mil manos.

-Yo mismo no podría haberlo expresado mejor- y rodeó a Jimmy con un brazo, acercándolo a él-. En fin, ¿qué…,qué…, qué me dices?

Jimmy no dijo nada. ¿Qué se suponía que tenía que decir? El tío Lester le había enseñado que fracasar era bueno. ¿Bueno? ¡El fracaso era horrible! Todo lo que había aprendido en su vida le decía que tío Lester no sabía de que estaba hablando. Pero evidentemente eso no podía ser. Si el tío Lester no era una autoridad sobre el fracaso, ¿quién lo era?
¿Pero como era posible que algo que te hacía sentir tan mal fuera bueno para uno?
Entonces Jimmy recordó el resto de lo que le había dicho.
El fracaso sólo era bueno si te lo tomabas como si no fuera fracaso, sino algo normal. Si te lo tomaras como si no demostrara lo inútil, lo perdedor que eras.
¿Era normal el fracaso? ¿El Fracaso era normal? Jimmy no podía creérselo ni por un instante. Pero entonces recordó la parte más difícil: el fracaso sólo funcionaba si seguías adelante, y adelante, y adelante; sin importar el numero de veces que fracasaras; no podías darte por vencido. Y ahí estaba el problema. Porque en el fondo de su corazón, Jimmy sabía que quería darse por vencido.
(…)

(fragmento de “El hombre del Techo”, de Jules Feiffer, Ed. Anaya)



Al compartir este texto no pretendo una versión "final feliz" sobre lo que el fracaso puede significar en nuestras vidas. Buena parte de la novela es una interesante reflexión sobre este tema, y este fragmento es un muy buen punto de partida para pensar otros significados posibles de un fracaso.

En una época y una cultura en las que se premia el éxito de una manera tan excluyente, casi sin crítica, esta reflexión es más que necesaria.
"¿Qué es lo que falta que la aventura falta?" se pregunta José Martí en un poema. Así podemos preguntar qué falta cuando falta el fracaso.
Qué falta cuando no encontramos nuestros propios límites. Es decir: cuando no los conocemos o no los admitimos.
Cuáles son las consecuencias en una persona cuando no tolera un fracaso.
Cuáles son las consecuencias de un éxito temprano en una carrera.
¿Cuáles son las relaciones entre el éxito y la aventura humana? ¿Y entre el fracaso y la aventura humana?
¿Todos los éxitos son buenos? ¿Todos los fracasos son malos?
Podemos fracasar como padres, como hijos, en el trabajo, en el amor. ¿En qué fracasamos si no fracasamos nunca?
A veces no nos atrevemos a tocar un tema por miedo a no tener respuestas. No siempre son necesarias, recuerden que donde se acaben las respuestas siempre podrán seguir si hacen buenas preguntas.
Y cuando éstas también se agoten podrán decir: "Hasta aquí llegamos hoy".
Hun havraso
Luis


domingo, junio 11, 2006

A fuego lento en la ciudad

Hace tiempo en los Portales de Veracruz, platicando con la negra Graciana, muy generosa me decía: “¿Le gusta a usted cocinar también? Vénganse para la casa, llenamos la casa de verduras y compramos carne, ahí tiene a su disposición mi cocina y hay para escoger con que desea cocerla, si con leña, si con carbón o gas. También tengo un horno de leña y si quiere puede hacer pan. En el carbón nos guisamos unos camarones y verán que rico saben”. Lo extraordinario de esto era la variedad de fuegos que me ofrecía y sobre todo el resultado que da cocinar en cada uno de ellos.

Cocer a diferentes fuegos no es muy fácil en esta ciudad. Yo pocas veces cocino al carbón y en leña es imposible. Pero mi amiga Rocío en plena colonia Condesa cocina mole de olla a la leña.

Recorre toda la avenida Mazatlán y luego se regresa por Tamaulipas, recogiendo cuanta rama, vara, y hoja seca de palmera encuentra para llegar a su casa y prender su chimenea.

Ahí en la chimenea mi amiga La Ecoloca enciende su fuego con su “leña de ciudad” y pone en su ollita piezas de carne con tuétano para que salga bien espesito el caldo. El resultado es un sabor estupendo, una carne cocinada a fuego lento, mmhh. También me confesó que pone su olla de frijoles toda la noche. ¡Increíble, pero cierto!

martes, junio 06, 2006

6 6 06

En la mañana me lesioné el codo y la rodilla, hice demasiado ejercicio y me duele todo.

Hice xoconostles en dulce y se me quemaron, me dió mucho coraje porque fue tiempo perdido, y justo cuando estaba a punto de apagarlo, algo pasó y me distraje.

Luego, en la tarde me dediqué a limpiar mi cocina y mientras a hacer un chutney de mango y otro de tamarindo. Confundí cúrcuma con el otro polvo amarillo que es el curry. ¡Zaz! que feo, todavía tengo en la boca el sabor astringente de la cúrcuma. Espero que se componga mañana, si no, tendré que hacer otros.

Luego se me hinchó horriblemente la mano, todo por no haber viajado con mi guante y manga, cuando fui a Cruz Blanca, ahora por cualquier cosa que hago se me hincha. Yo creí que ya no necesitaba tantos cuidados.

Todavía no acaba el día, oigo el debate y pienso: ¿Cuál será el que menos daño le haga a la nación? Porque pedir que nos cumplan lo que prometen es inútil, ya sabemos que nunca lo han hecho.

Fue así como trascurrió un día que apuntaba ser apocalíptico, nefasto, negro. ¡Bah ! Puros cuentos. Después de este recuento me doy cuenta que he tenido otros peores. Además por si fuera poco yo vivo en el número 66-6 ¿será que por eso estoy protegida?



domingo, junio 04, 2006

Sólo por gusto


Le decía a mi hija Amanda que debíamos tomarnos el vino que trajo de su viaje. Ella alegaba que era mejor tomarlo para una ocasión especial. Fueron seis botellas que trasladó en sus hombros desde Mendoza a México, una regaló, quedaron cinco y otra nos tomamos el diez de mayo. Comida casera, sin mucho lujo, sólo el vino hacía la fiesta.

En estas tardes lluviosas y nubladas, la nostalgia se apodera de uno. Sobre todo en un domingo sin muchas cosas por hacer, quieres algo que caliente el cuerpo. Miras los vinos y suspiras. ¿Para que esperar mejores momentos? Lo más prudente en estos casos es hornear un buen pan de trigo entero, con hierbas como: albahaca, romero, tomillo, y un poco de aceitunas negras picadas. Abrir una botella de ese delicioso vino tinto y tomarlo así, nomás por el gusto de estar vivas, que no nos pase con las cuatro botellas que quedan lo que le pasó al viejo de este cuento de Gibrán Jalil Gibrán

Aquel viejo, viejo vino
Hubo una vez un hombre rico muy orgulloso de su bodega y del vino que allí había; y también había una vasija con vino añejo guardada para alguna ocasión sólo conocida por él.
El gobernador del estado llegó a visitarlo, y aquél, luego de pensar, se dijo: "Esa vasija no se abrirá por un simple gobernador".
Y un obispo de la diócesis lo visitó, pero él dijo para sí: "No, no destaparé la vasija. Él no apreciará su valor, ni el aroma regodeará su olfato".
El príncipe del reino llegó y almorzó con él. Mas éste pensó: "Mi vino es demasiado majestuoso para un simple príncipe".
Y aún el día en que su propio sobrino se desposara, se dijo: "No, esa vasija no debe ser traída para estos invitados".
Y los años pasaron, y él murió siendo ya viejo, y fue enterrado como cualquier semilla o bellota.
El día después de su entierro tanto la antigua vasija de vino como las otras fueron repartidas entre los habitantes del vecindario. Y ninguno notó su antigüedad.
Para ellos, todo lo que se vierte en una copa es solamente vino.

sábado, junio 03, 2006

Paso sin oler

Fuí a Cruz Blanca a visitar a Mi Orquidea en el Gentío que se rompió cuatro costillas, la encontré menos peor de lo que imaginaba. Creo que después de muchos años no habíamos estado tantos días juntas. Me dolió dejarla y es una pena que no puede tomar el sol, en ese Macondo en donde sale el sol un día sí y cinco no. La humedad y el frío no ayudan nada en estos casos.

Ya estando aquí, me entró la inquietud, mi parte enferma se debatía entre mi parte noble, ¿Voy o no voy a la cena? No, pues yo dí una excusa para no acudir, tenía que visitar a mi madre. No, pero el morbo es encantador, ve, ve. No, ¿a qué vas?, te van a tratar mal y la prudencia no es una de tus cualidades, seguro que ni se lavó las manos, júralo. Además al bicho ya lo probaste cuando fuiste a Santiago de Anaya. ¿A qué vas?, no, que no. Afortunadamente me ganó una flojera enooorme que traía y con sólo pensar que tenía que manejar y oler el caca cigarro, fue más que suficiente para que me quedara muy divertida leyendo unos cuentos misóginos de Patricia Highsmith y luego escribir en este blog.